Usted está aquí: viernes 20 de enero de 2006 Opinión MEXICO SA

MEXICO SA

Carlos Fernández-Vega

Temporada de ofertas de creación de empleos

Necesario apoyo a las empresas

La Cepal recomienda mejorar productividad

Las rebanadas del pastel:

ENTRE LAS MILES de promesas que se lanzan en tiempos electorales, la relativa a la generación abundante, e incluso sobrada, de empleo será de las más sonadas en las campañas de cada uno de los candidatos que oficialmente ayer arrancaron en pos de la Presidencia de la República.

SOLO ES CUESTION de ir anotando las cifras que cada uno de ellos comprometa. Sin embargo, si los candidatos pretenden una campaña seria y si de algo les sirve el lamentable ejemplo que Vicente Fox ha ofrecido en este sentido (ofreció un millón 350 mil nuevos empleos por año, y en los hechos sólo puede presumir menos de 400 mil en un quinquenio), deberán evitar jugar con las urgencias de millones de mexicanos, porque el modelo económico -que (ahora se sabe) todos defienden y todos seguirían al pie de la letra, si el voto popular les favorece- no da para mucho en este terreno.

SEA CUAL FUERE el ganador en los próximos comicios, en materia de empleo deberá considerar una serie de factores que han condicionado la prácticamente inexistente generación de puestos de trabajo y la raquítica condición salarial de los trabajadores, no sólo en México sino en buena parte del planeta.

DE ACUERDO CON la Cepal existen cuatro grandes retos en materia de políticas de empleo para los Estados de la región: mejorar la productividad del trabajo para promover la competitividad del aparato productivo y aumentar la tasa de crecimiento; estimular la generación de empleos de calidad que aporten alto valor agregado; desarrollar mecanismos de protección de los ingresos y el empleo de los trabajadores frente a los altibajos del ciclo económico y los cambios estructurales devenidos de la globalización; y procurar la integración al mercado de trabajo formal de grupos sociales específicos (minorías étnicas, inmigrantes, etcétera).

EL AUMENTO DE la productividad del trabajo es una condición necesaria, aunque no suficiente, para que la mayoría de la población incremente sus niveles de ingreso y bienestar. Durante la década de los noventa, las reformas laborales implementadas, al resultar en una menor estabilidad en el puesto de trabajo y en el aumento de la tasa de rotación laboral, desestimularon la inversión en capacitación por las empresas privadas. Por su parte, la innovación tecnológica y el cambio del perfil sectorial de las economías de la región produjeron la abrupta depreciación de gran parte del capital humano, con lo que muchas de las habilidades existentes dejaron de ser reconocidas como tales por el mercado de trabajo, y ocasionaron la fuerte expansión del empleo en el sector servicios.

LAS RELACIONES LABORALES arrastran una historia de alta conflictividad, baja cooperación y fuerte desconfianza entre las partes involucradas. La mayor velocidad a la que ocurren los cambios en los mercados de factores y producto, la agudización de la presión de la competencia, y la aceleración del progreso tecnológico, exigen, al contrario, la conformación de un clima de mayor entendimiento al interior de las firmas, y arreglos institucionales que estimulen la participación laboral, al permitirle a los trabajadores acceder a los beneficios derivados del incremento de la productividad. En esa dirección es que la Cepal insiste en la introducción de un esquema de salarios participativos, mediante el cual al menos una parte de la remuneración podría estar asociada a la evolución de la productividad de las empresas.

LA RESPONSABILIDAD PRIMARIA de la creación de empleo en una economía de mercado radica en las empresas privadas. En este sentido, el principal apoyo que el Estado puede dar a la creación de empleo es la generación de un entorno macroeconómico estable, de crecimiento sostenido del producto y baja tasa de inflación. Pero también existe un papel positivo a asumir por parte del sector público dentro de los límites del mercado de trabajo, en el que caben resaltar dos grandes áreas de intervención: los costos laborales, por una parte, y los costos de transacción y la eficiencia de las instituciones del mercado de trabajo, por la otra.

UNA DE LAS principales herramientas de regulación de los costos salariales es la fijación del salario mínimo. Es frecuente la crítica al establecimiento de valores de remuneración mínimos, basada en el efecto adverso que tendría sobre los niveles de ocupación de los trabajadores más jóvenes y menos calificados, y en que constituiría un estímulo a una mayor informalidad. Pero el examen atento de los datos muestra que, para la experiencia latinoamericana reciente, si el salario mínimo no supera 80 por ciento de la remuneración media en las microempresas, el grado de incumplimiento de la norma es inferior a 25 por ciento (medido como el porcentaje de asalariados que perciben un salario inferior al mínimo legal), de modo tal que existe un espacio para la aplicación de esta legislación promotora de la equidad, siempre que los aumentos estén en línea con la situación general de la economía y el nivel observado de las remuneraciones.

LOS PROGRAMAS DE empleos de emergencia han sido una de las respuestas habituales que han dado los países de la región ante las contracciones económicas. Estas intervenciones, anota la Cepal, han brindado empleos de corto plazo y con bajos salarios a trabajadores semicalificados o sin calificación, en proyectos de inversión en infraestructura, intensivos en mano de obra. Los programas de empleos temporales constituyen instrumentos contra cíclicos, que se orientan a evitar que los ingresos de los más pobres desciendan a niveles críticos, y buscan fortalecer la base de activos de las comunidades más afectadas por las crisis, mediante la creación y/o reparación de infraestructura y servicios sociales básicos.

LA OPACIDAD DEL mercado de la fuerza de trabajo hace que las recomendaciones de terceros, y lazos sociales extraeconómicos, tales como la amistad o las lealtades políticas, incidan en la empleabilidad de las personas. De este modo, aquellos trabajadores que carecen de capital relacional, aunque cumplan con los requerimientos objetivos del puesto, resultan excluidos.

UNA BUENA Y otra mala: sólo faltan 163 días para las elecciones y 314 para que se vaya Fox.

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