Usted está aquí: viernes 30 de diciembre de 2005 Mundo Las balas no pueden matar los sueños de libertad de Puerto Rico: Rafael Cancel

El dirigente estuvo en México para participar en conferencias sobre su país

Las balas no pueden matar los sueños de libertad de Puerto Rico: Rafael Cancel

El independentista rechaza usar pasaporte de EU para viajar; utiliza su acta de nacimiento

BLANCHE PETRICH

Con tal de no portar un documento que lo consigne como ciudadano de Estados Unidos, el líder independentista puertorriqueño Rafael Cancel Miranda viaja por el mundo sin pasaporte, con su acta de nacimiento que registra que nació en Mayagüez.

Esto le representa contratiempos en los puestos de Migración, pero razona: "Si cuando fui juzgado por terrorismo en una corte de Washington, en 1954, no reconocí la legalidad de mis jueces y carceleros, menos lo voy a hacer ahora".

Con su acta de nacimiento y su licencia de conducir, Rafael Cancel entró a México el mes pasado por el aeropuerto internacional para participar en una serie de conferencias sobre el movimiento independentista de Puerto Rico en Casa Lamm, las universidades Obrera y de la Ciudad de México, la Universidad Nicolaíta de Morelia y varias más.

Y en todas repite su credo: "Estuve 28 años en cárceles. Pero nunca fui preso porque nada, ni las balas, pueden matar las ideas y el sueño de libertad ".

Cancel formó parte del grupo de nacionalistas puertorriqueños que en 1954 asaltó a balazos el Capitolio en Washington hiriendo a cinco congresistas, para llamar la atención mundial sobre la condición colonial de Puerto Rico. Recibió una sentencia de 84 años de prisión. Cumplió 28.

En 1979, después de una campaña por la liberación de él y los otros cuatro activistas -entre ellos una mujer, Lolita Lebrón- fue indultado por el entonces presidente Jimmy Carter. Y a pesar de que en la isla las ideas del independentismo no tienen consenso mayoritario, los cinco nacionalistas fueron recibidos como héroes.

Ocurrió en ese momento un fenómeno parecido al que se registró en septiembre, hace apenas tres meses, cuando un comando de la Oficina Federal de Investigaciones (FBI) ajustició en un operativo a Filiberto Ojeda, dirigente del Ejército Popular Boricua Macheteros, quien figuraba en las listas de "los más buscados" por las policías estadunidenses desde que logró deshacerse del grillete electrónico con que cumplía libertad bajo palabra, y se fugó en 1990.

Había encabezado un espectacular asalto a un convoy del banco Wells Fargo en Connecticut, en 1983, con un botín de más de 7 mil millones de dólares. Era catalogado de terrorista por las autoridades estadunidenses y vivió 15 años en la clandestinidad en Puerto Rico; su nombre era pronunciado sólo por un grupo minoritario y muy pocos sabían de su existencia.

Pero cuando se regó la noticia de su muerte, su entierro fue multitudinario. El atentado que le costó la vida se reprodujo en cientos de periódicos del mundo y desde ese día es objeto de constantes homenajes por una sociedad que lo reconoce como un puertorriqueño patriota.

Y don Rafael, a donde quiera que va, lleva un cartel gigante con la fotografía del comandante Filiberto.

Cancel reconoce que el reclamo de independencia para Puerto Rico no es un sentimiento mayoritario en su país: "Los grandes cambios siempre son impulsados por una minoría. Esas minorías somos las que movemos la historia".

Confía en que aun entre las fuerzas anexionistas o favorables a mantener la condición de Estado Libre Asociado existen sentimientos nacionalistas: "Si tu agarras al puertorriqueño más colonizado y le rascas un poco, encuentras a un nacionalista. Eso está ahí y la reacción popular a la muerte de Filiberto lo demuestra".

Lo acompañó en la gira por nuestro país Eduardo Villanueva Muñoz, ex presidente del Colegio de Abogados de Puerto Rico y defensor de presos políticos, quien confirmó que la organización Ejército Popular Boricua Macheteros existe todavía.

"Puerto Rico debe ser el único país del mundo donde la clandestinidad es pública", ríe el abogado.

Defensor de presos políticos, incluidos los que aún permanecen en la cárcel por las movilizaciones contra la base militar estadunidense de Vieques, que debió ser desmantelada en 2002 por la presión popular, Villanueva expone las duras condiciones de trabajo a las que están expuestos los independentistas a raíz de las leyes antiterroristas que emanaron después de los atentados del 11 de septiembre de 2001.

"Para gente como yo", afirma Cancel, "nada ha cambiado. Nunca han dejado de perseguirnos, de espiarnos". Pero Villanueva matiza: "Cierto que el movimiento puertorriqueño siempre ha sido hostigado y espiado por agentes estadunidenses. Lo que ha cambiado es que lo que antes eran operaciones encubiertas o fuera de la ley, hoy se han reforzado y son legales.

Con 4 millones de boricuas en la isla y otros tantos en Estados Unidos, la realidad -y la necesidad de detentar ciudadanía estadunidense- se impuso, ya que era requerida para viajar, para ir a la universidad, para ejercer profesiones.

Ahora los independentistas exploran, cabildean en el Congreso estadunidense otras fórmulas, como la doble nacionalidad, opción que, concluye Villanueva, "es perfectamente viable y abriría el camino para el reconocimiento de la ciudadanía puertorriqueña".

 
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