Usted está aquí: sábado 17 de diciembre de 2005 Cultura Destacan la vena idealista de Achar

El fundador de Gandhi confiaba en que la lectura redimiría a la humanidad, rememoran

Destacan la vena idealista de Achar

CARLOS PAUL

Ampliar la imagen El librero motivo de homenaje en el l�z de Arnaldo Coen. Imagen tomada del volumen coordinado por In�Rance

Con el doble propósito de reconocer la labor del librero Mauricio Achar -fundador de la cadena Gandhi- y conmemorar el primer año de su fallecimiento (ocurrido el 9 de noviembre 2004), la noche del jueves se presentó el volumen Mauricio Achar. Un librero de nuestro tiempo, auspiciado por 15 editoriales, y se develó una placa en la más importante de sus librerías, ubicada en la avenida Miguel Angel de Quevedo, en la colonia Chimalistac, con lo que ésta ahora se llama Centro Cultural Mauricio Achar.

El volumen, que integra los dibujos de Juan Sebastián, no estará a la venta, sino que será distribuido de manera gratuita entre las personas que de alguna u otra manera tuvieron que ver con "El Gordo, como cariñosamente se le llamaba", comentó Inés Rancé, quien coordinó la edición, la cual está "conformada por 54 testimonios y anécdotas" sobre la personalidad y el trabajo de Achar, escritos por distintos autores, amigos y familiares.

En el acto de presentación del libro y devaluación de la placa estuvieron presentes Ignacio Solares, Raúl Cremoux y Germán Dehesa, quienes recordaron su relación personal con el "singular librero".

Solares destacó la pasional creencia de Achar de que ''si la humanidad podía salvarse, sería por los libros. Detrás de su agudo sentido comercial y de su implacable rigor como comerciante se escondía un verdadero idealista. Incluso creía que ese idealismo era el que lo había convertido en el mejor librero del país. 'Un hombre se hace hombre al empezar a hablar y al empezar a leer un libro', decía Achar, convencido del sentido altruista de su trabajo".

Luego de relatar la historia de una joven que intentó robarse unos libros y a quien Achar le otorgó ''una especie de beca'', permitiéndole sustraer los que deseara, Solares destacó de igual manera que el librero ''estaba convencido de que, con cada libro que vendía o regalaba o permitía que le robaran, hacía un bien a la humanidad; también por eso apuntaba cualquier anécdota al respecto, y luego algunas de ellas aparecían estampadas en las bolsas de su librería. O mandaba regalar libros a los reclusorios, porque creía que los delincuentes dejarían de serlo o lo serían menos si leían cierta literatura. Creía, de veras, que había un libro reservado para cada uno de nosotros, en el cual encontraríamos la clave de nuestra vida, por eso a la lectura sólo podríamos acercarnos por placer y nada más por placer.

''No le gustaba que se relacionara los libros con lugares solemnes y sagrados, sino con casas de juego o, de plano, con burdeles, decía.''

El mejor homenaje que se le puede hacer a Mauricio Achar, concluyó Solares, es continuar su labor, seguir creyendo en el libro como el gran instrumento para ser mejores seres humanos".

 
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