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13 de febrero de 2006
Carreta

GARROTES Y ZANAHORIAS

¿QUE HACER CON LAS RESERVAS?

El Banco de México ha acumulado reservas internacionales por un monto del orden de 70 mil millones de dólares, ahora el gobierno federal se cuestiona si esa cantidad es excesiva y si puede usarse una parte para pagar deuda externa. Esta transacción involucra a dos entidades distintas del Estado, por un lado el banco central que es un órgano autónomo del gobierno y, por otro, a la Secretaría de Hacienda, pieza del poder Ejecutivo.

El gobernador del Banco de México había defendido la alta cantidad de reservas acumuladas pues las consideraba como un seguro, especialmente para contrarrestar las posibles fluctuaciones del tipo de cambio que incidirían de manera adversa en la estabilidad financiera. Como todo seguro, argumentaba, se está dispuesto a pagarlo aunque no se use.

La cuestión es que hoy el costo de este seguro es de alrededor de 3 mil millones de dólares al año, que resulta de la diferencia de la tasa de interés de los bonos del Tesoro estadunidense en que se invierten las reservas y las tasas que se pagan aquí por la deuda interna contraída mediante los Cetes.

La posición del banco empieza a cambiar y ahora se dice que como no hay un régimen cambiario que fije la paridad del peso con el dólar, no se necesitan tantas reservas para sostener el valor del peso. Esto se asocia incluso con el hecho de que las reservas tienden a sobrevaluar la moneda y eso hace que se importe más de lo que se exporta. Hay empresarios que demandan un ajuste del tipo de cambio que favorezca las exportaciones mexicanas. Tan solo en cuatro años se importaron al país cerca de 144 mil millones de dólares en bienes de consumo, muchos de los cuales desplazan a los productores internos.

Así que parece que ya está resultando incómodo tener tantas reservas. Y, al mismo tiempo, Hacienda quiere reforzar las condiciones de la estabilidad macroeconómica pagando más deuda, para lo cual quiere usar parte de las reservas. Para ello tiene que generar los recursos para comprárselas al banco central y eso sólo puede hacerse con un superávit fiscal, es decir, gastando menos de lo que ingresan el gobierno federal y los organismos públicos,

Sí, menos gasto público o más recaudación, son los términos de la ecuación financiera. Recaudar más parece empresa de titanes ante las desventuras del Servicio de Administración Tributaria ­SAT­, y gastar menos debería cuando menos ponderarse de manera pública, pues puede significar menos obras de infraestructura o servicios sociales.

La deuda externa es del orden de 67 mil millones de dólares y Hacienda ha anunciado que los compromisos de pago por los intereses que devenga y que rondan los 7 mil millones de dólares anuales están ya cubiertos para este y el próximo año. ¿Cuál es la prisa por usar las reservas para pagar deuda? En todo caso se esperaría un planteamiento política y socialmente sustentado para usar esos recursos de manera más eficiente, sobre todo en una economía con tantas dificultades para crecer de modo articulado y distribuir mejor los frutos de una mayor expansión entre la población.

El dilema conceptual es relevante, más de lo que puede advertirse en el planteamiento de tipo práctico propuesto por el secretario de Hacienda o la indefinición del banco central.

En todo caso, la estabilidad financiera, tan preciada para el gobierno y que está sostenida en buena medida en las reservas internacionales que se han acumulado y en el control de la paridad, sólo puede tener sentido en la medida en que rompa con el estancamiento productivo y del empleo. Este debate tampoco puede sacarse del momento político signado por las elecciones  §


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