Usted está aquí: sábado 11 de febrero de 2006 Opinión Los límites del zapaterismo

Angel Luis Lara

Los límites del zapaterismo

La producción de signos se ha convertido en el punto fundamental en las agendas de los políticos. La política es cada vez más un continuo ejercicio semiótico. La izquierda y la derecha se afanan en la producción de realidad a través de la intervención prioritaria en los imaginarios colectivos y en el terreno de lo simbólico. Zapatero y Berlusconi, por citar dos ejemplos, son muy diferentes, pero ambos comparten un mismo diagnóstico: vivimos un tiempo de enorme separación entre la gente común y la clase política. La diferencia entre ambos políticos reside en la manera en la que afrontan el problema que se les presenta. Berlusconi sabe que esa fractura es irresoluble y trata de parcharla. Zapatero cree, ingenua y abiertamente, en la posibilidad de dar la vuelta a la crisis de legitimidad de los partidos y restaurar el valor de la propia representación política. Como si la producción de signos bastara para ganar terreno en ese sentido, Zapatero se ha afanado en la articulación de un campo simbólico marcado por el progresismo y la defensa de las libertades: enfrentamiento formal con la Iglesia católica, obligada retirada de las tropas de Irak ante el clamor masivo de la población, aprobación del matrimonio homosexual, referencias permanentes a la memoria histórica y a su pasado familiar republicano, etcétera. Zapatero es una estrategia. También es un signo él mismo, porque significa con una evidencia apabullante los límites de su propio modelo: el ejercicio de la soberanía es relativo en un contexto en el que el Estado-nación es cada vez menos el referente espacial de las decisiones. Zapatero aplica sin rechistar las políticas que emanan de los nodos internacionales de poder económico y se ciñe a las directrices que imponen las elites europeas. El neoliberalismo constituye un régimen de gobierno intocable para su Ejecutivo: una de sus acciones de fondo es el desarrollo de una nueva reforma del mercado laboral que prevé abaratar y facilitar todavía más el despido. Eso en un país en el que en el año pasado, sin ir más lejos, las rentas del capital crecieron 25 por ciento, mientras los salarios lo hacían únicamente 3 por ciento.

La gestión de los movimientos migratorios en la frontera sur de Europa es otro elemento que condensa los límites del zapaterismo y sirve como analizador de su alcance. El Ejecutivo español ha respondido violentamente a los procesos de autorganización de las personas migrantes que han desembocado en asaltos masivos a la frontera desde territorio africano. La militarización extrema del territorio fronterizo y la construcción de un muro material de contención constituyen las actuaciones más evidentes. Al mismo tiempo, ha impulsado el recrudecimiento de las medidas represivas y las deportaciones en el seno de la Unión Europea. La izquierda se hace derecha: responde con medidas policiales a problemas sociales. Zapatero encoge en cuanto caen las primeras lluvias.

Su llegada a la presidencia del gobierno español no fue usual. La movilización de millones de personas contra la guerra y la desobediencia civil activa de miles de ciudadanos y ciudadanas tras los sucesos del 11 de marzo de 2004 en la ciudad de Madrid, dieron cuerpo a la expulsión de la derecha del gobierno. La gente no votó a favor de Zapatero, sino en contra de Aznar. Ahí reside precisamente la mayor fragilidad del zapaterismo: está en deuda con las multitudes que echaron a Aznar del poder tras las históricas jornadas de marzo de 2004. Su problema está abajo. Por allí emerge una nueva composición social cuyos comportamientos y formas de vida comienzan a exceder las viejas dinámicas de los partidos y los gastados aparatos de captura de la democracia formal y representativa.

Para los de abajo, el problema es cómo abrir vías de transformación de esa composición social en sujeto político. En este sentido, todo parece indicar que la tarea primordial y urgente de los movimientos debería centrarse en explorar dinámicas de organización política de nuevo tipo que se adapten a la naturaleza de esa nueva composición social. Estirar la irreversible ruptura de la gente común con la clase política y valorizar el conflicto social como motor de transformación de la realidad, porque el zapaterismo no ha alterado ni un ápice la vida por abajo de España en todos sus meses de gobierno: el imposible acceso a una vivienda digna para millones de personas, el tránsito interminable por un mundo del trabajo cada vez más precarizado e injusto, el salvaje nivel de siniestralidad laboral que la propia precarización provoca, el consumo brutal y masivo de sustancias estupefacientes entre los más jóvenes, la muerte de mujeres a manos de sus maridos, lo invisible del día a día de miles de personas migrantes indocumentadas, los continuos destrozos ecológicos, y así un suma y sigue subterráneo al que difícilmente se le encuentra un punto final.

No obstante, el zapaterismo se ha convertido en un modelo que se importa por doquier. Los partidos italianos de centro-izquierda lo toman como referente a modo de baluarte frente a la coalición de empresariado y crimen organizado que representa Berlusconi. La recién elegida Bachelet en Chile se rodea del universo cultural de Zapatero en su campaña electoral. Los discursos que acompañan la campaña de Andrés Manuel López Obrador en México recrean permanentemente la lógica de los de Zapatero. El zapaterismo sin fronteras es una estrategia para los tiempos que corren y en él se encuentran a gusto los sectores progresistas complacientes y las clases medias acomodadas. Una especie de deporte, como el padel. Una técnica de relajación, como el yoga. Un acto de fe, como el budismo. Pero a los de abajo no nos cambia nuestra vida de jodidos ni el padel, ni el yoga, ni el budismo. ¿Qué podemos hacer entonces? Ahí es precisamente donde la otra campaña está abriendo brecha y diciendo cosas importantes, no solamente para los mexicanos.

 
Compartir la nota:

Puede compartir la nota con otros lectores usando los servicios de del.icio.us, Fresqui y menéame, o puede conocer si existe algún blog que esté haciendo referencia a la misma a través de Technorati.