Usted está aquí: sábado 4 de febrero de 2006 Opinión Siete años después: el horizonte, la coyuntura

José Antonio Almazán González

Siete años después: el horizonte, la coyuntura

Cuando el 2 de febrero de 1999 el presidente Zedillo anunció su decisión de privatizar la industria eléctrica, la noticia nos pegó como descarga eléctrica. Como relámpagos vinieron a nuestra memoria los recuerdos de resistencia del Sindicato Mexicano de Electricistas (SME): desde la huelga general de 1916 hasta la formación del Comité Nacional de Defensa Proletaria en 1935. Una vez superados esos primeros minutos de parálisis y zozobra, y apoyados en nuestra memoria histórica, la dirección del SME tomó una decisión que nos habría de marcar a lo largo de un camino que sabemos no tiene regreso: resistir. Hoy, a punto de cumplirse siete años de lucha, resulta obligado intentar un balance.

1.- Desde su inicio, la lucha del SME y sus aliados ha estado marcada por una tensión entre la necesidad de avanzar en la construcción de un nuevo horizonte y la de resistir en una coyuntura, marcada primero por la ofensiva privatizadora eléctrica y después por el conjunto de las "contrarreformas estructurales". Desde esta perspectiva se convocó, en 1999, a la formación del Frente Nacional de Resistencia en Contra de la Privatización de la Industria Eléctrica. Sus principales defectos fueron limitar su desarrollo al problema eléctrico y concebirlo como un organismo de solidaridad a los ritmos y acciones de la lucha del SME, sin plantearse las necesidades y las demandas propias de sus aliados.

Sin embargo, el curso de la lucha llevó al SME a la comprensión de fortalecer la unidad de los de abajo, trascendiendo su ámbito gremial. Así, participamos en la creación de la Promotora por la Unidad Nacional contra el Neoliberalismo en 2002, y en noviembre de 2003 organizamos el Frente Sindical, Campesino, Social y Popular (FSCSP), sin ignorar el carácter de algunas direcciones sindicales de la Unión Nacional de Trabajadores (UNT), pero anteponiendo los reclamos de un amplio movimiento social en rechazo a la privatización de la seguridad social y el sistema público de pensiones y jubilaciones. En este sentido, el FSCSP demostró su capacidad de convocatoria y movilización en las jornadas nacionales en defensa de la soberanía, la seguridad social y los derechos de los trabajadores, en noviembre de 2003; la magna movilización al Zócalo del 31 de agosto, y el ensayo de paro nacional el primero de septiembre de 2004.

2.- El saldo de 2003 mostró que no bastaba con resistir, que se requería con urgencia organizarse a escala nacional y dotarse de un proyecto propio. Más aún cuando la obstinación del gobierno de Fox por imponer a toda costa las llamadas reformas estructurales había marcado un límite a los movimientos de resistencia. En este sentido, la convocatoria al Primer Diálogo Nacional, en noviembre de 2004, implicó pasar de una simple resistencia activa a la construcción de un proyecto de nación alternativo al neoliberalismo.

El Segundo Diálogo Nacional, realizado el 4 y 5 de febrero de 2005, significó un salto cualitativo en la lucha de cientos de organizaciones sociales al definir un horizonte de resistencia antineoliberal, con rasgos anticapitalistas, en la llamada Declaración de Querétaro y el Programa Mínimo no Negociable.

3.- En el caso del SME, la dialéctica entre el horizonte de lucha (antineoliberal y anticapitalista) y la coyuntura (nacional y mundial) expresa el desarrollo de una lucha de resistencia que aglutina a millones de mexicanos, la comprensión de los intereses mundiales y locales que están atrás de la políticas de privatización y las contrarreformas estructurales y, esencialmente, la clara conciencia de fortalecer la unidad de los de abajo frente al enemigo común: la oligarquía mexicana y el imperialismo.

Así, desde 1999 se buscó incidir en el Congreso de la Unión con el propósito de frenar las contrarreformas a los artículos 27 y 28 constitucionales, logrando que en abril de 2002 las comisiones unidas de Puntos Constitucionales, Energía, Estudios Legislativos y Medio Ambiente, Recursos Naturales y Pesca del Senado de la República desecharan la iniciativa presidencial de Zedillo, así como las de PAN y PVEM, y aun cuando en agosto de ese año el presidente Fox presentó una nueva propuesta de privatización, la presión ejercida al Congreso de la Unión ha mantenido en la congeladora las contrarreformas constitucionales.

El problema de quién gobierna en este país no es asunto irrelevante. Así lo hicimos en 2000, cuando, respetando nuestra autonomía interna, convocamos a no votar por los partidos privatizadores. En el momento actual, tanto el PRI de Madrazo como el PAN de Fox y Calderón han definido claramente, bajo los dictados del imperio, su intención de privatizar los energéticos e imponer las reformas estructurales (fiscal, laboral, seguridad social, cultura, etcétera), inclusive antes de que concluya el sexenio. Es cierto, el Proyecto Alternativo de Nación de López Obrador no rompe con el neoliberalismo, pero toma distancia de éste, particularmente en el terreno de los energéticos, al señalar claramente, en varios documentos públicos, que no privatizará la electricidad y el petróleo. En ello estamos de acuerdo, sin que esto implique una confianza a ciegas. Conscientes además de que la posibilidad de revertir el proceso de privatización dependerá, en lo fundamental, del fortalecimiento de las luchas de resistencia y la unidad de los de abajo.

Con este razonamiento, la disyuntiva no está en optar entre lo electoral o la Sexta y la otra campaña, a las que el SME ha saludado con entusiasmo, sino más bien en la capacidad y voluntad de avanzar juntos, respetando la autonomía de cada organización en el tema electoral, en la construcción de la unidad de los de abajo, por un proyecto de nación alternativo al neoliberalismo, con libertad, justicia y democracia, como lo intentaremos el próximo 4 y 5 de febrero en el Tercer Diálogo Nacional a celebrarse en las instalaciones del Sindicato Mexicano de Electricistas. ¡La lucha sigue!

 
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