Usted está aquí: domingo 8 de enero de 2006 Sociedad y Justicia EJE CENTRAL

EJE CENTRAL

Cristina Pacheco

Al otro lado del puente

Pasó la fiesta. Al otro lado del puente Lupe-Reyes no hay más que realidad. Con la implacable memoria de los ríos, se adueña de los espacios que cedió a las celebraciones, por ejemplo la Plaza de la República. Convertida de nuevo en inmenso y caótico estacionamiento, no cede un milímetro a los sueños ni a la fantasía: los objetos concentrados en derredor del Monumento a la Revolución recobran su verdadera naturaleza.

Los escenarios invernales vuelven a ser sólo telones trabajados a punta de rústicos brochazos; los renos, con las patas delanteras levantadas, ya sólo arrastran su torpe rigidez; los juegos mecánicos, sin el reflejo de las luces multicolores ni el eco de los gritos provocados por la velocidad y la altura, resultan estorbosas construcciones metálicas; los brillos que el sol invernal arranca a las baldosas ya no son destellos en un sendero mágico, sino chispas de diamantina comprada en la tlapalería.

Sin manto ni corona los Reyes Magos recuperan su condición de ciudadanos comunes que se desplazan en Metro o microbús, afrontan la cuesta de enero y se preguntan si podrán cubrir las alzas con las ganancias que obtienen como trabajadores. Tal es el caso de don Daniel Rodríguez. Desde 1973 pertenece a la Unión de Fotógrafos de Cinco Minutos e Instantáneas del DF y de la República Mexicana.

Don Daniel es originario de Tenango del Valle. Está orgulloso de que Ignacio López Rayón haya luchado por la independencia en el cerro donde se encuentran las pirámides, que le parecen muy semejantes a la Muralla China: "Cada 17 de septiembre toda la comunidad sube al cerro para rendir homenaje a los héroes".

A los siete años comenzó a aprender de su padre el oficio de panadero. Faltaba mucho tiempo para que apareciera en su vida Santaclós, ahora aliado muy importante en su trabajo, y sólo creía en los Reyes Magos. En nombre de ellos su padre le obsequiaba ropa o monedas de uno y dos centavos y en ocasiones hasta de veinte. "Con ese dinerito iba a comprarme juguetes de los que ya no se ven: camiones o trenecitos de madera. Entonces no existían los plásticos. No imaginaba que con el tiempo iban a fabricarse juguetes electrónicos y mucho menos que llegaría a ser fotógrafo profesional".

Piratas y reinas

Ahora recuerda con entusiasmo los meses de diciembre en que él y sus compañeros trabajaban en La Alameda:

-Allá, tal vez por los árboles y las fuentes, era más fácil producir la magia que debe envolver a los niños en estas temporadas. Además el Departamento Central permitía que junto a Santaclós pusiéramos figuras de la Bella Durmiente, Blanca Nieves y los Siete Enanos, Gulliver, Cenicienta. Esos personajes les resultaban atractivos a los niños, que enseguida pedían retratarse con ellos.

"Estos años las celebraciones se han comercializado mucho y hemos tenido que aguantar varios cambios. Desde que nos movieron aquí en 2004 ya no es fácil crear la ilusión, la magia. Quizá se deba también a que los niños, con tanta cosa que ven en la tele y en las maquinitas, han perdido cierta inocencia. Pocos creen que Santaclós o los Reyes sean personajes extraordinarios; sin embargo, conservan su alegría y nos la contagian.

"Pero volviendo al tema del cambio de lugar, tiene una ventaja: aquí nos permiten dejar nuestras instalaciones durante toda la temporada navideña. Cuando estábamos en la Alameda teníamos que desmontarlas por la noche, guardarlas en los estacionamientos de José María Marroquí y sacarlas otra vez por la mañana. Con todo no me parece que esta ubicación sea la más adecuada para nosotros. La plaza es muy árida, en las noches se cruzan las corrientes de aire y hace mucho frío. De mañana nos cala el sol de invierno y no tenemos forma de protegernos. Por si fuera poco, el espacio es muy reducido para tantos que somos. Si a eso se agregan los metros de terreno que ocupan los juegos mecánicos, los puestos de comida y los piratas, se comprenderá que no hay terreno suficiente para que luzcan nuestros escenarios."

-¿Piratas en los dominios de Santaclós y los Reyes Magos?

-Si hay circos, taxistas y música piratas, ¿por qué no va a haber Santaclós, Reyes Magos y fotógrafos piratas? Son personas que no pertenecen a nuestra organización y no pagan derechos. Los protegen sus líderes; a nosotros nos abriga nuestro representante. La diferencia es básica: el líder sólo pretende ganar dinero, el representante atiende y vigila que los miembros de la unión trabajen como debe ser y no cometan indisciplinas. No nos exige cuotas. Lo único que le pagamos son sus gastos de representación.

-Cuando usted empezó a trabajar en este ramo, ¿cuánto cobraba por foto?

-Diez pesitos. Ahora cincuenta.

-Más de un salario mínimo.

-Tal vez sea un sacrificio para los padres gastar esa cantidad, pero lo hacen con gusto, a fin de mantener la tradición y sacar a sus hijos una foto que con el tiempo será un recuerdo valioso.

-¿Cuál fue el cambio más importante que usted notó en esta temporada?

-Varias mujeres hicieron el papel de Santos Reyes. Lo considero otra conquista femenina y la prueba de que una dama, si se le da la oportunidad, puede desempeñarse muy bien en todos los trabajos. El de Rey Mago es pesado: uno tiene que levantar a los niños para subirlos al elefante, al camello o al caballo. Por ese motivo, cuando empecé en esto, se consideraba que nada más los hombres podían disfrazarse. Esta idea, como muchas otras, ha pasado a la historia. Es posible que el diciembre que viene encuentre más mujeres haciéndola de Reyes.

El mundo en blanco y negro

-¿Alguna vez se ha disfrazado de Santaclós o de Rey Mago?

-Nunca. En mi vida sólo he hecho dos trabajos: panadero y fotógrafo. Mi padre, Luz Rodríguez, horneaba en su panadería unos panes llamados pechugas. Le iba muy bien. porque mucha gente las compraba. Pero luego surgieron las envidias y llegaron panes de otras partes. El negocio fracasó y nos vinimos a la capital.

"Gracias a lo que aprendí al lado de mi padre pude trabajar, ya adolescente, en La Covadonga. Esa panadería estaba en Tacuba, frente a la fábrica US Royal. Allí empecé como muchacho -así se le dice a los ayudantes-, luego ascendí a medio oficial y al fin llegué a oficial. Después trabajé en un laboratorio fotográfico. Allí me enseñé yo solito a imprimir y a tomar fotos. Eran los tiempos del auge de la fotografía en blanco y negro."

-¿A qué época se refiere?

-Digamos que del año 60 al 75. Todo el mundo deseaba tener una foto de recuerdo. Me iba a las plazas, a los mercados, a Xochimilco, a las puertas de los cines y les tomaba fotos a los niños. Uno mismo las revelaba y las vendía a cinco pesos. Después los equipos fueron evolucionando. Salió el color. La película tenía que enviarse a los laboratorios. Allí nos cobraban 1.50 por foto y la ganancia era menor para nosotros.

"En nuestro gremio nos hemos modernizado. Ahora utilizamos el sistema digital y las fotos son muy buenas. Sin embargo, tenemos que enfrentar una competencia durísima: ya todo el mundo hace videos y toma fotos hasta con el celular. Son buenas, pero no se comparan a las imágenes que se trabajan en el laboratorio. Con el tiempo pueden mancharse, pero dura toda la vida: es un auténtico recuerdo."

-Don Daniel, ¿cuánto tiempo dedica a prepararse para diciembre y enero?

-Todo el año: hago los adornos, los venados, los muñequitos para los escenarios. Les fascinan a los niños. Cuando empecé no se usaban. Santaclós salía a la Alameda con un banquito nada más. Luego le agregó un fondo como de metro y medio -era la pintura de un paisaje invernal-, y por último aparecieron los trineos. En medio de los cambios se ha mantenido la tradición y, gracias a Dios, aquí siempre tenemos trabajo.

-¿Ejerce su profesión de fotógrafo mientras elabora figuras y escenarios?

-Sí. A diario, de las ocho de la mañana a las dos de la tarde, me estoy en la glorieta de Peralvillo, por donde pasan las peregrinaciones. No llegan tantas como antes y vienen menos concurridas. Lo atribuyo a que la religión ha tomado otros cauces y, además, a que han surgido muchas iglesias: la gente ya no tiene un solo pensamiento.

"Los días en que no llegan peregrinaciones me voy a los pueblitos, asisto a las graduaciones o cubro los eventos y ceremonias en el Politécnico. Es un buen apoyo y le doy gracias a Dios por tenerlo. Para la mayoría de los mexicanos las cosas andan mal. Hay mucho desempleo y los que tienen trabajo ganan muy poquito. Por eso la gente prefiere ir a la calle a vender. Sabe que en tres o cuatro horas puede sacar más que un trabajador sujeto a salario mínimo.

"A pesar de todo, siento que el país podría salir adelante si los gobernantes no fueran como son. Cuando andan en campaña hacen muchas promesas; pero cuando llegan al poder se olvidan del ciudadano y sus necesidades. Ahorita lo que necesitamos mucho es el empleo, porque trabajando para todos saldrá el sol."

 
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