Usted está aquí: miércoles 1 de febrero de 2006 Política Marcos: o cambiamos todo o no va a quedar nada por cambiar

Llega el delegado Zero a la Huasteca veracruzana; llama a formar movimiento nacional

Marcos: o cambiamos todo o no va a quedar nada por cambiar

El espíritu de resistencia se mantiene vivo en la región, a pesar de décadas de represión

HERMANN BELLINGHAUSEN ENVIADO

Ampliar la imagen Indígenas nahuas de la comunidad de Ojitalcuayo recibieron ayer con danzas al subcomandante Marcos, en otro punto del recorrido de la otra campaña Foto: Víctor Camacho

Tzocohuite, Ver. 31 de enero. "Aquí los indígenas no valemos nada", dijo Pedro, veterano luchador nahua de Tlachichilco en el prado de Tzocohuite, donde hoy fue recibido el delegado Zero. Aquí se desarrolló, a principios de esta década, un importante movimiento de resistencia contra los patrones y los empresarios transportistas de la ciudad de Alamo, quienes causaron muertes y sufrimiento entre los pobladores de esta región.

En esta jornada participaron los promotores de Radio Huayacocotla, La voz de los campesinos, que tras largas resistencias hoy alcanza unas mil comunidades en tres lenguas indígenas y cohesiona la identidad colectiva.

Cristóbal, actual coordinador de la emisora, quien antes fue campesino y albañil, expresó ante el subcomandante Marcos: "Debemos aprender a organizarnos. En este país no se reconoce al indígena como lo que es. Pero todos trabajan y luchan. Si nos mantenemos firmes vamos a llegar muy lejos. Las luchas pueden ser pequeñas, pero si nos unimos, veremos el verdadero avance".

Los participantes se sucedían, refiriendo las luchas de Ixhuatlán, Texcatepec, Zontecomatlán, Huayacocotla. Puras tierras de injusticia antigua donde las guardias blancas y las policías criminales han sostenido gobiernos que son enemigos declarados de los pueblos indios. "Los patrones no necesitan abogados. Allí está la Junta de Conciliación y Arbitraje de Tuxpan a su servicio", resumió un chofer de transporte público.

La otra campaña llegó hoy a la Huasteca veracruzana, a encontrarse con un dolor tan profundo e indignante como el que provocó la rebelión indígena de Chiapas. Y un talante no menos decidido para resistir y ya no permitir más el crimen de los caciques como ley única, y el uso del poder del Estado para proteger los intereses de ricos y poderosos. Por la mañana el delegado Zero había visitado la comunidad Dorados de Villa, en el municipio de Ixhuatlán de Madero. La represión está marcada en la piel de estos pueblos nahuas, tepehuas y otomíes.

En Tzocihuite, ante un millar de indígenas aguantando un sol calcinante, el delegado Zero expresó: "Sabíamos que no estábamos llegando a un lugar donde la gente no sabe qué hacer o tiene miedo. Conocíamos el movimiento levantado en esta tierras que nosotros sabemos bien, porque son también las nuestras, las de la Huasteca, asoladas por caciques y políticos, y por la represión. Y que a pesar de eso, como allá nuestra gente en las montañas del sureste mexicano, ustedes han levantado organización, resistencia, lucha.

"Hasta antes del alzamiento muchos de los gobernantes ni siquiera sabían que existían nuestros grupos indígenas, ni siquiera sabían que había gente en las montañas del sureste mexicano, a pesar de que con nuestro trabajo producíamos el maíz y el frijol, y alimentábamos el ganado que tenían los grandes finqueros y hacendados en las mejores tierras."

Las historias de los pueblos se hablan, se reflejan. Por eso Marcos pudo decir: "Llegó en nosotros lo que ha llegado en ustedes: el hastío, la rebeldía, el coraje, la hora de decir ya basta. Aquí se habla mucho del sup, pero no es nada. Lo que hizo estremecer a México y al mundo son hombres y mujeres como ustedes, gente sencilla y humilde que supo decir ya basta y que supo organizarse".

La grandeza de los movimientos de Chiapas y la Huasteca "no le pertenece a nadie en particular, sino a los hombres y mujeres que la levantaron y, sobre todo, a quienes la murieron. Porque así como ustedes, nosotros sabemos lo que cuesta tener muertos y cargar con ellos no sólo para enterrarlos, sino cargar con ellos a la hora de decidir que hay que seguir, que no hay que rendirse, que no hay que dejar caer la carga.

"Ustedes y nosotros, como indígenas, sabemos que hace mucho tiempo, cuando no habían llegado acá los españoles ni los norteamericanos, ni toda esa bola de países que han visto estas tierras como un lugar para conquistar, fuimos sembrados como pueblos indios para estar pendientes de despertar a nuestro pueblo cada vez que fuera necesario. Cumplo el encargo de mis compañeras y compañeros, jefes y jefas, de decirles a los compañeros y compañeras que están aquí y son de sangre indígena, que les pase el mensaje de que tenemos que despertar a todo el país, ya no para que cambie alguien que está allá arriba, sino para que cambie todo lo que está acomodado de mala manera.

El delegado Zero se refirió entonces a las condiciones de vida de los indígenas: "Todo el día trabajando de sol a sol para conseguir un poco de cosecha, poder llevarla al lugar donde se agarra el carro, pagar el carro, en el camino ser detenido por un policía de tránsito o un judicial, que se queda con parte de la carga, llegar por fin adonde se vende, encontrarse con que hay un coyote que ofrece una miseria por días y días de trabajo y estar en la necesidad de aceptarlo.

"Y uno puede pensar que está bueno, que así es, que así nos tocó vivir, que así nos toca morir, pasando cada día a ver si al otro sobrevivimos, a ver si al otro las cosas salen bien, a ver si al otro no nos roba el banco, a ver si al otro día no nos detiene la policía, si el gobierno baja las tarifas eléctricas, a ver si hay un precio justo por la naranja, a ver si las cosas van mejor..."

Enseguida insistió en rechazar el fatalismo: "Y uno piensa que no, a lo mejor no, que así nos tocó, que vamos a seguir siendo pobres e ir sobreviviendo, e ir tirando siempre cuesta arriba día tras día. Pero resulta que el que está allá arriba, que tiene dinero y es rico -y a veces es gobierno-, no está contento con todo lo que nos quita y viene por más, por la poca tierra que tenemos.

"Y vemos que meten los programas gubernamentales, que aparentemente quieren ayudar. Y lo que vemos es que están privatizando el ejido, convirtiendo a todos los campesinos y comuneros en pequeños propietarios. Les están metiendo fertilizantes y semillas transgénicas para que la tierra se acostumbre a esos productos y no acepte otros, y cada vez el campesino tenga que endeudarse para poder comprar ese fertilizante, esa semilla y no otra, porque si no la tierra no da. Y como no alcanza el dinero alguien lo presta y la deuda aumenta, y resulta que el mismo trabajo que hicimos a la hora que regresamos otra vez de la ciudad o del mercado donde vendimos mal nuestro producto, ahora tenemos al llegar no sólo poco dinero, sino mucha deuda. Y esa va creciendo y creciendo.

"Antes, los grandes movimientos eran para que los campesinos recibieran tierra; ahora ni siquiera podemos defendernos para que no nos quiten lo poco que tenemos. Se trata de convertirnos en hombres y mujeres que no tengan nada y tengan que salir a emplearse en otras partes, pero ya no como propietarios, campesinos o ejidatarios, ya no como comunidades.

"¿Qué va a ser de las comunidades indígenas, de las comunidades campesinas si pierden la tierra? Las familias se van a romper. No les estoy hablando de nada nuevo. A eso sumen el desprecio que cargamos por ser indígenas, por tener un color, un modo de ser, una lengua, una forma de bailar, que eso sea motivo de burla, de folclore, para que gente de fuera venga y se ría: 'qué chistositos son los mexicanos indios, cómo se mueven, cómo rezan, cómo hablan con sus antepasados', pero no hay ningún respeto a lo que eso significa en relación con la tierra, con nuestros antepasados, con nuestra cultura.

"Llega un momento en que eso se va a acabar, y entonces hay que decidir si se acaba lo que es nuestro o si se acaban la simulación, la mentira y el crimen de lo que hay allá arriba. Mientras están en el poder todos callan y a la hora en que se van entonces sí sale todo lo que hicieron.

"Hay que hacer otra cosa, no nada más porque nuestro deber es buscar camino, y si no hay que abrirlo. Ahora se trata de sobrevivir, porque si seguimos así no va a haber Veracruz y no va a haber México."

Vehículo de luchas comunitarias

El subcomandante Marcos se refirió a la larga lucha de Radio Huayacocotla, emisora comunitaria que sobrevivió a la persecución luego de años de resistencia:

"Que Radio Huayacocotla no calle, que siga haciendo lo que es, pero que ya no siga sola, que viaje su palabra y se escuchen su voz y su historia: cómo se enfrentó a la represión, que no tuvo miedo, que esa mirada la conozcan otros en Campeche, en Yucatán, y que cada vez que se levanten los campesinos no vuelvan a hacerlo solos. Que cada vez que alguien los quiera atacar no los encuentren solos.

"O cambiamos de plano todo radicalmente o no va a quedar nada que pueda cambiarse. Lo que nosotros queremos es un movimiento nacional de lucha.

"El sistema se está comiendo todo y pronto nos va a comer a nosotros. Les pedimos que lo piensen, que nos ayuden, que vayan junto con nosotros. Esto que va a pasar aquí ya es un movimiento nacional. Al final vamos a tener otro país, más justo, más libre y democrático que el que nos están imponiendo allá arriba.

"Mientras eso pasa van a ver que la pequeña voz que se quedó aquí se empieza a hacer grande. Ya no es sólo luchar por los derechos y la cultura indígenas, sino por los derechos de todos los que están abajo. Los grandes criminales, en lugar de estar en las cárceles, son los jueces. Si vamos a voltear este país hay que decirle la verdad a todos ellos. La propuesta que tenemos nosotros para toda ese gente es la cárcel."

En la noche, el subcomandante Marcos habló ante más de mil 500 personas en la plaza central de Papantla, que lo interrumpieron varias veces con aplausos mientras les explicaba el proyecto de la otra campaña. "No podemos seguir así", les dijo, y los instó a hacer a un lado a los políticos profesionales, a los que viven de la política e impiden la vida de los demás.

 
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