Usted está aquí: lunes 2 de enero de 2006 Opinión Botello, homenaje a Manolo Martínez

Leonardo Páez

Botello, homenaje a Manolo Martínez

Hay en México un fotógrafo taurino ampliamente acreditado entre los protagonistas de la fiesta de los toros, pero insuficientemente conocido por el grueso del público aficionado: Donaciano Rangel Botello, cuya sencillez es proporcional a su experiencia y sensibilidad.

Con un martinismo más allá de la nostalgia, Botello, como firma sus magníficas fotos, llevará a cabo este año, con motivo del décimo aniversario luctuoso del maestro de Monterrey, un ambicioso proyecto editorial titulado Manolo Martínez, genio y figura, original y exclusiva obra fotográfico-literaria sin precedente en la bibliografía de México, básicamente con las imágenes de una intensa y exitosa campaña de Martínez por plazas del centro de la República, en que el diestro regiomontano y el fotógrafo convivieron.

"Después de 12 años de no ver a Manolo -evoca Botello- me acerqué al hotel donde se hospedaba con motivo de la inauguración de la plaza de Salamanca, en octubre de 89. Me presenté y le pregunté si me recordaba pero con su sonrisa burlona me respondió que no. Aun así me atreví a abrir mi portafolio, diciéndole que al mostrarle el material me recordaría, lo cual fue cierto porque al empezar a verlas me dijo: ¡Ah, tu eres el de Querétaro!

"Las vio despacio y al final me preguntó que cuánto valían todas. Le contesté que cada una costaba tanto y me dijo irónico que eso iba a ganar en la corrida de esa tarde y además que ya tenía un baúl lleno de fotos. No, Manolo, osé replicarle sin explicármelo todavía, mis fotos no son para que las guardes en baúles, son para presumirse colgadas en la pared con un buen marco, ¿o qué no eres aficionado a los toros?

"En respuesta recibí una mirada como puñalada, su sonrisa burlona y la rotunda frase: No, yo no soy aficionado, yo hago la fiesta. Me despedí como pude y al llegar a la puerta me dijo: Oye, el domingo toreo en Guadalajara, te invito. Claro que voy, respondí."

Por ello y por tantas otras cosas agolpadas en los recuerdos, este homenaje de Botello a una etapa de la trayectoria de Martínez y, a la vez, a una obra fotográfica cuya calidad le impide estar "en baúles".

 
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