La piedra y el laberinto: notas sobre el arte de Juan Rulfo Manuel Durán (FRAGMENTO) ![]() Rulfo ha mencionado varias veces (lo hizo durante nuestra conversación en casa del pintor Gironella) cuáles son sus escritores favoritos. (Es preciso examinar con cuidado y precaución las posibles influencias citadas por un autor, pues es posible que den pistas falsas o parciales, o les falle la memoria.) Rulfo mencionó al novelista y cuentista francés Jean Giono, que escribe cuentos y novelas que parecen realistas acerca de la vida campesina, pero que no están exentos de misterio y bordean a veces lo sobrenatural, y al suizo Charles Ferdinand Ramuz, muy buen prosista pero poco conocido hoy fuera de Suiza, y muchos autores norteños, escandinavos o islandeses, como Laxness. Nos dijo que la literatura mexicana de aquellos años parecía muy descriptiva y periodística. Se refería, sin duda, a la novela de la Revolución. Pasaba por alto, así, la producción literaria de Contemporáneos. Mencionó, en cambio, que le gustaba la poesía de Jaime Sabines, poesía dramática, directa, visceral. No es, pues, que no le gustara la poesía lírica; es que sus preferencias iban hacia autores menos "literarios" que los del grupo Contemporáneos. Pero los autores citados por Rulfo bastan para indicar que no se trata de un "ingenio lego" sino de un escritor consciente de su oficio y que sabía encontrar otros autores afines a sus tendencias y sus gustos. Evidentemente pueden rastrearse influencias en su obra, incluso, posiblemente la de un novelista complejo y difícil como es William Faulkner. Pero parece improbable que, como lo hace Juan José Arreola, cuya obra no carece de contactos con la de Rulfo, y que escribe a veces sobre temas de la misma región, dijera que sus más profundas influencias son las de Rilke, Kafka y Proust (así lo hizo Arreola en conversación con Emmanuel Carballo). Por otra parte, Arreola señala con razón, que el arte de Rulfo no es un arte realista de tipo tradicional o convencional: Rulfo ha hecho, como Orozco (hay que ver los frescos de la Cámara de Diputados en Guadalajara), una estampa trágica y atroz del pueblo de México. Parece tan real, y es tan curiosamente artística y deforme. Los que somos de donde proceden sus historias y sus personajes vemos cómo todo se ha vuelto magnífico, poético y monstruoso. Para el arte eso no importa; sí importa desde el punto de vista en que muchos se sitúan para juzgar sus textos: dicen que la realidad que describe corresponde a la realidad física, y eso no es cierto. Más que realista, Rulfo es un escritor fantástico, un artista iluminado y ciego. Es decir, ha dado los más grandes palos de ciego y no sabe a dónde va, pero llega. Rulfo se ha apoderado de un grupo de muñecos más reales que los hombres y los mueve admirablemente. Es, también, un administrador fabuloso del rencor popular. El rencor que sienten sus personajes está tratado de una manera excelente... Creo importantes los comentarios de Arreola por ser los dos de la misma región, Jalisco, porque los dos se conocieron bien y trabajaron juntos en varios proyectos y, desde luego, porque Arreola, de clarísima inteligencia y gran sensibilidad artística (y varios aspectos de su obra tienen mucho en común con la obra de Rulfo: pensemos, por ejemplo, en La feria, aunque el tema y los personajes son más "inocentes" y menos trágicos que los de Rulfo), es tan buen crítico como creador de literatura. El "rencor" de que habla Arreola es también "materia prima" para la obra de Rulfo. ![]() Rencor de una región asolada por la Guerra de los Cristeros, en que muchos vieron al gobierno federal como enemigo implacable de los valores religiosos y sociales tradicionales. (Aquí es preciso recordar el cuento "Nos han dado la tierra", con su fuerte dosis de ironía amarga y su crítica al reparto de tierras organizado por el Gobierno Federal; incluso es muy posible que parte de las tierras de la familia de Rulfo, tierras que Rulfo debería haber heredado, hayan sido confiscadas por la reforma agraria y repartidas como parcelas o ejidos.) Rencor personal: el padre de Rulfo fue asesinado por la espalda, por un motivo nimio, y el crimen, cometido por el hijo de un influyente político local, quedó sin castigo. Rencor que Rulfo proyecta hacia sus personajes, sobre todo hacia Pedro Páramo. Los cuentos de Rulfo nos han preparado ya para ayudarnos a leer su novela. Como señala Carlos Blanco Aguinaga, "una sorda quietud, un laconismo monótono y casi onírico, impregna de sabor a tragedia inminente el fatalismo primitivo de estos cuentos en los cuales parece haberse detenido el tiempo". El rencor, podemos comprender al terminar la lectura de la novela, es individual, y a la vez colectivo. Todos estamos "mal hechos" porque el mundo lo está. (En esto, no sé si conscientemente o no, Rulfo se parece a Kafka.) Como señala Mariana Frenk, el verdadero tema del libro no es el cacique y sus víctimas. Pedro Páramo es la visión de un poeta, su visión de lo que es el hombre, su vida, su sufrimiento y su morir; visión del hombre sobre esta tierra, bajo este cielo, en México y dondequiera, hoy y siempre. Y es una gran confesión en voz baja del hombre anonadado por la culpa, una culpa sin culpa, fatal. Todos sus personajes son culpables, y todos saben de su culpa. Hasta Pedro Páramo, tan seguro de sí mismo, sabe de su culpa cuando exclama ante su hijo muerto: "Estoy comenzando a pagar." Rulfo publica sus cuentos, en apariencia realistas, y poco después su novela, en un México en el que se combinan influencias a la vez positivas y negativas para el desarrollo de la prosa novelística. Por una parte, la llamada Novela de la Revolución parece totalmente agotada. Por otra, el grupo de Contemporáneos se inclina por la poesía lírica, ocasionalmente por el teatro. Y no debemos olvidar que el México en el que escribe Rulfo es el México en que está pintando Remedios Varo sus alucinantes cuadros en que aparecen personajes fantásticos, de los que cabe decir, por lo menos, que no están vivos, o en todo caso no viven como nosotros. Aparecen también las brujas en el arte de Leonora Carrington, y pronto aparecerán en la obra de Carlos Fuentes y no solamente en Aura. (De este importante tema trata el libro de Gloria Durán, La magia y las brujas en la obra de Carlos Fuentes, publicado en 1976 por la editorial de la UNAM, y también, de la misma autora, The Archetypes of Carlos Fuentes. From Witch to Androgyne, Archon Books, 1980.) Otras posibles fuentes de inspiración: la novela gótica inglesa de fines del siglo XVIII y la época romántica; los cuentos de Edgar Allan Poe; las Leyendas de Gustavo Adolfo Bécquer. Y, finalmente, no podemos rechazar del todo la idea, en principio absurda, de que la Divina Comedia de Dante haya sido parte del trasfondo cultural que ayuda a crear la novela de Rulfo. Absurda en el sentido de que el poema de Dante es infinitamente más ambicioso y más minuciosamente estructurado, y sin dejar de ser intensamente poético se parece más a un inmenso sistema de relojería, mientras que la novela de Rulfo parece improvisarse, casi borrosamente, ante nuestra mirada. ![]() La prosa de Rulfo está exenta de armazón teológica, a diferencia del poema de Dante, si bien en ambos casos es posible detectar una profunda motivación ética. Rulfo nos ofrece unos cuantos personajes, y el estilo de su novela no es sostenidamente lírico; las conversaciones tienden con frecuencia a ser directas y concretas, y sin embargo hay hilos casi invisibles que unen el largo poema de Dante y la breve novela de Rulfo. La llegada de Juan Preciado a Comala nos ofrece uno de esos puntos de contacto. Vemos en primer lugar una Comala idealizada en los recuerdos de Doloritas, la madre de Juan Preciado: "Siempre vivió ella suspirando por Comala, por el retorno; pero jamás volvió. Ahora yo vengo en su lugar. Traigo los ojos con que ella miró estas cosas, porque me dio sus ojos para ver: Hay allí, pasando el puerto de Los Colimotes, la vista muy hermosa de una llanura verde, algo amarilla por el maíz maduro. Desde ese lugar se ve Comala, blanqueando la tierra, iluminándola durante la noche." La Comala que encuentra Preciado es mucho más siniestra: "...bajamos cada vez más. Habíamos dejado el aire caliente allá arriba y nos íbamos hundiendo en el puro calor sin aire. Todo parecía estar como en espera de algo." Preciado comenta: "Hace calor aquí", y el arriero responde: "Sí, y esto no es nada... Cálmese. Ya lo sentirá más fuerte cuando lleguemos a Comala. Aquello está sobre las brasas de la tierra, en la mera boca del infierno. (Yo subrayo.) |