Usted está aquí: lunes 2 de enero de 2006 Mundo El presidente cubano recibe 2006 en una gasolinera de La Habana

Símbolo de su lucha contra el mercado negro

El presidente cubano recibe 2006 en una gasolinera de La Habana

GERARDO ARREOLA CORRESPONSAL

La Habana, 1º de enero. El presidente Fidel Castro recibió 2006 en una gasolinera, símbolo de dos de sus actuales prioridades: el ahorro de energía y la eliminación del mercado negro de recursos públicos.

Poco antes de la medianoche del sábado, informó la televisión, Castro llegó a la estación Tángana, en el céntrico barrio del Vedado. Junto con trabajadores sociales, universitarios y líderes de la Unión de Jóvenes Comunistas, escuchó el himno nacional y la habitual arenga que se transmite a todo el país el año nuevo, aniversario del triunfo de la revolución de 1959, que esta vez también fue recordado con 21 salvas de artillería.

Luego, junto a las bombas de gasolina, dos jóvenes hablaron de la campaña que mantiene desde octubre pasado a más de 10 mil veinteañeros controlando la distribución de combustible, para tapar la fuga de recursos que se iban por esa vía.

Con la voz enronquecida, Castro habló durante unos 30 minutos. Recordó las últimas horas de la insurrección que él mismo encabezaba hace 47 años, antes de derrocar a la dictadura de Fulgencio Batista y comparó la etapa armada con las obligaciones posteriores: "Más difícil que ganar una guerra es hacer una revolución".

Así empezó el "año de la revolución energética en Cuba", proclamado hace una semana por el parlamento, a petición de Castro, que en esa forma quiso acentuar su promesa de que será reconvertida la industria eléctrica y en el segundo semestre se acabarán los apagones.

A tono con su viejo lema de "convertir el revés en victoria", Castro ha pasado en 16 meses de reconocer la postración del sistema eléctrico cubano a remplazarlo por un nuevo esquema industrial.

El líder cubano ha evitado precisiones sobre su proyecto, pero ha mostrado estas líneas de trabajo: 1) Las viejas termoeléctricas desaparecerán, 2) se construirán plantas que producen energía con el gas asociado al petróleo, 3) el grueso de la electricidad surgirá de pequeños generadores, dislocados a lo largo del país y sincronizados regionalmente, 4) cada provincia tendrá autonomía eléctrica, 5) la demanda residencial bajará por efecto de un esquema de tarifas que castiga el alto consumo y el empleo masivo de focos ahorradores y electrodomésticos nuevos y eficientes, 6) el control sobre el combustible dará más ingresos con menos venta, y 7) se ampliará la búsqueda y explotación de crudo.

¿Qué espera Castro con todo esto? Que la capacidad instalada aumente de 3 mil 200 megavatios a 4 mil 200, pero al mismo tiempo la demanda se desplome a sólo unos mil megavatios y las finanzas públicas ahorren mil millones de dólares al año (equivalente a la inversión de 2005 en el sector).

"Nos sobrará electricidad", dijo el presidente cubano a un país abatido desde hace una década por apagones incesantes.

La aguda escasez de energía que dominó los noventa cedió levemente al doblar el siglo, pero volvió a ser un martirio hacia 2003, para provocar una temporada de extrema tensión en el verano de 2004.

En los últimos meses el tema energético ha servido a Castro para realizar un drástico ajuste de cuentas con la antigua dirigencia del sector, encabezado durante 22 años por el ex ministro de Industria Básica, Marcos Portal León.

 
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