Usted está aquí: miércoles 25 de enero de 2006 Estados Cada vez más menores intentan escapar de la miseria en México

El fenómeno ha crecido casi 500%, de 527 casos en 2002 a 2 mil 500 el año pasado

Cada vez más menores intentan escapar de la miseria en México

MIROSLAVA BREACH VELDUCEA Y JAVIER SANTOS CORRESPONSALES

Cada año miles de niños y adolescentes se internan en Estados Unidos en busca de mejores oportunidades de vida. Miles también son detectados por la Patrulla Fronteriza y repatriados a las ciudades fronterizas en condiciones que violan sus derechos humanos y ponen en riesgo su seguridad.

Tras una travesía que realizan generalmente solos hasta la frontera, los menores capturados son entregados a las autoridades mexicanas, la mayoría de las veces en lugares distantes que dificultan su intento de reingresar.

Adolescentes de 13 a 17 años son confinados en albergues para migrantes, muchas veces hacinados con adultos.

En esas condiciones llegaron en 2005 al menos 2 mil 500 menores que fueron repatriados por Ciudad Juárez y Ojinaga, los principales cruces fronterizos de Chihuahua, informó la directora del Sistema Estatal de Desarrollo Integral de la Familia (DIF), Lucía Chavira Acosta.

Esta cifra resulta alarmante si se la compara con las que tiene la red de albergues de tránsito para menores migrantes, que en 2002 registró 527 niños. En 2003 la cifra se incrementó a 890 y en 2004 fue de mil seis.

Todos fueron enviados con sus familiares a Veracruz, Oaxaca, Durango, Zacatecas, Michoacán, Chiapas y Centroamérica; sin embargo, estadísticas del DIF y de organizaciones que atienden los albergues indican que la mayoría vuelve a intentar cruzar a Estados Unidos en busca de sus padres o de trabajo.

''Generalmente los menores migrantes llegan cansados, temerosos y tristes por no haber logrado reunirse con su familia del otro lado de la frontera. Muchos vivieron situaciones duras en su intento y requieren atención especial'', dice Leticia López, directora de Casa YMCA, donde se alberga a este tipo de indocumentados.

Luis, un joven de 16 años originario de Veracruz, llegó al albergue con una pierna fracturada luego de tratar de cruzar el puente internacional Santa Fe. De inmediato fue capturado y enviado a Juárez.

Estará en el albergue tres o cuatro días, mientras se localiza a su familia por medio del DIF en Tierra Blanca, Veracruz.

El frío intensifica el dolor en la pierna rota, pero Luis dice que lo volverá a intentar. ''Soy el mayor de tres hermanos. Los más chicos tienen ocho y siete años y yo necesito trabajar para enviar dinero para la escuela de mis hermanos y construirle una casa a mi madre'', dice mientras espera en una banca del albergue Árbol de Vida.

Semanas atrás Luis dejó Tierra Blanca, donde estudiaba el primer semestre de preparatoria. ''Es difícil estudiar cuando no se tiene dinero para pagar las cosas necesarias de la escuela. Mucha gente cree que el que quiere estudia, pero eso no es real cuando se tienen dificultades hasta para comprar un cuaderno y un lápiz''.

Este intento frustrado no es el primero para Luis. Antes buscó hacerlo por Sonora.

''Desesperado, me vine a Juárez, pero cuando intentaba brincar por un espacio del puente me caí de una altura de cuatro metros. El hueso del tobillo se salió por un lado y el talón por el otro. Quise acomodar los dos huesos, pero el dolor era insoportable. Ahí me quedé tirado hasta que me recogió la policía'', narró.

''Como este caso hay miles'', dice Gilberto Solís, coordinador de la Procuraduría de Protección al Menor, que atiende el programa de niños repatriados en Ciudad Juárez.

Stan y Wilma agravan el problema

Tras los huracanes que el año pasado azotaron Quintana Roo y Chiapas, el número de niños que cruzan la frontera se incrementó hasta en 50 por ciento, aseguró Elvia Nidia Garibaldi, encargada del módulo de Atención para Menores Repatriados de San Luis Río Colorado, Sonora. Subrayó que, a 14 meses de creado el módulo en esta ciudad, ha atendido a cerca de 2 mil 30 menores de edad, sobre todo de Guanajuato y del sureste. ''Si antes venían cinco de Chiapas ahora llegan diez'', acotó. La sicóloga destacó que una de las principales motivaciones de la migración de menores es la búsqueda de trabajo, pero ''si nos vamos para atrás y hacemos estudios sicológicos nos damos cuenta de que detrás de esa huida hay abusos, violaciones y violencia intrafamiliar en todas sus expresiones. Esa es la principal causa''.

Para los adolescentes los motivos son la pobreza o la necesidad de reunirse con sus familiares. Muchos no desean cruzar, pero son obligados por sus padres.

Sobre la construcción del muro fronterizo, la entrevistada aseveró: ''Es una idea absurda, un gasto innecesario, y va a aumentar las muertes en el desierto, especialmente de niños y ancianos, pues los migrantes buscarán rutas mucho más peligrosas''.

El riesgo para los niños comienza desde que salen de casa. Hace diez días Domingo Hernández López partió de Altamirano, Chiapas, con un amigo que fracasó y ya se fue para Hermosillo. ''Yo me vine a buscar mi chamba. Yo quiero ganar más'', dijo el adolescente en el módulo de repatriación y relata que sus padres le dieron el dinero para intentar cruzar y ''me echaron la bendición''.

 
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