Usted está aquí: viernes 20 de enero de 2006 Espectáculos Miles de incondicionales adoraron a Luis Miguel

Primero de 26 conciertos en el Auditorio Nacional

Miles de incondicionales adoraron a Luis Miguel

ARTURO CRUZ BARCENAS

El máximo vendedor de discos en México por varios años, según la Amprofon, llenó el Auditorio Nacional con casi 10 mil incondicionales en el primero de los 26 conciertos que ofrecerá en dicho foro, que lo harán superar su propio récord, de 25. Uno más, otra vuelta de tuerca del llamado Sol.

El también apodado Luismi o Luis tu rey llegó al Auditorio como parte de su gira México en la piel, que en la República constará de 45 presentaciones. Horas antes de que comenzará el recital, decenas de revendedores de boletos hacían de las suyas, dejándose pedir las perlas de la virgen.

A las 20:30 adentro ya varias seguidoras no sabían qué hacer para que ya saliera su ídolo. Sexy para ellas, suspiraban. A las 21:03 se apagaron las luces. Una gritería ensordecedora castigó los tímpanos.

De repente, como superhéroe, Luis Miguel apareció en el escenario tras romper una puerta de papel instalada en el centro de la escenografía. Gritos de "¡apachurro!", "¡papacito!", mínimo, se escucharon por todas las esquinas.

Comenzó con su composición Qué nivel de mujer, que levantó de sus asientos a miles. La novia de Luis Miguel, Araceli Arámbula, estaba en primera fila, gozando del triunfo del cantante-imán de bellezas.

Se aflojó la corbata. Esa acción (aflojarse el nudo) pegó en el alma de sus seguidoras, quienes soltaron un grito ensordecedor, como si lo vieran desnudarse. Ahora canta Dame el amor. Para mover la cadera y todo lo demás, interpreta Sol, arena y mar. Una muchacha le canta a su pareja, al oído, esa rola.

Se queja de que el sonido está mal. Esto se repetirá durante todo el concierto. Abre su boca, a lo pez en pecera sin oxígeno. Un pasito no duranguense: gira sobre su pie derecho y mueve la nalga. ¡Aaah! Se echa un rollo; que gracias por estar ahí...

Interpreta una larga serie de éxitos de sus discos Romance, que revivió, según maestros como Armando Manzanero, el bolero para las nuevas generaciones. No me platiques más, entre otras.

Se le ocurrió sentarse en un escalón del centro del escenario. Gritos. Contigo a la distancia, Usted.

Luce de negro, al estilo Julio Iglesias. Ahora, La distancia. Cierra los ojos y estira el brazo; levanta el micrófono. Le responde un coro de miles.

Para chillar: No sé tú, de Manzanero. Puro dolor. Una más movida y cachonda: Inolvidable. El día que me quieras, que según unos argentinos echó a perder. Esta noche gustó a las mayorías y eso es democracia.

Más románticas, hasta Por debajo de la mesa, que salió del alma erótica de Manzanero, quien la señala como la mejor de sus composiciones. Se va. Regresa cambiado de ropa, con pantalón de charro y camisa negra. Tan sólo una alusión vernácula. Todo será México en la piel, con los temas del cidí, como Entrega total, Echame a mí la culpa. En el fondo del escenario ondea una bandera. Hasta ¿Sabes una cosa? Y la infaltable Bikina, esa que tiene pena y dolor. Y que no conoce el amor.

Otra ida. Regresa con otro vestuario. Cierra con un popurrí: Isabel, Cuando calienta el Sol (él, pues), Será que no me amas y Te propongo esta noche.

 
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