Usted está aquí: jueves 12 de enero de 2006 Cultura Recuento del (d)año 2005

Olga Harmony

Recuento del (d)año 2005

Pienso que no es muy tarde para hacer una mínima valoración del pasado 2005 en lo que se refiere al arte teatral, con sus buenas y malas noticias, sin intentar el recuerdo de todas las escenificaciones habidas en su transcurso. En términos generales, resultó un año difícil por los recortes sufridos a los presupuestos de las instituciones del sector público, sobre todo el INBA y el Centro Cultural Helénico, aunque sus titulares supieron capotear con buen tino la situación, no sin que se vieran muy rebajados los honorarios de los teatristas y con pagos muy retrasados. El rumor insistente en el medio teatral -y en general en todos los medios artísticos- es que los dineros que escasearon para la producción artística se derivaron a la llamada megabiblioteca, la José Vasconcelos, cuya verdadera utilidad muchos ponemos en duda. Otro hecho que tiñó gran parte del fin del año fue la propuesta de una ley para regularizar Conaculta, muy combatida por amplios sectores de los gremios artísticos y del INAH en deliberaciones -que ampararon muchas otras propuestas- y que por fin fue desechada, no sin que algunos nos manifestáramos públicamente porque hubiera una discusión amplia con todos los sectores involucrados. Lo único bueno de la propuesta de la llamada ley Sari fue que se llamara la atención acerca del arte y la cultura y del mismo Conaculta.

Por lo que respecta al Instituto Nacional de Bellas Artes, la Compañía Nacional de Teatro llevó a cabo el ciclo Shakespeare con tres grandes montajes -El rey Lear dirigida por José Caballero, El mercader de Venecia en dirección de Raúl Zermeño y Sueño de una noche de verano encomendada a José Solé- que de alguna manera se complementa con A buen fin, la deliciosa versión de Héctor Mendoza al texto shakespereano y que todavía se conserva en cartelera. Como no podía obviar el cuarto centenario de la publicación de la primera parte de El Quijote, escenificó la versión escénica de Mijail Bulgakov en traducción de Armando Partida y bajo la dirección de Germán Castillo. En cambio, el INBA prestó poca atención al centenario del natalicio de Rodolfo Usigli, el padre de la dramaturgia mexicana contemporánea, lo que no dejó de ser muy criticado. Por otra parte, la Muestra Nacional de Teatro cambió su formato, ampliando el número de integrantes de su dirección artística y, lo que es muy importante, produciendo cinco montajes de teatristas consolidados en los estados.

El Centro Cultural Helénico continuó con su política de ofrecer su espacio de La Gruta a propuestas jóvenes e innovadoras, con la modalidad de otorgar a un grupo, en este año fue El farfullero de Mauricio García Lozano, la categoría de grupo residente; esperamos que esta generosa iniciativa se mantenga. Su titular, Luis Mario Moncada, creó y sostiene el premio de dramaturgia joven Gerardo Mancebo del Castillo -este año ganado por Martín López-, y la publicación de textos dramáticos y de análisis.

La UNAM estrenó este año su canal de televisión, que esperamos se convierta en televisión abierta. Fue remodelado el Centro Universitario de Teatro, que ahora cuenta con un escenario grande y otro de cámara y hubo un intento de regresar al teatro de Casa de Lago -con Hermanas dirigida por David Hevia-, que no se ha continuado, pero su espacio del Chopo tuvo el montaje de Mujer on the border, que fue un éxito personal de Marta Aura y que llevaría a otras escenificaciones.

También acogió la primera dirección del dramaturgo Luis Mario Moncada, de la que me ocuparé en otra entrega, en cuanto reanude funciones. En cambio, no se ha podido terminar el teatro que merece la licenciatura de Literatura dramática y teatro para dar a conocer las escenificaciones de sus egresados, que utilizan el foro que queda libre por la división del Auditorio Justo Sierra ''tomado" por algunos grupos, no todos universitarios, y vedado para la comunidad de Filosofía y Letras.

2005 fue el año en el que ya recuperado Emilio Carballido cumplió 80 años, por lo que se le rindieron algunos homenajes. Uno, inenarrable, por la Secretaría de Cultura del DF con un espantoso montaje de tres obras suyas dirigidas por un desconocido y con actores aficionados. Otro, muy profesional, de Conversación en las ruinas que dirigió Zaide Silvia Gutiérrez. Y el mundo del teatro estuvo de fiesta por el premio Nobel de literatura a Harold Pinter.

 
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