Usted está aquí: jueves 12 de enero de 2006 Opinión Ilusiones

Orlando Delgado Selley

Ilusiones

El gobierno foxista arrancó 2006 con dos estrellas en la frente. La primera es que el crecimiento de los precios en 2005 fue de 3.3 por ciento, el menor aumento desde 1968. La segunda es que el valor de las acciones que se cotizan en nuestra bolsa llega a cifras históricas. Junto a estas estrellas se presumen algunas otras: el equilibrio en las cuentas financieras del gobierno federal, el incremento del crédito a las empresas y a las personas, los volúmenes de inversión extranjera. Así, se nos habla de éxitos de esta gestión gubernamental. Ellos serán utilizados masivamente en la propaganda oficial de los próximos meses.

Junto a estas estrellas y estrellitas también brillan los fracasos. El mayor es el comportamiento del producto por habitante. En los cincos años de un gobierno que se cree exitoso el per cápita apenas aumentó 0.4 por ciento anual. En la creación de empleo está otro de los fracasos mayores. En la campaña de 2000 el actual presidente reconocía que se requerían un millón 300 mil nuevos empleos anuales para detener el deterioro de la situación laboral. De allí la meta electoral. Lo observado es un incremento de 632 mil 177 trabajadores adicionales registrados en el IMSS entre diciembre de 2000 y el pasado diciembre, de los cuales sólo la sexta parte fueron permanentes. Se consigue en cinco años lo que se ofrecía para cinco meses.

Un tercer elemento negativo son los salarios. El salario mínimo legal aumentó 4 por ciento, ratificando su escasa capacidad para resolver los requerimientos de consumo de una familia. Este mínimo todavía es recibido por alrededor del 15 por ciento de los asalariados. Así que la fuente fundamental de ingreso de la mayoría de los mexicanos no existe para todos y para los pocos que la tienen no es suficiente. Ello explica, aunque el vocero de Los Pinos pretenda negarlo, el enorme flujo migratorio hacia el exterior. Casi un millón de mexicanos que intentan cruzar ilegalmente el río Bravo son regresados por las autoridades migratorias estadunidenses. Otros 500 mil lo logran y encuentran algún tipo de empleo con una remuneración impensable en nuestro país.

Pero la carencia mayor es la expectativa de futuro. Pocos ven su futuro con optimismo. En eso coinciden los analistas financieros internacionales. En las proyecciones sobre la economía mundial en 20 años nadie piensa que México pueda ser un protagonista de importancia. Se ha acuñado una expresión para referirse a los países en desarrollo que para 2025 tendrán un papel estelar: los países BRIC. Esta expresión surge de la convicción de que serán Brasil, Rusia, India y China -con sus iniciales se construye esa expresión- quienes aportarán más al funcionamiento mundial.

No sorprende la inclusión de China. En 2004 era la sexta economía mundial si se mide en dólares corrientes y la segunda si se mide en dólares PPP. India se reconoce como una de las economías con mayor dinamismo y es la número once en el planeta, muy cerca de la economía mexicana (674.6 y 703.1 miles de millones de dólares de ingreso nacional). Con el resultado en 2005, India seguramente alcanzará el registro mexicano. Brasil y Rusia son economías grandes, pero aún lejanas: su ingreso nacional fue de 552.1 y 487.3 miles de millones de dólares, 21 y 31 por ciento menores a la mexicana.

China e India, dos países cuyo dinamismo es enorme y lo seguirán siendo en las próximas dos décadas, serán sin duda protagónicos. Brasil y Rusia no tienen los mismos registros, pero se reconoce su potencialidad. México no aparece. Importa la ausencia, por supuesto, mas lo cierto es que nadie en el mundo de los analistas la cuestiona. La evaluación implícita es evidente. Sin negar el valor de los logros macro, las carencias explican una economía sin futuro. La cercanía con el mayor mercado del mundo, con todo y TLC, ya no es un dato a nuestro favor. Seguiremos siendo desplazados en los próximos años si no se instrumentan reformas para modificar la capacidad potencial de crecimiento.

No se trata de las reformas intentadas por los gobiernos neoliberales. Se trata de reformas asociadas con la gente, con el desarrollo de sus capacidades y con su aprovechamiento. Educación, salud y vivienda digna son indispensables para mejorar nuestra posición competitiva. Hace falta, además, empleo. Pero no de cualquier tipo, sino de esos que la Organización Internacional del Trabajo llama empleos decentes. Lograrlo permitirá recuperar un dinamismo que mejorará la calidad de vida de los mexicanos. Eso nos colocará entre los protagonistas del futuro. Fox no lo logró. Sus ilusiones fueron fútiles.

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