Usted está aquí: miércoles 25 de enero de 2006 Opinión Sandra Cisneros

Elena Poniatowska/ II y última

Sandra Cisneros

Claire Joysmith, catedrática de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y gran conocedora y promotora de la literatura chicana en nuestro país hizo un libro con Clara Lomas a propósito de las reacciones de los escritores y las escritoras latinos en Estados Unidos ante la atrocidad cometida durante los ataques terroristas en contra de las Torres Gemelas el 11 de septiembre del 2001. One wound for another (Una herida por otra) publicado en forma bilingüe por la UNAM; el Colorado College, donde Claire ha enseñado; el Whittier College, y el Centro de Investigaciones sobre América del Norte (CISAN), al que Joysmith acude con regularidad. Entre muchos otros testimonios destacó el de Sandra Cisneros, que resulta por demás ingenioso, pues declara llanamente que cuando se ve al espejo se encuentra mucho más parecido a Bin Laden que a George W. Bush. Crítica del presidente estadunidense, Sandra se ha manifestado con valentía en contra del trato a mexicanos que intentan pasar la frontera más larga del mundo entre dos países, y en contra de la guerra de Irak.

A la catedrática Claire Joysmith le entusiasma la literatura chicana y ha propiciado encuentros fructíferos entre chicanos y mexicanos, y sus extraordinarios seminarios han acercado a los escritores de ambos países. No podría haber mejor investigadora en el CISAN que ella, quien cuenta con un bagaje cultural muy por encima de lo común. Nacida en México, de padres ingleses, vive en Tepoztlán y profesa por Sandra un enorme cariño. Claire también ha promovido a escritoras de la talla de Gloria Anzaldúa, recientemente fallecida, a quien dedica el libro; Norma Cantú; Norma Alarcón, y muchas más.

Claire Joysmith y Silvestre invitaron a comer a Sandra, a Magda Bogin, responsable de que Sandra viniera a México al taller de literatura Bajo el volcán (Under the volcano), como la novela de Malcolm Lowry; a Pedro Maya, responsable de la Feria del Libro de Monterrey, y a mí, a la notable Posada de Tepoztlán, situada en lo alto del pueblo. Este sitio maravilloso fue escogido por Carlos Pellicer que subía al Tepozteco casi todos los días sobre sus ''fuertes piernas de caminante" y por el banquero Eduardo Villaseñor, quien fue el primer comprador de la casa de piedra hoy agrandada y convertida en hotel. La vista nos transportaba a otro mundo, con razón Tepoztlán es una ''chacra" para los creyentes en el esoterismo, un surtidor de energía tan poderoso como la pirámide de Teotihuacán.

Vestida con huipil, el pelo trenzado con listones verde, blanco y colorado, los pies calzados con huaraches, Sandra Cisneros, devota de la Virgen de Guadalupe, parecía una nueva Frida Kahlo que se puso seria al hablar de la exclusión y del racismo en contra de los indocumentados y los 6 millones de mexicanos sin tarjeta verde en Estados Unidos, que contribuyen a la economía de nuestro poderoso vecino con su capacidad de trabajo. ''Cuando Bush y todos los Bushes se ponen a hablar de los inmigrantes en la forma en que lo hacen me dan ganas de escribir porque me duele mucho y quiero que cese la persecución en su contra. Quiero escribir acerca de ello, hacer alguna contribución para la paz. Por mi trabajo y por los múltiples viajes que hago, no puedo asistir a las manifestaciones en ambas costas, la de Nueva York y la de San Francisco, pero voy a escribir a mi manera y a tomar la palabra cuando me den el micrófono, en conferencias, en ferias del libro, para denunciar la política contra los indocumentados como lo hice en Nápoles, cuando obtuve el premio de literatura por mi novela Caramelo. Creo que soy una buena agente de paz. Tuve una audiencia extraordinaria en la plaza Napoli, en Nápoles, porque mi editorial ahí, Nova Frontiera, me dio un trato excepcional y lanzó el libro en grande, a pesar de ser una empresa familiar''.

Todos los mexicanos en el aeropuerto

''No me gusta el aeropuerto Benito Juárez. Le tengo miedo porque tú llegas y te dicen apriete el botón y si sale rojo te detienen, pero no te explican por qué el verde o el rojo, y por fin sales y todo el mundo, familias enteras gritan: '¡Mamá!' '¡Hijo!', verdaderas multitudes y luego vas a cambiar tus dólares y te dan billetes y a mí me asustan los números y más cuando son tantos ceros, porque nunca sé si estoy dando 20 centavos o 20 dólares o 200 dólares.

''Sabes, también me da un poquito de miedo estar aquí porque llego como la hija pocha y hablo a mi manera, mezclo el español con el inglés, pero cuando pasa un tiempo y empiezo a hablar mejor y puedo hacer a la gente reír en el mercado, como ahora en Tepoztlán, entonces me siento como en mi casa. Por ejemplo, me encontré en la plaza con un hombre que vende chicharrones, que es como un sabio porque le pregunto dónde venden veladoras y me dice dónde y al día siguiente le vuelvo a preguntar: 'Oiga señor, ¿dónde puedo encontrar esto y esto?' y me dice: '¿Pues qué usted no vino ayer?', y le digo 'sí, sí fui yo', y sé que si tengo una pregunta, el señor de los chicharrones me la va a contestar porque lo sabe todo. Y eso me da mucho gusto, porque esa risa es como un abrazo.''

-¿Y en qué estás trabajando ahora?

-Trabajo en tres libros infantiles y dos libros de ensayos, uno de ellos se llama Tango para Tongolele. Son ensayos sobre gente que me interesa: Astor Piazzola, Nahui Olin, Columba Domínguez, gente así, y el otro libro es Escribir en mis pijamas, para maestros, y también estoy pensando en un futuro hacer el Libro de Cuentos Infinito, quizá otro libro que se va a llamar Botones, porque siempre me han fascinado esos objetos y ahora estoy planeando una nueva novela sobre adolescentes en Chicago, porque todavía no termino de escribir mis historias de esa ciudad.

''Chicago todavía vive en mí. Ya no es mi hogar, pero es uno de mis hogares, porque tengo cuentos dentro de mí sobre ese lugar, y cuando tienes historias que contar sobre un lugar, es tuyo. ¿No crees? Tengo cuentos incluso de México. Yo no vivo aquí, pero México vive en mí. Sé que con Caramelo escribí todo lo que podía sobre México en ese momento, pero espero que no me vaya a atropellar un camión o algo, porque quiero escribir más cuentos acerca de México."

Caramelo

''Para mí fue muy importante escribir Caramelo, que es un gran homenaje a mi padre y a las experiencias que tuve de niña cuando veníamos a México. La muerte de mi padre me dolió mucho, bueno, te duele cuando alguien muere, pero la idea de que mi padre murió y su vida no importó nada fue para mí muy desesperante, y por eso escribí mi novela. Mi apellido es Cisneros, no es inglés, es español. Por tanto, tratar bien a los inmigrantes es muy importante para mí.''

Sandra Cisneros escribe en inglés, y como lo dijo el New York Times Review: ''Cisneros seduce con una prosa precisa, escueta, creando caracteres inolvidables que quisiéramos levantar de la página. No sólo es una escritora de talento, también es una escritora esencial''.

 
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