Usted está aquí: lunes 16 de enero de 2006 Política La justicia, envilecida: artistas e intelectuales

Persigue a víctimas y libera criminales, consideran

La justicia, envilecida: artistas e intelectuales

La delincuencia organizada está en el gobierno, lamentan

ARTURO GARCIA HERNANDEZ Y ARTURO JIMENEZ

El caso Lydia Cacho es sintomático del envilecimiento de un aparato de justicia que persigue a las víctimas y libera a los criminales; es signo ominoso de los riesgos que se ciernen sobre la libertad de expresión y el periodismo democrático; es reflejo de la insensibilidad de una sociedad que, inserta en una economía depredadora, se ha olvidado de sus niños.

Con matices, en estos señalamientos coinciden diversos miembros de la comunidad artística e intelectual consultados por La Jornada a propósito de la acción penal ejercida contra Cacho Ribeiro, autora del libro Los demonios del edén: el poder detrás de la pornografía, en el que denuncia a una red de pederastas en la que se ven involucrados personajes del ámbito político y empresarial.

La periodista y escritora documenta la participación del magnate hotelero Jean Succar Kuri, detenido en Arizona en 2004, en proceso de extradición a México y acusado de encabezar una red de prostitución y pornografía infantil. En el documento aparecen también los nombres de Kamel Nacif Borge, empresario textil de Puebla, y de Miguel Angel Yunes Linares, subsecretario de Seguridad Pública federal y amigo de Succar.

Nacif Borge, también conocido como El rey de la mezclilla, interpuso una demanda en contra de Cacho Ribeiro por presuntas difamación y calumnias. La periodista fue detenida en Cancún, el pasado 16 de diciembre, por agentes policiacos poblanos y trasladada por carretera a la ciudad de Puebla.

Lydia Cacho ha acusado públicamente al gobernador poblano, Mario Marín, y a la procuradora de Justicia estatal, Blanca Laura Villeda, de ''orquestar una persecución'' en su contra para favorecer a Nacif.

''Que sea hombrecita''

En tanto, el empresario textilero, en entrevista telefónica con la reportera Blanche Petrich (La Jornada, 12 de diciembre), exigió cárcel para Cacho Ribeiro y la retó a ''que sea hombrecita; que demuestre lo que dice (...) Esa llorona no se va a salvar, ¿eh?''

La periodista y crítica de arte Raquel Tibol advierte que el caso tiene doble vertiente: ''Por un lado hay una liberalidad peligrosa contra auténticos criminales; por otro se persigue a gente que está desarrollando una actividad democrática en el periodismo. No se puede desligar una de la otra''.

Para la actriz y dramaturga Jesusa Rodríguez la acción contra Lydia Cacho ''es la radiografía del estado de la justicia en México; estamos viendo con toda claridad cómo se culpabiliza a las víctimas y se otorga total impunidad a los criminales, de tal forma podemos decir que tenemos al crimen organizado en el gobierno y que el aparato de justicia está devastado''.

El escritor Carlos Monsiváis tiene claro que Lydia Cacho no ha inventado los cargos: ''Ha insistido en separarse de la irresponsabilidad, hoy tan campante, al documentar lo sucedido en Cancún y en Puebla, y esclarecer la verdad y reclamar la justicia; se le quiere castigar en función de la práctica histórica de darle toda la razón a los poderosos y negársela a los ofendidos''.

El autor de Escenas de pudor y liviandad sostiene que el hecho ''demuestra cómo continúa en México la vieja tentación de convertir el Poder Judicial en el poder servicial de los poderosos; exhibe la persistencia de la tarifa como elemento central de la aplicación de la justicia; quiere reducir la presentación de pruebas y documentos al rango del rumor o el chisme malévolo''. Por eso, ''defender a Lydia Cacho es defender los derechos del periodismo responsable''.

Enfermedad de adinerados

Situado en el contexto social y político -evalúa por su parte el escritor José Agustín-, se trata de ''un fenómeno extraordinariamente grave y muy complejo, que refleja la enfermedad en que ya se halla inmersa la mayor parte de la sociedad, pero especialmente las capas más adineradas''.

Desde el punto de vista de Raquel Tibol, el gobierno federal no está exento de responsabilidad en la situación: ''Fox tiene instruido a un equipo de persecución que reprime a la gente democrática en cualquier terreno, pero además defiende a sus cuates. ¿Qué se puede esperar de los yunques? Todo son arreglos en lo oscurito: cuando se arreglan con el PRI es en lo oscurito; cuando negocian lo de Fobaproa es en lo oscurito; son arreglos en lo oscurito con los grandes criminales y una persecución abierta contra quienes ejercen el periodismo democrático en favor de la gente desvalida o perseguida''.

La cuestión del abuso de niños -lamenta José Agustín- es un fenómeno muy viejo, ''está narrado desde Dickens y Buñuel lo registra magistralmente en Los olvidados''. En su novela Vida con mi viuda, el escritor guerrerense aborda precisamente el tema de la pederastia: ''Hay grupos compuestos por clérigos, por altos empresarios y funcionarios de gobierno que se dedican a estas prácticas; tiene que ser gente con un inmenso poder, que puede llegar por Lydia Cacho a Cancún y llevársela a escondidas a Puebla e inmediatamente someterla al auto de formal prisión. Eso indica que hay gente muy poderosa ligada a todo esto''.

También la escritora Margo Glantz se manifiesta indignada por el trato a ''una periodista que descubre enredos de multimillonarios que se meten en la pornografía infantil; estoy en contra de esa persecución y en favor de la libertad de prensa''.

Al poeta Juan Bañuelos ya le parece el colmo que las instituciones encargadas de impartir justicia ahora lleguen al extremo de perseguir a los medios y periodistas que denuncian los abusos de quienes detentan el poder, ''que por cierto son los que están al frente del país''.

Sobre ese contubernio entre la clase política y los empresarios, Jesusa Rodríguez no encuentra diferencias entre los gobiernos surgidos del PRI y del PAN: ''Es la misma impunidad y mientras no se combata no hay posibilidad de democracia verdadera ni mucho menos de algo de justicia'', lamentó.

Paso previo al fascismo

El caso, y el contexto político y social en que se da, tiene, en opinión de Raquel Tibol, un significado muy grave para la vida pública: ''Es el paso previo al fascismo; así empezaron todos estos regímenes, con la persecución de quienes trabajaban en pro de las libertades democráticas, en pro de los desvalidos, a quienes no se les hace justicia''.

Para ilustrar el nivel de la impartición de justicia en México, la autora de Frida Kahlo en su luz más íntima refiere el caso de la famila en la que dos niños murieron quemados, mientras la madre estaba presa por hacerse un aborto y haber enterrado el producto en ''su terrenito''; el padre estaba en Estados Unidos: ''Y dice el gobernador que les va a dar becas a los sobrevivientes. Es muy vergonzoso y muy peligroso lo que está ocurriendo''.

La periodista Cristina Pacheco, conductora de Aquí nos tocó vivir, considera la situación de Lydia Cacho ''incalificable, inaceptable; uno tiene qué preguntarse dónde están los mecanismos que permiten que una cosa de esta naturaleza suceda''.

 
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