Usted está aquí: domingo 8 de enero de 2006 Opinión La ilegalidad de la prisión de Guantánamo

Editorial

La ilegalidad de la prisión de Guantánamo

Como a mucha gente, el horror de Guantánamo ha impresionado fuertemente a la canciller alemana Angela Merkel, quien exigió ayer el cierre de esa prisión de la base naval estadunidense ubicada en la isla de Cuba, y que se ha convertido en el principal centro de detención de Washington en su guerra contra el terrorismo. En esa cárcel unos 600 prisioneros de varias nacionalidades ­84 en huelga de hambre en protesta por su condición­ padecen distintos abusos, desde la cancelación total de sus derechos hasta maltratos físicos y sicológicos, conforme han denunciado diversas organizaciones humanitarias.

Lo que sucede en Guantánamo denigra incluso a la guerra misma, pues se convierte en un instrumento que, más allá del enfrentamiento, transforma a hombres en guiñapos y resulta una humillación para la raza humana en su conjunto. Con ése y Merkel señaló que "una institución como Guantánamo no puede y no debe seguir existiendo". Y es que con Guantánamo, así como en los otros centros de detención ubicados principalmente en países del este de Europa, Estados Unidos ha violado innumerables tratados internacionales de derechos humanos.

Desde hace cuatro años, cuando la base militar se empezó a usar como cárcel, el gobierno de Estados Unidos ha justificado sus acciones ilegales por la amenaza constante que Al Qaeda representa para la seguridad nacional estadunidense. Ha señalado que las "leyes de la guerra" le otorgan el derecho a retener a personas calificadas de "combatientes enemigos", condición que sirve a los intereses de Washington para justificar su detención durante un periodo indefinido y sin recurrir a los tribunales. Esto, no obstante que el derecho internacional prohíbe la detención de personas basada en una decisión absolutamente discrecional, incluso en tiempo de guerra.

En este contexto, organismos internacionales como Amnistía Internacional (AI) han enviado cartas a la Casa Blanca exigiéndole respetar los tratados internacionales que Estados Unidos ha firmado. Por ejemplo, el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos señala que "todo individuo tiene derecho a la libertad y a la seguridad personales. Nadie podrá ser sometido a detención o prisión arbitrarias". Por otro lado, en virtud de los Convenios de Ginebra, los estados partes en un conflicto armado internacional tienen derecho a retener a los combatientes como prisioneros de guerra hasta el "cese de las hostilidades", tras el cual se debe repatriar a los detenidos. Pero el gobierno estadunidense no ha concedido a ninguno de los detenidos apresados durante los conflictos de Afganistán e Irak la condición de prisionero de guerra. A pesar de que funcionarios estadunidenses han expresado la voluntad de su gobierno "de tratar a los presos de forma razonablemente coherente con los Convenios de Ginebra", en los hechos, como han denunciado la ONU, AI y otras organizaciones, eso está muy alejado de la realidad.

La prisión de Guantánamo es, en suma, un instrumento del terror, que desafía a la comunidad internacional y los tratados firmados para garantizar los derechos de las personas en todo el mundo. El hecho de que exista un lugar como Guantánamo perpetúa los sufrimientos que provocan los conflictos en países donde supuestamente priva el estado de derecho. Como sugiere la canciller alemana, en estos momentos en que la guerra de Irak vive una escalada de violencia ­en los días recientes se ha dado una oleada de secuestros de extranjeros; la víctima más reciente fue una periodista estadunidense­, el cierre definitivo de la prisión de Guantánamo, y de otras similares, daría una señal positiva para que todos los países, aun Estados Unidos, respeten las normas internacionales.

 
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