Usted está aquí: viernes 13 de enero de 2006 Opinión La razón y las emociones

José Cueli

La razón y las emociones

Antonio R. Damasio, director del Departamento de Neurología de la Facultad de Medicina de la Universidad de Iowa, recién galardonado con el premio Príncipe de Asturias y anteriormente con el Pessoa, compartido con su esposa Hanna, ha recibido asimismo el premio Beaumont de la Asociación Médica Norteamericana por sus estudios científicos para intentar encontrar la relación entre la razón y las emociones: en la misma forma que antes lo habían hecho Descartes y Freud con sus geniales hipótesis.

En su libro El error de Descartes, Damasio afirma: ''Creer que las operaciones más refinadas de la mente están separadas de la estructura y del funcionamiento del organismo biológico es un error, porque el cerebro y el resto del cuerpo constituyen un organismo indisociable integrado por circuitos reguladores bioquímicos y neurales que se relacionan con el ambiente como un conjunto y la actividad mental surge de esta integración".

Partiendo de casos reales y bien documentados el sabio neurólogo portugués nos lleva a comprender cómo se forman las imágenes que percibimos. (En términos freudianos, cómo la fuerza se vuelve imagen). De qué manera opera la memoria, cómo actúan los mecanismos reguladores de nuestra vida, qué son las emociones y los sentimientos.

Damasio hace una aguda crítica a Descartes en su intuición de que el control de la inclinación animal mediante la razón, el pensamiento y la voluntad es lo que nos convierte en humanos, según Les passions del áme. El científico portugués está de acuerdo, sólo en parte, con su formulación, sin embargo disiente allí donde Descartes enfatiza un control conseguido mediante un agente no físico y concibe una operación biológica estructurada en el interior de un organismo humano, pero sin captar ni describir su complejidad.

Damasio hace también una crítica a la concepción freudiana en torno de un superyó que acomodaría los instintos a los dictados sociales, la cual estaba desprovista del dualismo cartesiano que en ninguna parte era explícita en términos neurales. Cabe aclarar aquí que Damasio no intenta reducir los fenómenos sociales a fenómenos biológicos, sino más bien intenta exponer la poderosa conexión entre ellos.

La cultura y la civilización no po-drían haber surgido a partir de individuos únicos y aislados, con lo que no pueden ser reducidas dichas creaciones humanas a puros mecanismos biológicos y, menos aún, pueden pretender reducirse a un subconjunto de especificaciones genéticas. La comprensión de fenómenos tan complejos exige no sólo explicaciones emanadas de la biología general y la neurobiología, sino también de la metodología de las ciencias sociales.

Este interesante texto y sus serios y bien documentados planteamientos invitan al camino de la exégesis y a llevar a cabo una verdadera lectura multi e interdisciplinaria entre las ciencias y las humanidades. El propio Freud, en uno de sus últimos textos da un lugar importante al futuro de las neurociencias. Otro buen ejemplo de invitación a revisitar textos y conceptos y a pensar, repensar, a hacer una crítica verdaderamente exegética e inclusive a lanzar retos a otras disciplinas fue Jacques Derrida. Gran crítico del sicoanálisis que profundizó en su estudio y señaló, certeramente, los temas (por ejemplo, la crueldad) en los que debía profundizar el sicoanálisis.

El brillante texto que nos ofrece Antonio R. Damasio es un excelente ejemplo de trabajo científico serio que invita y demuestra que todavía quedan temas fundamentales en los que las diversas disciplinas tienen aún mucho por dialogar. Texto muy oportuno, pues resulta por demás urgente saber algo más sobre la razón y la emoción en un momento caótico y decadente como el que vivimos.

 
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