Usted está aquí: miércoles 4 de enero de 2006 Opinión El evangelicalismo estadunidense

Carlos Martínez García

El evangelicalismo estadunidense

Estas vacaciones han sido excelente oportunidad para corroborar de primera mano el estado que guarda la expresión religiosa más vital del espectro religioso de Estados Unidos. En el sur de California están asentadas varias sedes de organizaciones protestantes evangélicas, tanto de denominaciones, como de ONG que trabajan en diversas partes del mundo y también centros educativos donde investigan y enseñan renombrados think tanks del evangelicalismo estadunidense.

En primer lugar es necesaria una aclaración de términos. Es erróneo referirse al evangelismo cuando se desea hacer mención a una corriente del protestantismo, la evangélica, que es la más creciente y activa en tareas de evangelización dentro y fuera de Estados Unidos. El evangelicalismo es una tendencia protestante que tiene rasgos distintivos que la singularizan. Al igual que el protestantismo clásico, el evangelicalismo también sostiene los principios de la sola gracia, la sola fe y sólo las Escrituras, pero enfatiza además la primacía de Jesucristo como el salvador y la necesidad de ir a todas partes proclamando el evangelio. A todo esto debemos agregar una marca teológico histórica del evangelicalismo que germinó en Estados Unidos: el principio de que las comunidades de fe, las Iglesias, están conformadas por creyentes que voluntariamente se adhieren a ellas. Lo que hace la diferencia entre un protestante y un evangélico no son tanto las creencias bíblicas básicas, como la fuerte convicción que tiene el segundo en hacer, mediante el (aquí sí es correcto decir) evangelismo, seguidores y discípulos. En síntesis, todo evangélico es protestante, pero no todo protestante es evangélico.

En conversaciones con colegas y amigos de California salió el tema de por qué, a diferencia de las otras sociedades altamente industrializadas y tecnologizadas, un alto porcentaje de la población estadunidense tiene intenso compromiso con las distintas Iglesias protestantes evangélicas. Mi punto de vista fue que de alguna manera en términos religiosos Estados Unidos continúa siendo excepción histórica, como observó claramente en el siglo XIX Alexis de Tocqueville en su obra Democracia en América. Las primeras oleadas de peregrinos en el siglo XVII y parte del XVIII estuvieron conformadas por disidentes religiosos en Europa, por quienes en Inglaterra fueron llamados los no conformistas, pertenecientes a las Iglesias libres (del Estado) o Iglesias de creyentes. La enraizada convicción de estos primeros colonizadores sobre la necesidad de transmitir a cada generación la idea de que es insustituible la conversión personal, que lo importante es un compromiso consciente y no tanto la pertenencia por herencia familiar a una fe y/o Iglesia, ha tenido una línea de continuidad que es importante identificar para comprender la singular vitalidad del protestantismo evangélico estadunidense.

Cuando una vertiente de este protestantismo parece agotarse o empezar a declinar, surge otra expresión que lo renueva y revitaliza. Esto pasó a principios del siglo XX, cuando un advenedizo hizo su aparición para literalmente sacudir a las llamadas mainline denominations y organizaciones eclesiásticas del holiness movement: nos referimos al pentecostalismo moderno, que vio la luz hace un siglo en Los Angeles, California. En un principio fue mal visto y rechazado por las Iglesias protestantes históricas, hubo quien lo llamó el "hijastro de la Reforma", pero paulatinamente fue creando sus propios espacios y logrando aceptación en la amplia familia confesional evangélica estadunidense. Poco más de medio siglo después del surgimiento del pentecostalismo se agregó al abanico el carismatismo, llamado también neopentecostalismo, que dio origen a nuevas Iglesias y logró adentrarse, a diferencia del pentecostalismo clásico, en las principales denominaciones, entre ellas la presbiteriana, bautista, congregacional y metodista.

En las últimas tres décadas un fenómeno impensable para los especialistas ha venido a sumarse al evangelicalismo estadunidense, dándole nuevos rasgos y expresiones que están reformulando esta corriente. Nos referimos a las Iglesias de inmigrantes, que se multiplican y crecen por todas partes del territorio estadunidense. Las Iglesias protestantes evangélicas que concentran a personas provenientes de lo que antes se conocía como el tercer mundo ganan terreno rápidamente. De tal manera que ahora, por lo menos en el sur de California, muchos edificios eclesiásticos tienen leyendas anunciando que en esos lugares también hay servicios religiosos en inglés. Los originarios de países que antes recibieron misioneros de Estados Unidos hoy están invirtiendo la tendencia y hacen misión en un territorio que consideran debe ser evangelizado. De tal manera que por una vía o por otra la continuidad del protestantismo evangélico se sigue reproduciendo, y su diversidad interna debe ser entendida para tratar de explicarlo como una expresión religiosa que se ha globalizado y se ha descentralizado de su matriz estadunidense original.

 
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