Usted está aquí: viernes 27 de enero de 2006 Política El incidente

Luis Javier Garrido

El incidente

Las relaciones entre México y Estados Unidos se hallan en su momento de mayor tensión, y también de mayor riesgo para el futuro de México como nación independiente, pero no hay en nuestro país un gobierno que pueda defender los intereses de los mexicanos.

1. El gravísimo -y confuso- incidente fronterizo que se produjo el pasado martes 24 en las cercanías de Ciudad Juárez, cuando un grupo de hombres vestidos con uniformes del Ejército Mexicano cruzaron el río Bravo a bordo de tres vehículos Humvee, armados de ametralladoras calibre .50, y se adentraron en territorio estadunidense, supuestamente con droga, retornando al menos uno de ellos a México luego de abrir fuego contra agentes de la policía texana, ha agregado nuevas tensiones a la deteriorada situación que prevalece entre los dos países y, sin embargo, el gobierno foxista prosigue en su política de abyección que no hace más que agravar la situación.

2. Las declaraciones y notas periodísticas en los dos países a lo largo de estos días muestran con claridad que en México no hay un gobierno que defienda los intereses de México. Luego de que el embajador estadunidense Tony Garza recriminara a Fox preocuparse más por las "relaciones públicas" que por "la seguridad pública", de que varios congresistas urgieran en Washington a utilizar la mano dura y de que medios de Estados Unidos hablaran de las diversas ocasiones en que destacamentos del Ejército Mexicano han cruzado la frontera en operativos del narco, Fox respondió con indignas y pusilánimes declaraciones, como las que ha hecho cada vez que un mexicano es asesinado por la migra, las que hizo ayer en Viña del Mar (Chile) filosofando sobre las relaciones bilaterales.

3. El incidente, que ha sido magnificado por los medios estadunidenses y minimizado por los mexicanos, podría tener al menos dos explicaciones. La primera es que se trataría, en efecto, de una incursión llevada a cabo por un comando de narcotraficantes, que, como se sabe, en el sexenio foxista han fortalecido sus vínculos con el Ejército y la AFI, las dos corporaciones encargadas de luchar contra ellos. Y la segunda, que independientemente de que el comando estuviese integrado por narcos o por militares-narcos mexicanos, éste podría haber sido auspiciado por alguna agencia del gobierno de Bush, la DEA o la CIA, con vistas a tener un pretexto más para endurecer sus políticas en la frontera, buscando imponer una militarización unilateral a cargo de las fuerzas armadas estadunidenses con el argumento de la creciente connivencia de sectores del Ejército Mexicano con los capos.

4. Los hechos son, sin embargo, incuestionables, y es que el México que Vicente Fox -aliado y protector de Carlos Salinas- entregará a su sucesor es un narco Estado, en el que el poder del narcotráfico ha penetrado en los aparatos burocráticos federal y estatales, en las fuerzas de seguridad estatales, en el sistema bancario, y en dos de los principales partidos políticos: PRI y PAN.

5. La explicación peregrina que el vocero presidencial Rubén Aguilar dio de los hechos el miércoles 25 en un arranque de histeria, responsabilizando de todo al régimen priísta, no se sostiene por lo mismo, pues en los tiempos recientes los medios mucho han insistido en la forma en que el narco ha penetrado en las filas del panismo y de El Yunque. ¿O que acaso no se habló mucho del hecho de que Diego Fernández de Cevallos actuara como apoderado de El señor de los cielos? ¿O no se denunció la connivencia con los cárteles de gobiernos panistas como los encabezados por Ernesto Ruffo (Baja California), Francisco Barrio (Chihuahua), Felipe González (Aguascalientes) y Sergio Estrada Cajigal (Morelos)? ¿O no se ha hablado de las andanzas de los hijos de Marta Sahagún?

6. El esquemita de propaganda que Fox está empleando con su espíritu tartufo es muy simple: todos los vicios del gobierno son herencia del pasado y todas las virtudes públicas son de la alternancia. De la misma manera que ahora pretende camuflar el desastre en el que se halla el país, para acusar después de que éste es consecuencia no de su gestión, sino de no haber seguido los programas neoliberales.

7. El involucramiento anticonstitucional del Ejército en la lucha contra el narcotráfico ha entrañado no nada más su desprestigio, sino también el del gobierno, como aconteció con el otro turbio incidente del lunes 23, cuando tras una balacera en Santa Fe murieron al estrellarse dos militares, y el procurador general y el titular de la Secretaría de la Defensa no logran ponerse de acuerdo en lo que aconteció, evidenciando así al régimen foxista.

8. Los recientes acontecimientos en la frontera norte de México han recordado a todos, menos al gobierno de Fox, lo que en otros momentos de nuestra historia se ha reconocido plenamente y que ahora el gobierno de la derecha pretende desconocer: el principal problema de México y de América Latina lo constituyen Estados Unidos, las corporaciones multinacionales que Washington protege y el capital trasnacional, y que en estos inicios del siglo XXI no se puede soslayar esa realidad.

9. Estados Unidos, con su tradicional política hegemónica, que ha buscado el saqueo sistemático de los recursos estratégicos de los pueblos latinoamericanos y su sometimiento político, y con su nueva política imperial neoliberal, que escudándose en la lucha contra "el terrorismo" busca ahora además imponer un modelo único de explotación sustentado en el desmantelamiento de los estados nacionales, es el principal obstáculo para que los pueblos del continente puedan salir de la situación de miseria y marginación en que se hallan, y así lo están reconociendo, uno a uno, los nuevos gobernantes latinoamericanos.

10. La propaganda de Vicente Fox sobre sus imaginarios logros está en todo su auge, pero el legado que dejará a los mexicanos será el de un país en ruinas y un Estado desmantelado y profundamente debilitado frente a los intereses del exterior, lo que quizás era su objetivo.

 
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