Usted está aquí: jueves 9 de febrero de 2006 Opinión ASTILLERO

ASTILLERO

Julio Hernández López

Semáforo descompuesto

Güerito: oríllese a la orilla

De leyes a leyes

De vocero a Doctor Chunga

LA NUEVA BATALLA de las leyes: discrecionalidad mexicana contra extraterritorialidad gringa. El Departamento del Tesoro se ha topado con el Departamento del Distrito Federal: Helms Burton frenado por un bien instruido inspector chilango. Mientras el asustadizo Presidente de México vergonzosamente enmudece, y el apocado canciller insiste en portarse como secretario de Economía o agente de tránsito comercial (con su talonario de multas en la mano), la administración capitalina aprovecha la histórica laxitud de las normas jurídicas mexicanas para demostrar a los impulsores del intervencionismo Sheraton que, si de aplicar leyes en empresas estadunidenses se trata, habrá que comenzar porque respeten las mexicanas.

ORILLESE A LA orilla, ha dicho la pareja Encinas-Jaramillo al auto chocolate con permiso provisional para circular expedido en Washington DC que pretendía desentenderse del semáforo Fox, porque veía a éste -al semáforo- nomás alto, pero con pocas luces, mal sincronizado y falto de energía: Pos con la novedá de que le faltan firmas y sellos de Protección Civil, cajones de estacionamiento, licencias cantineras y salidas rápidas de emergencia, así es que lo que procede es la variante empresarial del corralón, es decir, la clausura temporal, mientras el chofer-gerente arregla los detalles y paga ora sí que sus muy bien ganadas multas.

LA SALIDA DEL gobierno capitalino al centro del foro político (para ocupar el espacio abandonado por otra pareja pusilánime, aquella cuyas primeras letras de apellidos darían FoDer) acelerará la definición de los emplazamientos que deseen tomar los dos principales actores del enfrentamiento hotelero: el foxismo deberá decidir si apoya o rechaza la medida vigorosa tomada por la administración capitalina, y el bushismo deberá escoger entre el camino de la negociación silenciosa, para que los intereses estadunidenses en México no sean afectados por sus pretensiones de extraterritorialidad legal, o el de la guerra con todo contra un gobernante local sublevado al que ni siquiera estaría apoyando el mandatario federal avestruz.

PERO ES QUE el semáforo sin luces no puede ni con los expendedores de gasolina, que blandiendo en lo bajo las mangueras surtidoras de combustible doblegaron al gobierno patito que lleva lo que va del año sin encontrar salida al problema que creó con el asunto ese de las comisiones bancarias en el cobro de consumo y, luego, en otro episodio de discrecionalidad jurídica por causas políticas, la venganza oficial contra los vendedores que dan litros que no son de a litro, pero que siempre habían sido tolerados, hasta que se han puesto gallitos con eso de los cobros fiscales para nuevas formas de hacer deducibles las compras de gasolina. Enredado con sus propias disposiciones oscuras e inaplicables, el gobierno federal fue amenazado con un paro de los expendedores, que habiendo sido ensayado en dos ciudades ya no fue permitido cuando se pretendía implantarlo en todo el país. Pero no hubo clausura, ni fueron revisados los permisos, los estacionamientos -¡los baños para los clientes!-, el cumplimiento volumétrico -los litros que no son de a litro- ni nada por el estilo: arreglo corporativo en tiempos de elecciones. El gobierno cede, organiza una mesa de negociaciones -a la que hace llamar "de trabajo"- y adelante con la aplicación a pequeña escala del síndrome Sheraton-Chiquihuite, que mantiene a las autoridades en permanente hibernación.

Y, PARA ACABARLA de amoldar, el semáforo permisivo -es un alto en permanente luz verde- ya no halla qué hacer con el paquete bomba que en las manos le ha dejado su amada esposita: los negocios de los niños Bribiesca, que de tan escandalosos han hecho que los panistas ya no quieran fungir como defensores de oficio ni como oficiantes de fe: que dicen los amiguitos Espino y Calderón que ya se cansaron de jugar al burro fletado y que ya quieren ser ellos los que brinquen y no ser brincados. Villanías de ese tamaño han llevado al Valiente de la lotería, Manuel Bribiesca Sahagún -macho entre los machos en entrevistas lolitas, pero nomás en esas- a pedir auxilio a la comisión soberana de derechos humanos, pues el pato enriquecido a más no poder mientras su madre ha sido copresidenta quiere dispararle a las escopetas instituciones que lo maltratan con investigaciones impropias y torturadoras.

A NADIE DEBE extrañar que Gerardo Fernández Noroña se haya revelado ayer como una pésima versión del Doctor Chunga -esta columna ofrece disculpas a Andrés Bustamante por maltratar a su personaje de ciencia refiriéndose a un político de poca conciencia. Resulta que el vocero del comité nacional perredista -un vocero a la altura de su presidente- anunció por la mañana que tenía espías infiltrados en la campaña de Felipe Calderón, y que gracias a delaciones tiene nombres de propuestas del panista para integrar su gabinete. Horas después, el vocero (este tecleador iba a escribir "el Rubencito Aguilar" del PRD, pero ni el portavoz de Los Pinos se merece tal agravio) salió con que siempre no, que lo que había dicho era en broma, chacoteo, "chunga". "Yo les dije claro que es en serio, pero no, no", reculó ante reporteros, y, dado que había "emplazado" a Calderón a que diera nombres de sus propuestas de gabinete en 24 horas o él comenzaría a revelarlos, reconoció: "no tenemos nombres; de verdad era chunga". Basta revisar el historial de Fernández Noroña para coincidir en que, en efecto, su personalidad política es de chunga, de extraños episodios con olor a espionaje y de sospechosas provocaciones.

ASTILLAS: ¿EL MACHIN VERBAL tendrá en su casa lavadora de dos patas -aunque sea de dinero, es decir, de monedas: coin laundry?... Y, mientras el encargado del despacho montielino, Enrique Peña Nieto, continúa con la tradición de despilfarrar el erario para ganar elecciones, ahora las municipales del estado de México, ¡hasta mañana!

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