Usted está aquí: jueves 26 de enero de 2006 Capital A Juana Barraza Zamperio le gusta el rojo y prefería los martes y miércoles para matar

A Juana Barraza Zamperio le gusta el rojo y prefería los martes y miércoles para matar

Aún sin saber si la identidad del asesino serial de adultos mayores era hombre o mujer, las autoridades lograron identificar el modus operandi, mediante la investigación de cada caso.

El equipo especial de la Fiscalía de Homicidios de la Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal (PGJDF) identificó a El Mataviejitas como una persona que escogía a sus víctimas entre desconocidos con los cuales no existía ningún nexo.

Su proceder era tan cuidadoso que sólo en algunos de sus crímenes dejó unos cuantos fragmentos de sus huellas y en una sola ocasión -en junio de 2005 en la colonia Jardín Balbuena- imprimió una huella completa en una radiografía de una fractura de pie, que se vio obligada a revisar ante la presencia del hijo de la anciana, que de manera casual se encontraba en la casa.

En 24 casos de los aproximadamente 49 asesinatos cometidos en contra de adultos mayores dejó otro tipo de marcas que la fueron definiendo como un asesino serial.

El más común es que asfixiaba a sus víctimas con objetos que se encontraban en el domicilio, como un lazo de cortina, medias o el cable de un aparato electrodoméstico o de teléfono.

Como los ataques eran fatales, se le atribuyó una gran fuerza física, con lo que incluso se llegó a pensar que se trataba de un hombre disfrazado de mujer.

También delimitó áreas preferidas para cometer los homicidios, ya que en las delegaciones Benito Juárez y Cuauhtémoc cometió 11 crímenes en cada una.

También actuó en otras ocho delegaciones, como Azcapotzalco, Coyoacán, Iztacalco, Gustavo A. Madero, Iztapalapa, Miguel Hidalgo, Venustiano Carranza y Tlalpan. Con estos lugares la procuraduría capitalina fue armando mapas delictivos sobre su radio de acción y probable reaparición.

El Mataviejitas prefería operar los martes y los miércoles, principalmente, vestida de rojo o de enfermera, para ofrecer sus servicios de ayuda económica o de salud a ancianas solas que generalmente no recibían visitas.

Se estableció que el homicida serial enganchaba a sus posibles víctimas en parques o jardines donde las personas de la tercera edad hacían sus actividades, salían a asolearse o pasear.

Sin embargo, con el paso del tiempo, algunas personas lograron observarla y definirla como un hombre o mujer robusta con facciones varoniles, alta y que posiblemente usaba peluca, lo que llevó a la elaboración de por lo menos 38 retratos hablados, cuyas principales características se concentraron en tres, los cuales se distribuyeron en folletos y carteles que alertaron a la población, que ayer finalmente derivaron en su captura.

Mirna Servín y Agustín Salgado

 
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