Usted está aquí: viernes 20 de enero de 2006 Estados Nueva Zelandia, Tabasco, busca un futuro en las ruinas de su ingenio

Los restos de la próspera fábrica de azúcar y alcohol serán un salón de fiestas

Nueva Zelandia, Tabasco, busca un futuro en las ruinas de su ingenio

RENE ALBERTO LOPEZ CORRESPONSAL

Colonia Nueva Zelandia, Tab., 19 de enero. La nostalgia persiste entre los trabajadores que dejaron ''media vida'' en la fábrica de azúcar y alcohol de Nueva Zelandia, cuya producción fue durante casi 40 años el soporte económico de las 300 familias que permanecen en esta colonia del mismo nombre, a orillas del río Mezcalapa. La factoría cerró hace 20 años y ''todo se vino abajo'' para los habitantes de este lugar.

Del ingenio, que en 1946 tuvo su primera zafra y en la década de los setenta era todo bonanza -tanto que llegó a ocupar más de 300 trabajadores en tres turnos- quedan únicamente instalaciones envueltas por la maleza, arruinadas y carcomidas por el tiempo. Sólo la vieja chimenea de 60 metros sigue en pie. A la distancia da la apariencia de que la fábrica continúa en plena producción.

El poblado se ve desolado y algunas calles son el espejo del abandono y la soledad. Pareciera que todos se hubiesen marchado con el cierre de la empresa. Hasta el río luce triste.

Brenda León de los Santos, delegada de la colonia, no deja lugar a dudas sobre la situación: ''Muchos de los que viven aquí están pensionados porque son personas que trabajaron en el ingenio, pero otros se fueron definitivamente del lugar; vendieron y se marcharon''.

La fábrica, abunda, era muy importante para los pobladores. ''Era bonito porque el ingenio daba todo: las escuelas, la iglesia, y la gente aquí quedó triste cuando lo cerraron porque las escuelas se vinieron para abajo. Ahora la escuelita que hay la tenemos con problemas porque hay poquitos niños.''

Nueva Zelandia es una colonia del municipio de Cárdenas, ubicada a cinco kilómetros de la cabecera municipal, en la carretera que conduce a la demarcación de Huimanguillo.

Envejecidos, los ex trabajadores aún sienten orgullo de haber laborado en la fábrica y de haber participado en la zafra de 1968, cuando la factoría alcanzó la mayor producción: más de 7 mil toneladas de azúcar, según recuerda Alfonso Trinidad Gálvez, quien trabajó en la máquina impulsora de los molinos y formaba parte del equipo de beisbol.

La mayoría de los viejos de esta población, que formaron parte de la empresa, añoran esos años y lamentan haber ''metido la pata'' al aceptar su liquidación sin pensar en el futuro.

''Cuando murió el ingenio prácticamente también morimos varios de nosotros, pues era nuestra única fuente de trabajo. Aunque era poquito el dinero, ahí teníamos seguro y puntual nuestro ingreso'', recuerda con tristeza José María García Vidal, de 60 años, de los cuales 20 trabajó para el ingenio, donde su último puesto fue de enganchador de caña.

Hoy se queja de no tener un sueldo. Trabaja barriendo solares o arreglando tomas de agua, y lamenta el cierre de la factoría, pese a que lo liquidaron a los 40 años con tres millones de pesos ''de aquéllos''.

Hurga en la memoria y se reprocha: ''De esa liquidación por un lado nosotros tenemos culpa, porque estábamos apegados a un sindicato de la ciudad de México, que todavía existe, y de allá vino un señor y dijo: '¿Saben qué? La empresa está propensa a cerrar, pero se les va a liquidar a todos'. Como todo se manejaba por medio de asamblea, cuando el señor éste dijo: '¿Están de acuerdo con esa liquidación?', respondimos 'sí'.

''Ahí se nos fue la pata. Cuando el señor nos preguntó si estábamos de acuerdo en que nos liquidaran debimos haber contestado: '¿Y cuánto nos van a dar?' Hay gente que entró joven y aquí dejó toda su juventud y, como nadie preguntó al sindicato, la empresa liquidó conforme quiso''.

Antonio Santos Jiménez, quien trabajó 40 años y alcanzó el puesto de jefe de albañilería, atribuye el fracaso del ingenio a que el gobierno federal tomó las riendas y de inmediato aumentó el personal.

''Cuando entró el gobierno, allá por 1978, metió más empleados en las oficinas, igual en la fábrica; para el trabajo que uno solo hacía ellos metían cinco o seis personas. Por ejemplo, el que retiraba la cadena era la misma persona que hacía la tarea de picador, y el que botaba las cenizas era el mismo que recogía la caña. Luego este trabajo lo comenzaron a realizar varias personas.''

Luis Germán García Lombardo, pionero del ingenio, donde trabajó desde que éste se construyó, en 1943, hasta su cierre, en 1985, recuerda que en su mejor época la planta molía la caña de las vastas plantaciones de las comunidades El Dorado y El Habanero. Incluso le dieron servicio al ingenio Santa Rosalía, ubicado en el mismo municipio y que sigue operando.

García Lombardo recuerda una muestra del auge de Nueva Zelandia: cuando aún no había teléfono ni luz eléctrica en la cabecera municipal de Cárdenas, el ingenio ya contaba con estos servicios, además de correo a domicilio, cuando en la comuna los pobladores tenían que ir a las oficinas postales. ''De Villahermosa hablaban por teléfono al ingenio, y de aquí se llevaba el mensaje a la cabecera municipal.''

En su mejor época la fábrica también tuvo transporte de personal propio, así como equipos de futbol y beisbol en todas las ramas para participar en los torneos municipales.

Hoy el escenario es otro. García Vidal muestra los sitios donde aún están los tornillos que sostenían los cuatro molinos, las dos grúas y las cortadoras de caña. Los restos de los edificios de la pagaduría y la fábrica de alcohol.

Durante el recorrido, la delegada Brenda León asegura que las instalaciones son de la Colonia y abriga la esperanza de recibir apoyo del gobierno municipal para restaurarlas, a fin de ''sacarle provecho''.

En las amplias bodegas abandonadas, según informaron, se tiene proyectado habilitar un mercado para comercializar frutas, verduras, carnes y todo lo que producen los campesinos de la zona, así como un salón de fiestas para alquilarlo a particulares o al propio ayuntamiento.

''Ya lo platiqué con el alcalde. Necesitamos levantar de nuevo Nueva Zelandia para que la gente, nuestra gente, ya no siga triste'', concluye.

 
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