421 ° DOMINGO 15 DE ENERO DE 2006
 

Así empiezan partidos y candidatos el 2006
3, 2, 1... Arrancan

Daniela Pastrana

¿Llegó la hora del PRD con Andrés Manuel López Obrador? ¿Se cumplirá el oráculo de los astros y será Felipe Calderón el segundo presidente surgido de las filas del PAN? ¿O será Roberto Madrazo, emblema del PRI más arcaico, quien regrese el poder a su partido? Este miércoles termina la tregua navideña decretada por el IFE y, ahora sí, inician formalmente las campañas para la competida elección de 2006. La fiesta del 2 de julio, empero, no será sólo de los candidatos presidenciales. Otros actores hacen de la que viene una de las elecciones más complejas en la historia del país. Y nadie ­salvo los brujos­ se atreve a hacer apuestas. El siguiente es un mapa para seguir el proceso electoral



El inicio del año no podía ser más simbólico: frente a la tregua navideña decretada por el Instituto Federal Electoral (IFE) ­y agradecida por los electores­ para que los partidos políticos se abstuvieran de hacer campañas electorales, los medios dieron vuelo a las predicciones astrológicas.

"El PAN es el que en este momento veo como ganador de la presidencia de la República", auguró Antonio Vázquez, autodenominado "Gran Brujo" mexicano, apenas abriendo el año, y ante la falta de información electoral, la noticia fue ampliamente difundida en medios electrónicos y agencias.

El brujo, por cierto, también aseguró que Roberto Madrazo se retirará de la campaña antes de las elecciones, algo que en estos momentos parece muy poco probable.

Folclore aparte, los mexicanos tenemos en puerta una de las elecciones más complejas en la historia del país.

Los ocho partidos que medirán fuerzas en las urnas el próximo 2 de julio (PRI, PAN, PRD, PVEM, PT, Convergencia, Partido Alternativa Socialdemócrata y Campesina y Partido Nueva Alianza) se enfrentarán con un electorado desencantado, polarizado, harto de los políticos y sin claridad en las opciones que representa cada uno de los candidatos.

En ese contexto, lo que prevalece en el ambiente político es la incertidumbre.

Este año se juegan mil 699 cargos de elección popular. De ellos, 629 corresponden a cargos federales (entre ellos, 500 diputados y 128 senadores). Los otros mil 70 cargos incluyen seis gubernaturas, presidencias municipales y diputaciones locales que estarán disputándose en 13 estados.

Pero sólo 312 de esos cargos no serán electos el 2 de julio, día que concurren las elecciones de cuatro gobernadores, 383 alcaldes y 371 diputados locales.

Y la gran cereza, claro, es la elección presidencial.


López Obrador, Calderón y Madrazo. Los tres candidatos estarán hasta en la sopa
 

Definidos los tres candidatos con posibilidades reales en la contienda (Andrés Manuel López Obrador, por el PRD; Roberto Madrazo, por el PRI, y Felipe Calderón, por el PAN), los operadores se aprestan a pelear con todos los recursos: mediáticamente, como el panista; "robando" las bases de los otros partidos, como el perredista; o desalentando la participación, como el priísta.

En términos de votos, el PRI y el PRD llegan con una gran ventaja sobre el PAN, que no hizo sino acumular desastres electorales en 2005.

A pesar de la dolorosísima derrota en Guerrero, el PRI se recuperó en Nayarit y en el Estado de México. Al cierre del año, acumuló el doble de votos que sus adversarios y no sólo detuvo la caída de votos de las últimas cuatro elecciones, sino que por primera desde 1997 consiguió aumentar su votación.

El PRD, por su parte, llega en su mejor momento desde 1997: con 30% de la votación total del año, el triunfo en Guerrero y Baja California Sur, y la recuperación electoral en Nayarit, Quintana Roo y Estado de México, el perredismo desplazó al panismo de la segunda fuerza electoral (el PAN tuvo 20% de la votación).

Este año, sin embargo, hay elecciones en zonas de fuerte presencia panista, como Jalisco y Guanajuato, dos de los estados de mayor población (después del Estado de México y el Distrito Federal).

Abierto el juego, comienzan las apuestas.

PRI: la fuerza de la estructura electoral

Roberto Madrazo todavía no se recuperaba de la derrota en Guerrero, donde el PRD sorprendió con una victoria holgada, cuando ya tenía encima a sus adversarios internos. El 9 de febrero de 2005, en la presentación del Grupo Unidad Democrática en el Campo Marte, el todavía gobernador mexiquense Arturo Montiel apuntó sus lanzas a la dirigencia nacional: "El PRI va a la baja en las preferencias electorales, como en el caso de Guerrero, por culpa de los cacicazgos y las maniobras del pasado".

Por esos lejanos días, Montiel buscaba la candidatura presidencial del PRI y sus críticas provocaron un berrinche público del presidente nacional.

La historia que siguió es conocida: Montiel se hizo la precandidatura tras el aplastante triunfo del PRI en el Estado de México (Enrique Peña Nieto ganó con 47% de la votación, contra el 24.8 del panista Rubén Mendoza Ayala). El gusto le duró hasta que las revelaciones de su inexplicada fortuna lo hicieron declinar por "la unidad del partido". El grupo anti Madrazo se desdibujó y el tabasqueño ganó la interna a Everardo Moreno, un candidato testimonial. Pero en el camino se ganó la enemistad de su ex aliada, Elba Esther Gordillo, quien al final del año se convirtió en una verdadera pesadilla para el priísmo que encabeza el tabasqueño.

En febrero, las críticas de Montiel iban precedidas de una tendencia de pérdida de votos en las últimas tres elecciones federales y de los apretados triunfos en otrora bastiones priístas, como Veracruz y Oaxaca, en 2004.

En cuatro años, el PRI había perdido la quinta parte de los municipios que gobernaba (11% de la población gobernada a nivel municipal) y ya entonces comenzaba a haber señales de un fenómeno más preocupante para la cúpula priísta: la pérdida del voto que durante décadas lo alimentó, el rural.

"Notoriamente en Puebla y las zonas rurales de Mérida y Veracruz", admitió en diciembre de 2004 el subsecretario de Organización del CEN del PRI, Eduardo Bernal. (Masiosare, 2/01/2005).

Pero el electorado mexicano ha demostrado más de una vez que puede ser impredecible.

A pesar de los malos augurios del inicio del año, de la reconocida mala imagen de Madrazo, de su pleito callejero con Elba Esther Gordillo, 2005 fue un buen año para el PRI; no sólo detuvo la sangría de votos de los últimos años, sino que por primera vez desde que perdió el poder presidencial, sumó... y muchos.

En las siete elecciones del año (sin contar la de Colima, que fue un proceso extraordinario) el PRI consiguió más de 3 millones 370 mil votos, casi 700 mil más de los que tuvo en 2002 (la elección anterior comparable) y dos millones más que los que consiguió el PAN. Su porcentaje de votación, al finalizar el año, fue de 49%. Aunque perdió Guerrero, recuperó Nayarit, se afianzó en Hidalgo, Quintana Roo y Coahuila, y arrasó en el Estado de México.

Un dato más, para quienes ya lo descartan de la contienda en 2006: cinco años después de perder el poder, el PRI sigue teniendo la estructura electoral más fuerte en el país: gobierna 17 estados, que concentran casi 54% de la lista nominal, y, salvo en el DF, se mantiene como primera o segunda fuerza electoral en todos los estados del país.

PRD: el empujón del desafuero

Si los videosecándalos lo regresaron al ostracismo del 17% en 2004, el desafuero puso al perredismo en un histórico 30% en 2005.

El del PRD es el mejor ejemplo de la volatilidad electoral registrada en los últimos años.

Apenas hace tres años, a principios de 2003, los perredistas estaban felices porque las encuestas de fin de año les habían dado unos puntitos arriba del 17% que habían mantenido desde 2000. Animada por las tendencias, la entonces presidenta nacional del partido, Rosario Robles, puso su cabeza por delante a la meta de tener 18% en las elecciones federales de ese año. No lo consiguió, por décimas (aunque casi duplicó el número de diputados perredistas en la Cámara de Diputados) y a la larga el 18% sería un grillete demasiado pesado en la correlación interna de fuerzas en su partido.

Los perredistas terminaron ese año medianamente satisfechos, sin saber que les esperaba un largo 2004: la paliza de los videoescándalos, las ambiciones de Maricarmen Ramírez, quien se encargó de que el PRD perdiera la gubernatura de Tlaxcala, los linchamientos en Tláhuac, y procesos electorales en estados donde el PRD no tiene más de 10% terminaron con un año de pesadilla para el perredismo que, con todo, aguantó su 18% hasta el final.

Para 2005, en cambio, este país era otro.

Con el empujoncito de la Pejemanía que provocó el desafuero, el perredismo ganó Guerrero con 55% de la votación (contra 42% del PRI), y mantuvo Baja California Sur; recuperó terreno en Nayarit, donde sacó de la contienda al PAN, Hidalgo y Quintana Roo; en el Estado de México, plaza en la que se esperaba una fuerte competencia PRI-PAN, el PRD se benefició del desplome panista y quedó a unas décimas del segundo lugar.


El PRD aumentó casi 700 mil votos sus números de 2002 y al cierre del año, llegó como segunda fuerza electoral con un porcentaje récord en elecciones locales de 30%.

PAN: derrotas acumuladas

"No estamos en ánimo de buscar culpables", decía el 5 de julio pasado el vocero del PAN Marco Antonio Adame. El funcionario intentaba salir del paso ante los números que reflejaban las elecciones en el Estado de México y Nayarit.

Los resultados electorales, en realidad, eran desastrosos:

En el Estado de México, donde seis años antes el panismo se había quedado a una nariz de la gubernatura, y donde había comenzado la campaña empatado con el PRI, simplemente se desfondó. El PRI se alzó con la mitad de la votación, mientras que el panista Rubén Mendoza Ayala sólo consiguió 24.8%, apenas unas décimas arriba de la candidata del PRD (24.1%).

En Nayarit, donde el ex gobernador Antonio Echeverría llegó con una alianza opositora, pero después se declaró foxista y trabajó abiertamente en favor del PAN, el panismo cayó al tercer lugar con un deshonroso 6% de la votación.

Los resultados se sumaban al desastre de febrero, donde el PAN quedó en tercer lugar en Quintana Roo (22%), Baja California Sur (9%), Hidalgo (10%) y desapareció en Guerrero (1%).

En las otras dos elecciones, Coahuila y la extraordinaria de Colima, el PAN quedó en segundo lugar después del PRI (en el primer caso por más de 20 puntos).

Esa ha sido la historia electoral del PAN en la era foxista.

A los dirigentes panistas les gusta descontar la elección de 2000 de sus gráficas porque fue una elección "no comparable" con otras, y presumen que, en términos netos, han aumentado su votación, e incluso, que le ha ido quitando terreno en el voto rural al PRI.

Lo cierto es que las dirigencias del ahora embajador en el Vaticano, Luis Felipe Bravo Mena, y de Manuel Espino, sólo han acumulado derrotas. Sólo en las elecciones federales de 2003 perdió un millón 300 mil votos (sin contar el voto útil). Otra pérdida importante está en el norte, incluso en ciudades donde llevaba tres o cuatro administraciones seguidas, como Ciudad Juárez y Tijuana, y que parecían bastiones seguros. En términos porcentuales y de espacios políticos, el PAN ha perdido más de lo que había ganado.

El paquete del 2 de julio

El que empieza, sin embargo, es un año con ventaja el PAN, porque hay elecciones en estados donde su influencia es fuerte.


Por ejemplo, de las seis gubernaturas en disputa, tres están en manos del PAN (Jalisco, Guanajuato y Morelos). Los dos primeros concentran 11.4% de la votación nacional. Además hay elecciones de diputados y alcaldes en Nuevo León, Querétaro y San Luis Potosí. Esos seis estados concentran casi 21% de los electores.

No es un dato menor, si se considera que para las elecciones locales habrá una movilización extra de las bases partidistas. El PRI, pese a todas su fuerza, gobierna en cinco estados de los que tendrán elecciones este año y no suman más que 18% de los electores, mientras que el PRD sólo gobierna en el DF, que tiene 10.1% de la lista nominal.

La complejidad de la elección presidencial tiene también otro plus:

De los mil 699 cargos de elección popular que se renovarán durante 2006, mil 387 lo harán el 2 de julio. Es decir, 87.6% de las elecciones que habrá este año serán el mismo día de la elección presidencial.

Para los estrategas y los analistas, la complicación se presenta en dos pistas:
Una. La definición de las candidaturas; la constante en los últimos años ha sido que candidaturas mal resueltas han provocado sangrías de grupos locales en todos los partidos; en una elección en la que todos se creen con posibilidades de ganar, el peligro de divisiones aumenta, y ese será un costo extra que tendrán que salvar los candidatos.

Dos. El efecto "cascada" y el voto diferenciado.

Hace seis años, las cosas no iban muy bien en la campaña del PAN en Guanajuato. Los guanajuatenses recordaban con molestia las "ocurrencias" con las que gobernó Vicente Fox. Con todo, iban a votar por él, por ser "el de la casa", pero no estaba claro el resultado de las elecciones locales (gobernador, alcaldes y diputados). Luis Miguel Rionda, catedrático de la Universidad de Guanajuato y analista político, explicaba entonces los escenarios posibles: uno, decía, que los buenos locales empujaran hacia arriba la votación, en una suerte de "efecto cohete", y que se diera el voto diferenciado; el otro, que ganara Fox y, en el "efecto cascada", la ola foxista jalara a los candidatos locales. (Masiosare 4/06/2000).

La respuesta llegó el 2 de julio de 2000: el PAN arrasó en Guanajuato: ganó la presidencia, la gubernatura, la mayoría en el Congreso local y la mayoría de las alcaldías.

Espejito mágico: ¿quién es el candidato más bello?

Roberto Madrazo tiene en su favor la estructura electoral más poderosa del país. El PRI gobierna hoy a la mitad de la población del país, por lo que en buena medida, los resultados dependerán de la habilidad de los 17 gobernadores priístas.

En contra tiene su propia imagen, que no levanta a pesar de la campaña enfocada en su "lado humano".

En agosto pasado, las encuestas comenzaron a mostrar lo que ya se habían percatado los estrategas electorales: el PRI está perdiendo su voto duro; según los demóscopos, la razón principal de la caída del tricolor (al que algunos ubican en tercer lugar) se llama Roberto Madrazo.

A eso se agrega el lento desgrane en el PRI en los últimos años, que las "redes ciudadanas" de López Obrador se han dedicado a desmantelar organizaciones priístas en el norte del país y que en el conflicto con Elba Esther Gordillo Madrazo está perdiendo el voto del magisterio (que ya busca Felipe Calderón).

Un viejo priísta, observador de muchas batallas, lo define así: "Nada ha hecho más daño a las aspiraciones presidenciales de Roberto Madrazo que La Maestra".

López Obrador tiene en sí mismo su principal fortaleza y su principal debilidad. Puntero en las encuestas desde hace muchos meses, su candidatura duplica la votación perredista. Esa ventaja contrasta con las dudas que provocan sus constantes contradicciones y con la imagen que le achacan sus oponentes de hombre mesiánico y autoritario. De manera que de darse una batalla final entre dos opciones, los electores que no lo ven con buenos ojos podrían sumarse a su adversario más fuerte.

El perredista llega al 2006 con un partido dividido por la elección de Marcelo Ebrard Casaubón como candidato a Jefe de Gobierno del DF, pero que, como nunca, está cerca de ganar la justa presidencial.

En contraparte, Felipe Calderón arrancará su campaña con el plus que le da ser el panista que venció al candidato de Vicente Fox (¿alguien se acuerda de Santiago Creel?), y de ser una "cara fresca" frente a las fobias que generan los tabasqueños, pero con el lastre de las derrotas electorales acumuladas por su partido en cinco años.


Tiene en su favor la estructura del gobierno y sobre todo, las relaciones que le pueda generar la incorporación de Josefina Vázquez Mota, hasta la semana pasada secretaria de Desarrollo Social, en su equipo de campaña. El enroque, sin embargo, se le puede revertir. El nombramiento de Ana Teresa Aranda, ex directora del DIF, que obedeció a la idea de tener una panista "entregando" los últimos programas sociales anunciados por Fox, provocó la renuncia de los subsecretarios, quienes no consideraron suficientes las cartas académicas de la poblana. La nueva titular de la Sedeso no tendrá operadores para la entrega de los programas.

Estado de México: la medición previa

La del Estado de México, donde se elegirán 125 alcaldes y 70 diputados locales, es la única elección antes de la federal.

Con una bolsa de 8 millones de votos posibles, el Estado de México ha sido considerado durante años el "laboratorio político" de los procesos electorales, no sólo por la muestra que representa, con casi 13% de la lista nominal, sino porque sus fuerzas políticas presentan un mosaico similar al del escenario nacional.

No es exacto, para empezar, porque el PRI mexiquense no ha perdido nunca una elección (en 1999 estuvo muy cerca, pero finalmente logró retener la gubernatura). Y la pasada experiencia está lejos de reflejar la correlación de fuerzas en el país.

Sin embargo, será la única medición de fuerzas de los partidos antes del 2 de julio. Programada para cuatro meses antes, el 12 de marzo, seguramente perfilará al opositor de López Obrador.

No todos los aliados son iguales

Finalmente, el PAN irá sólo a la batalla (o con los votos del magisterio). El PRI selló su alianza con el Partido Verde, que salvó el año con la campaña de Bernardo de la Garza.

El PRD en alianza con el PT y Convergencia, dos partidos a la baja. La experiencia de 2000, en la que los aliados pequeños "colgaron" de la campaña de Cuauhtémoc Cárdenas, no es comparable, dicen los dirigentes perredistas, pues en un escenario mucho más competido y con mayores posibilidades para el PRD, los puntitos que aporten estos partidos pueden ser definitivos. Con todo, hay quienes piensan que cedieron espacios de más.

Manuel Camacho, principal operador de López Obrador, lo pone de este modo: "La elección no se puede ganar sólo con cuadros partidistas, ni con las redes ciudadanas; se tienen que hacer muchas alianzas regionales y con bases del PRI y del PAN. Esta es una lucha política, quizá los aliados no sean los que nos hubieran gustado, pero para asegurar la victoria, tenemos que romper el techo electoral del PRD y sólo lo podemos hacer con fracturas en los otros partidos". (Masiosare 8/01/2006).

Así las cosas, el juego electoral de 2006 está abierto.

En los corrillos sobran los análisis y las especulaciones: ¿Podrá Madrazo sacudirse su mala fama y desmarcarse de Elba Esther Gordillo? ¿Aguantará la burbuja en la que llega Felipe Calderón? ¿Serán las dos cadenas televisoras el gran elector? ¿Pesará la otra campaña? ¿Se unirá el ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas a otro partido?

Salvo los brujos, nadie se atreve a hacer pronósticos. Hasta los demóscopos, tan dados a la prospectiva, han tomado sus precauciones y aprovechan cada foro para advertir que las mediciones electorales en 2006 "van a diferir más que en 2000 y 2003".

Este miércoles arrancan.


En sus marcas...

Este año se pelean mil 699 cargos de elección popular. De ellos, 629 corresponden a cargos federales, entre ellos 500 diputados, 128 senadores y el Presidente de la República. Los otros mil 70 cargos son gubernaturas, presidencias municipales y diputaciones locales que estarán disputándose en 13 estados. A nivel federal, ochos partidos buscarán convencer a los electores: PRI, PAN, PRD, PVEM, PT, Convergencia, Partido Alternativa Social y Campesina (PASC) y Partido Nueva Alianza.


2. El paquete del 2 de julio

81% de los procesos electorales del año se realizará el 2 de julio, día que concurren elecciones para mil 387 cargos de elección popular. Además de la presidencial, estarán en disputa los espacios en el Senado, la Cámara de Diputados, cuatro gubernaturas, y alcaldías y congresos locales de 10 estados. Hasta ahora, el PRI gobierna 17 estados, donde se concentra casi 54% de la lista nominal. El PAN gobierna nueve, que representan 23% de la lista, y el PRD gobierna cinco entidades, con 19%.