Usted está aquí: viernes 3 de febrero de 2006 Opinión Los amantes fríos

Leonardo García Tsao

Los amantes fríos

En los años 50 la casa Disney produjo una serie de documentales sobre la fauna silvestre -El ártico salvaje, El desierto viviente, El león africano- que combinaban extraordinario pietaje de animales en su hábitat con una mirada tendiente a antropomorfizarlos, es decir, a encontrar actitudes humanas en su comportamiento. Desde entonces, el documental zoológico se ha hecho cada vez más raro en las pantallas comerciales, ya que ha servido más bien para llenar la programación de canales de cable como Animal Planet, Discovery y National Geographic. (De hecho, el documental en sí no encuentra mucho espacio en nuestra cartelera. Notables trabajos recientes como Recuerdos, de Marcela Arteaga, o Relatos desde el encierro, de Guadalupe Miranda, se han exhibido sólo en festivales locales.)

Francia es conocida por preocuparse más por el bienestar de los animales que de los seres humanos -vean, si no, el caso de Brigitte Bardot- y, por ello, no debe sorprender que los únicos documentales zoológicos de gran público en los tiempos recientes hayan sido producidos en ese país. Hace unos años se exhibió aquí Alas de sobrevivencia (Jacques Perrin, Jacques Cluzaud, Michel Debats) y ahora se ha estrenado, con el retraso de rigor, La marcha de los pingüinos, de Luc Jacquet, quien pasó 13 meses en la Antártida filmando el ciclo reproductivo del pingüino emperador.

Sin duda, el ritual es fascinante. Llegada la temporada, cientos de pingüinos se reúnen y emigran con su paso característico por el paisaje helado hasta llegar a la zona del apareamiento. Una vez que la hembra ha puesto el huevo se lo transfiere al macho, en un literal paso de la muerte, y vuelve a emigrar hacia el mar para buscar comida para las inminentes crías. Mientras tanto, los machos cierran filas y forman una masa colectiva de dorsos para enfrentar las crudas tormentas invernales. Los polluelos salen de su cascarón y esperan a que las madres vuelvan con la comida a ser regurgitada en sus picos.

Lástima que La marcha de los pingüinos sea disneyana en el peor sentido del término. Una voz masculina y otra femenina narran la película en primera persona, dando la impresión de que los animales poseen conciencia y se comportan, claro, como humanos. Una y otra vez se pronuncia el concepto del amor frente a un ritual que ha sido, más bien, producto de miles de años de evolución y no de las emociones. La monogamia del pingüino emperador no obedece a principio moral alguno, sino al instinto puro. Es una forma de apareamiento que ha servido para la perpetuación de la especie, como ocurre con otros animales que deben reproducirse bajo condiciones adversas. Si el documental zoológico cumple un objetivo didáctico para un público infantil, La marcha de los pingüinos fomenta una idea muy falsa sobre la conducta animal.

La estrategia de la narración llega a sus niveles más chabacanos cuando una voz infantil expresa los pensamientos de un polluelo ("¡Mírenme, ya puedo caminar!"), pero llega al colmo hacia el final: "Nos volveremos a encontrar el próximo año... y tal vez nos casaremos", se supone que se promete la pareja protagónica. Es un tipo de cursilería que no se le había endilgado a unas bestias indefensas desde que La dama y el vagabundo compartieron un plato de espagueti.

El efecto meloso es apuntalado por una música ñoña, entre electrónica y new age, debida a Emilie Simon, quien canta con una voz pueril a lo Vanessa Paradis. La verdad, no se la merecen los pobres pingüinos ni las imágenes conseguidas por Jacquet y sus fotógrafos que, con frecuencia, son un testimonio fascinante de cómo la naturaleza es susceptible de ser tan bella como cruenta.

Aquí se ha distribuido la versión original doblada al castellano. Según parece, la versión estadunidense tiene otra pista sonora. La música se acredita a Alex Wurman y la narración fue escrita por Jordan Roberts, con una sola voz narrativa, la de Morgan Freeman. Tal vez ésa es la que se debe ver.

LA MARCHA DE LOS PINGÜINOS

(La marche de l'empereur)

D: Luc Jacquet/ G: Luc Jacquet, Michel Fessler, sobre un argumento de Luc Jacquet/ F. en C: Laurent Chalet, Jérôme Maison/ M: Emilie Simon/ Ed: Sabine Emiliani/ P: Bonne Pioche, Buena Vista International Film Production, con la participación de Canal + y APC. Francia, 2005.

[email protected]

 
Compartir la nota:

Puede compartir la nota con otros lectores usando los servicios de del.icio.us, Fresqui y menéame, o puede conocer si existe algún blog que esté haciendo referencia a la misma a través de Technorati.