Usted está aquí: domingo 8 de enero de 2006 Opinión El yerberito llegó

Angeles González Gamio

El yerberito llegó

Ese personaje, que inmortalizó Celia Cruz en una de sus canciones más pegajosas, llegó hace muchos años al Pasaje Catedral, un sitio mágico que une las calles de Guatemala y Donceles, donde se encuentran "codo a codo" tiendas de yerbas y remedios esotéricos y artículos religiosos.

Los creyentes pueden visitar, entre muchas otras, Holy Land-Tierra Santa, San Pablo, Librerías Don Bosco y Asís, que venden rosarios, misales, escapularios exvotos, medallas, vidas de santos y toda clase de imágenes religiosas de todos tamaños; desde luego, los populares San Judas Tadeo y San Charbel, que por cierto, por el historiador Carlos Martínez Assad nos enteramos de que la costumbre de ponerle listones de colores la iniciaron en México los inmigrantes libaneses conocidos como aboneros, que vendían en las calles, de casa en casa, listones para las trenzas, junto con hilos, agujas, botones, peinetas, escarmenadores, pasadores y demás artículos de mercería y belleza, que adquirían en abonos las muchachas que trabajaban en el servicio doméstico.

Muy laboriosos, al paso de los años muchos de ellos hicieron grandes fortunas y dejaron huella de su paso por el centro de la ciudad, particularmente en el barrio de La Merced, donde hasta la fecha existen varios restaurantes de comida libanesa muy buenos, y exitosos pasajes comerciales.

Volviendo al Pasaje Catedral, para los que prefieren el mundo naturista y esotérico, están, entre otros expendios: La Magnolia, El Herborista y la Familia Ibarra, donde se pueden adquirir remedios para cualquier mal, muchos ya listos en sus bolsitas de papel de estraza con sus indicaciones: sauce blanco contra la fiebre cerebral, hierba del sapo para los riñones, el matrique, que cura la diabetes; para la vista cansada, la hierba de Gran Luz, y los corajudos se pacifican con la angelona.

Para la cura se puede ayudar de un budita al que le queme incienso, que aquí hay de todos los aromas y calidades. También hay libros sobre el tema, amuletos, y si lo requiere le preparan fórmulas especiales de pez diablo, quina roja, zopilopastle o el ingrediente requerido para su caso.

Hay quienes para estar bien cubiertos compran la imagen de un santo y veladoras para solicitar el milagro; con los naturistas sus hierbas y amuletos, y de "pilón" se toman su mezcalito por aquello de que "Para todo mal, ¡mezcal!, y para todo bien, ¡también!"

Pero ahí no acaba el agasajo del original pasaje, ya que aquí se encuentra también Posters Catedral, un enorme establecimiento que tiene carteles y litografías con reproducciones de obras de arte de todos los museos del mundo, importados de Italia e Inglaterra. Con bonitos marcos ofrecen una posibilidad de decoración económica y atractiva. Si su estilo es minimalista, un Picasso o un Pollock le van muy bien; si le tira a lo mexicano, siempre se verá bien la mujer con alcatraces de Diego Rivera; para los conservadores están los niños con uvas del español Murillo, o un paisaje bucólico de Millet; los modernones se van a deleitar con obras de los impresionistas.

Tiene para escoger entre Monet, Renoir, Degas, Van Gogh, Manet o el que se le ocurra. Antes de decidir suba al primer piso, en el local 111 se encuentra Upart, que ofrece también carteles y litografías, pero éstos son suizos e igualmente tienen muy buena calidad.

Si le da hambre estando ahí, en el mismo piso está el restaurante Las Palmas, amplio, con balcones a Donceles, lo atiende personalmente su amable dueña, Guillermina García Kymolet, con platillos de su especialidad, como la sopa oaxaqueña, preparada con flor de calabaza, hongos y pata de res picada; su famosa pechuga Las Palmas, rellena de huitlacoche, queso manchego, frijoles y rajas, o la cubana, para apetitos feroces, con relleno de pierna, queso Oaxaca y manchego, salchicha y encima de todo, como remate, una tortilla de huevo. Diariamente hay un económico y abundante menú corrido: dos sopas, aguada y seca, guisado, agua fresca y chocolate de postre, por 30 pesitos.

Si quiere de más postín, a unos pasos, sobre la calle de Guatemala, se encuentra el Centro Cultural de España, que ocupa una hermosa casona del siglo XVIII; en su restaurante, en la azotea, con magnífica vista de la Catedral, ofrece la sabrosa comida de la península. Estos días el recinto invita a participar en la exposición itinerante Sabores y lenguas: 13 ciudades, proyecto colectivo que promueve las raíces culturales y recuerdos personales vinculados con la comida. Se busca que las personas decoren platos, ollas o cazuelas con este concepto: recetas, dibujos, antojos y peticiones, que se van a exponer ahí mismo y después en otras ciudades del mundo.

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