Usted está aquí: miércoles 4 de enero de 2006 Opinión MEXICO SA

MEXICO SA

Carlos Fernández-Vega

Kirchner dio una respuesta del tamaño del problema económico

Argentina canceló la deuda con el FMI y recuperó independencia para tomar decisiones

EN MENOS DE tres semanas, el gobierno argentino pasó del discurso a los hechos, y ayer no sólo pagó por anticipado alrededor de 9 mil 530 millones de dólares que mantenía como débito total con el Fondo Monetario Internacional -organismo que mucho ha tenido que ver con las recurrentes cuan devastadoras crisis en aquella nación sudamericana-, sino que recuperó independencia en la toma de decisiones económico-financieras.

LA MINISTRA ARGENTINA de Economía, Felisa Miceli, hizo el anuncio oficial y no descartó la posibilidad de avanzar en la cancelación de deudas con otros organismos internacionales, en la estrategia de reducir el débito del país. Al cierre del primer semestre de 2005, esa nación adeudaba alrededor de 16 mil millones de dólares a organismos internacionales, mayormente al Banco Mundial y al Banco Interamericano de Desarrollo.

ARGENTINA PERMANECERA como miembro del FMI, aunque a éste no le agradó la decisión del gobierno de Néstor Kirchner, quien de la mano de Lula se ha sacudido a los zopilotes fondomonetaristas que tanto daño han ocasionado a sus respectivos países.

POCO DESPUÉS DE la toma de posesión de Kirchner, a finales de mayo de 2003, en este espacio comentamos que para que Argentina volviera a ser una nación "con todos y para todos", como ese día se comprometió, el nuevo mandatario tendría no sólo que derrotar una terca realidad económica y superar los agudos y delicados conflictos políticos internos sino, sobre todo, recuperar la credibilidad de la población en sus autoridades.

BIEN A BIEN no se sabía cuál era el punto más delicado de la agenda argentina, pero -decíamos en aquel entonces- si Kirchner no quiere tener una Presidencia tan efímera como la de sus múltiples antecesores, de entrada tendrá que hacer frente, rápida y creativamente, a un panorama económico y social aterrador, entre el que sobresale que más de 45 por ciento de la población urbana sobrevive en la miseria (alrededor de 17 millones de personas), desempleo galopante (se estima que 22 por ciento de la PEA se encuentra en esa condición), concentración del ingreso y la riqueza, creciente corrupción, deuda externa cercana a 140 mil millones de dólares y una fuga de capitales que roza esa misma cantidad.

LO ANTERIOR SI deseaba hacer efectivo otro compromiso: "reconstruir un Estado con políticas de inclusión social, que luche contra la corrupción y que no pague la deuda a costa del hambre y la exclusión de los argentinos". El nuevo mandatario decía saber "hacia dónde vamos" y por ello "hacia dónde no queremos volver". Como discurso no sonaba mal, pero si de algo están hartos los argentinos, como los latinoamericanos en general, es de retórica barata.

POR ELLO, SEÑALABAMOS, el monstruo que Kirchner debía enfrentar y vencer era enorme, y agotada la paciencia de los argentinos. Un balance del Banco Interamericano de Desarrollo sobre la circunstancia argentina -si bien no definitivo ni exhaustivo- daba cuenta de ello:

LA ECONOMIA ARGENTINA comenzó a transitar una etapa recesiva hacia el tercer trimestre de 1998, acumulando una caída del PIB per cápita de 11 por ciento. Paralelamente, se acumularon dificultades en el frente externo y fiscal que adicionalmente debilitó el acceso al financiamiento internacional, tanto para el sector público como para el productivo, y la actividad productiva no se pudo reactivar. En el periodo 1999-2001, la inversión total se desplomó en 32 por ciento, a lo que se sumó la persistente caída del resto de la demanda interna.

EN EL FRENTE interno la existencia de un régimen de tipo de cambio fijo, combinado con déficit fiscales crecientes, llevaron a un aumento de la deuda pública en dólares, generando dudas sobre su sostenibilidad. En lo externo Argentina fue negativamente afectada por la disminución de los flujos de capital internacional hacia los países emergentes desde la crisis de Rusia (1998) y por la sobrevaluación del peso argentino frente a las monedas de sus socios comerciales, la caída en los precios de los bienes exportados y la desaceleración de la economía mundial, que debilitaron el sector exportador y llevaron a que el ajuste por la menor entrada de ahorro externo se produjera vía recortes en la demanda de productos importados, en particular de bienes de capital y vía una fuerte caída de las reservas internacionales.

EN ESTE CONTEXTO de sucesivo deterioro del nivel de actividad económica, se agudizaron los problemas en el mercado laboral, que ya habían caracterizado a la primera mitad de los noventa, dejando a más de 4.5 millones de personas con problemas de empleo. Esto último se produjo como consecuencia de la reducción de las remuneraciones reales, del incremento de la desigualdad en la distribución del ingreso y, consecuentemente, del aumento de la pobreza.

DESDE MEDIADOS DE 2001 la creciente pérdida de credibilidad en cuanto a la política económica y su sustentabilidad provocó una disminución sustancial de los depósitos del sistema financiero y de las reservas internacionales (léase fuga masiva de capitales). Ese año, el total de depósitos del sistema financiero cayó cerca de 20 mil 800 millones de dólares (25 por ciento) y las reservas internacionales más de 21 mil millones. El clima de desconfianza culminó con una corrida bancaria que obligó al gobierno a tomar medidas de restricción a los retiros masivos de depósitos del sistema (el corralito). Se desplomó el crédito, se incrementó el costo de financiamiento y se quebró la cadena de pagos. Las protestas sociales motivaron la renuncia del presidente De la Rúa el 20 de diciembre de 2001, profundizando la crisis político institucional del país.

DE AHI PARA adelante fue el caos dentro del caos, traducido como el desplome de los ya de por sí deteriorados indicadores sociales y el fortalecimiento de la concentración de la riqueza.

DE ESE TAMAÑO era el monstruo y, felizmente, de ese tamaño ha sido la respuesta. El PIB argentino se desplomó 4.4 y 10.9 por ciento en 2001 y 2002, respectivamente. En 2003 el crecimiento fue de 8.8, en 2004 de 9 y en 2005 de 8.6 por ciento.

Las rebanadas del pastel:

DE LOS LECTORES y su amor por el gabinetazo: "el grupo elegido por los buscadores de cabezas (no de cerebros) y el señor Fox en realidad fue el GABINEPTAZO" (sarmiento@cablevision .net.mx)

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