Usted está aquí: lunes 30 de enero de 2006 Sociedad y Justicia En el STUNAM, oposición de oropel

Grupos inconformes con Agustín Rodríguez reconocen inmovilidad y falta de proyecto

En el STUNAM, oposición de oropel

Divorciados de las bases, su actividad se limita a disputar cargos gremiales, admiten

KARINA AVILES /II Y ULTIMA

Ampliar la imagen Manifestación en la explanada de la rectoría de la UNAM, el 14 de septiembre de 2004 Foto: Carlos Ramos Mamahua

La descomposición de los grupos que confluyen en el Sindicato de Trabajadores de la Universidad Nacional Autónoma de México (STUNAM) es tan profunda, que aun si la oposición más extrema al liderazgo actual ganara la directiva, la situación no cambiaría en nada, todo seguiría igual, señala uno de sus dirigentes.

Es decir, abunda, continuaría la lucha del "puesto por el puesto", el divorcio con la base trabajadora, la ausencia de proyecto, la "cooptación" y la "negociación con las cúpulas" a espaldas de los representados. Así, define, es la llamada "oposición" del sindicato. Se trata, por tanto, de una oposición inocua.

Adrián Pedrozo, dirigente histórico de la Alianza Democrática (AD), quien tiene 27 años continuos de ocupar puestos en el comité ejecutivo -lo cual lo hace encabezar las listas del "récord"-, afirma lo anterior, y reconoce que si la "disidencia" llegara a ganar la directiva del sindicato, existe el "grave riesgo" de que reproduzca "los mismos vicios" de la corriente hegemónica, la Roja, encabezada por el secretario general, Agustín Rodríguez.

Actualmente las corrientes que se autonombran de "oposición" son Nueva Cultura de Trabajo, dirigida por José Castillo Labra; Sindical Resurgimiento (Cosire), representada por Benito Cristóbal Ortiz; AD, con Adrián Pedrozo y Pablo Gómez; Fuerza Roja, de Guadalupe Gamboa; Red, liderada por Arsenio Castillo; Bloque de Trabajadores Democráticos (BTD), encabezada por Leticia Arteaga Morita, y el Movimiento Naranja, de Andrés Rodríguez Isabel, aunque se dice que de éste sólo queda el membrete.

Todos, a excepción de Artega Morita, son escisión de la Corriente Roja, que se ha mantenido en el poder desde que se creó el STUNAM, en 1977.

Columba Quintero, ex integrante del BTD, sintetiza así la situación: ''Hoy, como en los 70, hay un aparato rojo en el sindicato'', con la diferencia de que antes había una visión integral del país y del mundo.

Para entender los porqués de una ''oposición'' cuyo objetivo es el reciclamiento de puestos, Quintero explica que cuando estos dirigentes formaban parte de la Corriente Roja, la mayoría tenían garantizados cargos. En el momento en que no resultaron beneficiados como pretendían, se les hizo fácil ser ''opositores'' para ejercer presión por las carteras sindicales.

Ejemplos sobran, dice. El caso más reciente es el de Guadalupe Gamboa, quien en la víspera de las elecciones del pasado abril para la renovación del comité ejecutivo abandonó la corriente de Rodríguez porque ésta se negó a darle la Secretaría de Cultura, a la que aspiraba. Acto seguido, hizo alianza con la AD, Cosire, Nueva Cultura de Trabajo y Planilla Naranja, y encabezó la planilla Unidad Democrática (UD) para disputarle a Agustín Rodríguez la secretaría general.

Esa es la razón, añade Quintero, por la que ellos reproducen las mismas prácticas de la Corriente Roja: alejamiento de los trabajadores y carencia de proyecto. Ante la falta de propuesta su único recurso es la descalificación. En realidad, lamenta, "no les importó nunca el sindicato".

Adrián Pedrozo confiesa: "Sí, sí, sí. Hemos privilegiado la negociación por arriba (...) Nos cooptan. A la gente le ofrecen un billetito. La verdad es que toda la oposición está en lo mismo: en privilegiar los espacios. Y en medio de todo esto nadie es alternativa (...) La oposición se encuentra con todos estos vicios, con todos estos fenómenos: es una dinámica dura, difícil, y tenemos el gran riesgo de seguir atrapados en lo mismo".

El dirigente de la Red, Arsenio Castillo, afirma incluso que si Evaristo Pérez Arreola, el primer líder del STUNAM, hubiera "dejado" a Pedrozo como sucesor -como éste creyó que ocurriría- ''nosotros seguiríamos siendo de la Roja''.

Para Castillo, secretario de fomento a la vivienda del comité ejecutivo desde 1997, "nos empezamos a disminuir" a partir de 1994, al convertirse en "una oposición coyuntural a partir de que Pedrozo no queda (como secretario general en ese año) y estábamos acostumbrados a ser dirección como parte de la Roja y del comité ejecutivo".

Desde entonces, ''no fuimos capaces de construir una alternativa real; nos volvimos una oposición de eslogan, fundamentalmente electoral, incapaz de cuestionar a la Corriente Roja con una política distinta".

Añade que entre ellos hay ''un canibalismo'' que los lleva a prácticas intensas de descalificación y, al paso que van, ''Agustín (Rodríguez) no va a salir del sindicato por nuestro mérito, sino por desgaste, por cansancio".

En síntesis, reconoce, "somos una caricatura de oposición".

Tendencia a la baja

Los votos obtenidos por las llamadas corrientes opositoras después de las elecciones de 1994 confirman su declive. Luego de que todavía en ese año el dirigente de la AD, Adrián Pedrozo, logró 9 mil 799 votos frente a los 10 mil 260 de Agustín Rodríguez -aunque se dice que al primero "le robaron la elección"-, para la contienda de 1997 la planilla Roja obtuvo su votación más alta con 11 mil 735 sufragios frente a los 8 mil 358 de la AD y los mil 211 votos de la Naranja-Unidad de Trabajadores.

Ya en las elecciones de 2002, la caída de Pedrozo fue mayor, al obtener 5 mil 494 votos, mientras la Roja alcanzó 10 mil 294 sufragios. Cosire obtuvo apenas 2 mil 931 votos; el BTD, 2 mil 860, y Nueva Cultura de Trabajo, mil 177.

En la contienda de abril de 2005, la supuesta oposición se partió en dos: por un lado, la Red y el BTD, que lograron 5 mil 300 votos, y la UD -integrada por cinco corrientes: la AD, Cosire, Fuerza Roja, Nueva Cultura de Trabajo y la Planilla Naranja-, que captó unos 5 mil 800 sufragios.

Si visión global

Luis Bravo, ex dirigente del BTD en los 80, advierte que la política neoliberal impuesta desde entonces por las privatizaciones y el ataque constante a los derechos laborales conquistados tendría que obligar a las organizaciones, entre ellas a las sindicales, a una lucha decidida por la defensa de sus garantías sociales, económicas y políticas.

Sin embargo, lamenta, en el caso de la UNAM, "el movimiento estudiantil, académico, universitario y sindical está en una situación deplorable".

La llamada "oposición" se encuentra atomizada, enfrentada, sin brújula; sus dirigentes no han generado iniciativas políticas ni propuestas y su relación con los trabajadores es "utilitaria".

Lo anterior, afirma, se debe a que "lo único que les interesa es lo personal, la conservación del puesto. Han tomado al sindicato como modus vivendi, negocio: se olvidan de la base, de los trabajadores, y sólo usan la retórica y el discurso tramposo para disfrazar sus verdaderas intenciones. Son una simulación de oposición y de democracia.

''Esto ha significado que el sindicato pierda, que ahora sea de un solo hombre; ya no hay oposición, no hay equilibrios. Todos los representantes son centaveados, maiceados; todos son usados por Agustín Rodríguez. Se ha acabado con la tradición de debatir, de reflexionar, de construir colectivamente la línea general", considera.

El líder del STUNAM, Agustín Rodríguez, expresa que para que el sindicato salga de "un esquema de camarillas" impulsará una propuesta - que aún no está acabada- con el fin de ''elegir por separado'' al secretario general y a los integrantes del comité ejecutivo. Esto, insiste, es para que "realmente queden representantes legítimos y no de intereses oscuros o de grupo".

Así, concientes de estar encadenados a una inercia que los inmoviliza y que los ha alejado de la base al no representar una opción, los dirigentes de las autodenominadas corrientes opositoras coinciden en que en que, para superar esos "vicios", deben, en principio, construir un verdadero proyecto opositor, aunque sólo el tiempo dirá si son capaces de privilegiar los intereses de los trabajadores sobre el de los puestos, que sólo les traen beneficios personales.

 
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