Usted está aquí: miércoles 18 de enero de 2006 Política Odio y temor en la tercera frontera de EU

Por encargo de Washington, el gobierno mexicano caza a los indocumentados

Odio y temor en la tercera frontera de EU

DAVID DEBUSMANN CORRESPONSAL ESPECIAL, REUTERS

Tecun Uman, Guatemala, 17 de enero. Esta polvorienta ciudad fronteriza atrae contrabandistas y migrantes indocumentados. Está a tiro de piedra de México, apenas al otro lado de las pardas aguas del Suchiate. Es, en cierta forma, la frontera más sureña de Estados Unidos.

"No se confundan, el río para nada es obstáculo", señala Ademar Barilli, sacerdote católico que dirige la Casa del Migrante en esta ciudad. "El obstáculo está más allá. El gobierno mexicano ha transformado todo su territorio en frontera. Trabaja por cuenta de Estados Unidos cazando migrantes."

Es una aseveración común en Centroamérica, aunque no se escucha en Washington, donde la frontera con México ha pasado a ocupar el centro de un acalorado debate. En diciembre, la Cámara de Representantes aprobó una iniciativa de ley para construir un muro a lo largo de la frontera y evitar el paso de indocumentados.

México ha dejado en claro su sentir, de que sus esfuerzos por contener la ola de migración indocumentada no se han apreciado en todo su valor. Estadísticas del Instituto Nacional de Migración explican por qué: en 2000, autoridades mexicanas deportaron 105 mil 902 migrantes, casi todos centroamericanos. En 2005 la cifra se elevó a casi 250 mil. En comparación, la Patrulla Fronteriza estadunidense reportó un millón 188 mil 997 aprehensiones durante el año pasado en la línea internacional más cruzada del mundo.

La contención en la frontera sur, combinada con el endurecimiento de requisitos para obtener la visa mexicana, responde a la presión estadunidense, según diplomáticos en Washington. "(Los mexicanos) nos tratan mal", afirma David González, salvadoreño de 18 años, quien relató haber sido arrestado en Tapachula, Chiapas, 32 kilómetros al norte de aquí, y deportado a Tecún Umán después de tres meses en presidio. "Muchos les temen más que a los gringos."

Una serie de quejas de maltrato a centroamericanos impulsó a la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) a emprender una investigación sobre las condiciones de los 119 centros de detención de migrantes con que cuenta el país. En Tapachula se está construyendo el que será el más grande del hemisferio occidental, para mil 450 personas.

"Triste contradicción"

El informe de la comisión, emitido en diciembre pasado, pinta un desolado panorama de instalaciones sobrepobladas e insalubres, hediondas a excremento, en las cuales los detenidos tienen que dormir en el suelo, pasan hambre y carecen de atención médica.

Cuando presentó el informe, el titular de la comisión, José Luis Soberanes, expresó que es una "triste contradicción" que el gobierno mexicano pida a Washington mostrar hacia los derechos de los migrantes mexicanos el respeto que es incapaz de garantizar en su frontera.

Miles de centroamericanos cruzan a diario, sin papeles, la frontera de mil kilómetros entre Guatemala y México para emprender el largo y peligroso trayecto hacia Estados Unidos, parte de un movimiento masivo impulsado por el abismo cada vez mayor entre países ricos y pobres.

El número de migrantes internacionales se duplicó entre 1985 y 2005; ahora asciende a 200 millones, y se espera que aumente, según la Comisión Global sobre Migración Internacional de la ONU. Estados Unidos es el principal destino de estos viajeros, tanto documentados como indocumentados.

Estación de paso en la ruta hacia el norte, Tecún Umán ofrece una variedad de servicios -unos legales, la mayoría no- a una población flotante cuyo número a menudo iguala el de los 28 mil habitantes fijos. La plaza principal sirve para el intercambio de información y artículos, desde documentos falsificados hasta cigarrillos vendidos por pieza a los escasos de fondos. A lo largo de la calle Tres, bares con nombres como Las Vegas y Starlight atraen a los viajeros que llevan dinero para gastar. La mayoría doblan funciones como burdeles, con jóvenes mujeres a quienes se les agotó el dinero y la suerte en el viaje al norte. Se dice que hay unos 80 de estos antros en Tecún Umán y unas mil prostitutas, muchas enganchadas para trabajar en condiciones de esclavitud, según organizaciones eclesiásticas que les brindan ayuda.

"Humanos sin derechos"

La organización más prominente de auxilio es la Casa del Migrante, que imparte sesiones diarias de información a quienes pretenden cruzar la frontera, con consejos prácticos sobre rutas, ropa, medicinas, alimentos y sus derechos en caso de ser detenidos.

"La policía y otras autoridades los ven como humanos sin derechos", señala el padre Barilli, quien trabajó con migrantes en la frontera de México con California antes de cambiarse a Guatemala, hace 11 años. "Todos hacen presa de ellos."

Unas 16 mil personas pasaron por la Casa del Migrante en 2005, mil 600 más que el año anterior, pese a que el tren de carga que va a la frontera, medio de transporte favorito de los migrantes, dejó de funcionar luego de que el huracán Stan devastó a Guatemala, en octubre. Desde entonces los puntos de cruce de la frontera que se extiende en zigzag sobre las escarpadas montañas al norte de aquí -zona virtualmente imposible de controlar- han absorbido parte del tráfico tradicional de Tecún Umán.

Para cuando los migrantes llegan a la frontera, muchos han sido ultrajados, robados, golpeados y obligados a pagar sobornos a policías corruptos y miembros de bandas de delincuentes.

Nada de esto detiene a quienes van en busca de una vida mejor. "El muro no los detendrá", vaticina Barilli, con la voz de la experiencia: trabajaba en California cuando Estados Unidos construyó una muralla de acero de 22 kilómetros de largo entre San Diego y Tijuana. "Tampoco servirán los retenes, las detenciones y deportaciones que realizan autoridades mexicanas. Lo que se necesita son medidas concretas para poner fin a la pobreza y mejorar las condiciones de vida en los países de origen de los migrantes. Y eso no está ocurriendo."

Traducción: Jorge Anaya

 
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