Usted está aquí: viernes 23 de diciembre de 2005 Opinión Legislando por un sueño

Víctor M. Quintana S.

Legislando por un sueño

Los diputados bailaron al ritmo que les tocó Televisa. Como si no hubiera motivos suficientes para que se les pierda el respeto, los legisladores votaron por una nueva Ley Federal de Radio y Televisión que favorece a los monopolios en las telecomunicaciones y cierra la puerta a las emisoras locales, regionales y a los grupos sociales que no puedan realizar grandes inversiones en las nuevas tecnologías. Del contenido e implicaciones de esta ley, metida por lo pronto en el refrigerador, que no en la congeladora por el Senado, se ha hablado mucho, pero no tanto de los motivos de los diputados.

Es muy explicable que el grupo parlamentario del PRI haya votado a favor de esta ley, cocinada al vapor por ellos mismos. Fue una iniciativa de su correligionario Miguel Lucero Palma, presentada apenas el 21 de noviembre. Tras ella están los acuerdos entre Televisa y el candidato tricolor Roberto Madrazo. De hecho ha sido el tabasqueño quien ha comandado el sentido de las votaciones y de las negociaciones de sus correligionarios en San Lázaro. Cada intervención en tribuna, cada voto se sopesa en cuanto a la contribución que abone a la candidatura madracista. Por eso se recompensó de inmediato al diputado Lucero y la semana pasada se le hizo secretario general adjunto del CEN de su partido.

El voto de los y las panistas resulta mucho menos claro. Por un lado, no es explicable por qué los blanquiazules votaron a favor de la iniciativa priísta, cuando su compañero de partido, el senador Javier Corral, presentó desde 2002 en la Cámara de Senadores una primera iniciativa de Ley Federal de Radio y Televisión, progresista, producto de consultas y debates, muy bien fundamentada por autoridades en la materia, suscrita además por casi la mitad de los senadores, pero congelada por la otra mitad a petición del cuasi monopolio televisivo. Por otro lado, es explicable el voto blanquiazul por las presiones indudables ejercidas por el Jefe Diego, operador de Televisa y de Salinas y enemigo jurado de la iniciativa de Corral. También puede explicarse por la tendencia panista de legislar de acuerdo a la gente de los dineros. Y no resulta extraño que den la espalda a la iniciativa de un correligionario suyo, acusado de izquierdista por muchos de ellos. No por nada a la hora de la hora no tuvo todo el apoyo de los blanquiazules cuando contendió por la gubernatura de Chihuahua el año pasado.

Pero lo que por ningún lado se explica es el voto de las y los legisladores perredistas. Hay en los grupos parlamentarios del sol azteca una fuerte tradición a exigir la consulta a los afectados por los diferentes proyectos de ley. Hay simpatías en muchos por la iniciativa que se debate en los laberintos del Senado. Hay un rechazo a favorecer a los monopolios y oligopolios en todos los campos y un esfuerzo -al menos declarativo- de abrir espacios a la pluralidad de los grupos de la sociedad civil... y, a pesar de todo esto, votan a favor de la tan impugnada ley. ¿Qué les sucedió? ¿Estaban tan preocupados y ocupados por las elecciones internas del PRD en el Distrito Fedral que no tuvieron tiempo siquiera de hojear la iniciativa priísta? ¿Tuvieron tiempo de leerla siquiera? ¿Temieron que votar en contra desataría la furia del gigante televisivo en contra de su campaña electoral en 2006? Muchas dudas, ninguna explicación sólida.

Antes de que comenzara nuestra estrujada transición a la democracia el voto de los diputados era decidido y comandado desde Los Pinos. Ya no es así, al menos en la mayoría de los casos, pero ahora ha nacido otro peligro: la privatización de la actividad legislativa. Antes había diputados incondicionales a Echeverría, a Salinas, a Zedillo. Hoy, en el curso de esta legislatura, hemos visto aparecer a los diputados Monsanto, a los diputados tabacaleros -y no precisamente por fumadores- y a los diputados Televisa. Ya uno de ellos hasta participó en un Big Brother. Si nuestros legisladores no se comprometen en serio en la dignificación de su trabajo, no tardarán en avenida Chapultepec en montarles un nuevo show: Legislando por un sueño.

 
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