Usted está aquí: jueves 15 de diciembre de 2005 Espectáculos Cuando toco jazz todo se borra a mi alrededor: Lucio Sánchez

Presentó Caleidoscopio, su más reciente disco

Cuando toco jazz todo se borra a mi alrededor: Lucio Sánchez

ARTURO CRUZ BARCENAS

El jazzista de Jalapa Lucio Sánchez define al jazz como la música de la libertad, por ser la que menos se deja atrapar en fórmulas, en recetas socorridas por otras manifestaciones sonoras. Presentó su nuevo disco, titulado Caleidoscopio (Ediciones Pentagrama), en el Patio Jacarandas del Museo Nacional de Culturas Populares de Coyoacán.

En su tierra se le refiere como "el proyecto Lucio" y el especialista Luis Barria lo explica -a su grupo- como "un espacio para la búsqueda de una voz personal a partir de la revisión y la reinvención constantes del jazz de la corriente principal, del jazz latino, del rock, del funk, del blues".

En 1987 dio a conocer Festival, con siete temas de su autoría que llevó a su banda a participar en el Festival Internacional de Jazz de Montreal, Canadá, en 1991.

Luego se dedicó a buscar su identidad, moviéndose entre la tradición y la modernidad, con formaciones del trío al septeto, de lo acústico a lo electrónico, a lo ecléctico. Esto desembocó en Reflexión, en 2002.

Caleidoscopio inaugura la tercera etapa del proyecto, en el que tocan Gerry López, sax alto; Rey David, trombón; Manuel Viterbo, guitarra, Rolando Alarcón, batería, y Lucio, en el bajo.

En entrevista, Lucio Sánchez dijo: "Toco desde hace 30 años en Jalapa, con un grupo que pertenece al departamento de Difusión Cultural de la Universidad Veracruzana. Paralelamente hago mis discos. Este, Caleidoscopio, es de jazz latino. Siempre intento fusionar el jazz.

"Se oye latin jazz y siempre digo que mi música es muy rítmica y melódica, aunque me han dicho que eso es lo que yo creo, pues, me han señalado, realmente es nostálgica. Siempre hay baladas, quizá por eso."

Tiene su grupo, Orbis, con el que ya ha grabado otros tres discos. "Es la búsqueda de un sonido propio. En este último incluyo las percusiones étnicas; es una fusión, con la improvisación al jazz. Llegué al jazz como casualidad. A finales de 1969 conocí a un amigo guitarrista, Humberto León. Lo pasé a ver y estaba ensayando. Me invitó. Tenía un bajo y me lo dio, para que lo acompañara. Sólo me sabía el círculo de Do.

"A las ocho de la noche me despedí, pero me propuso que tocara con él en una fiesta. Así comencé a tocar el bajo." Así, hasta 1972, cuando estuvo con el maestro Guillermo Cuevas, a quien el jazz en Jalapa le debe mucho, en el grupo Orbis.

En Jalapa, expuso, "hay buen jazz, aunque existen pocos lugares para tocar. En la ciudad hay un buen movimiento. Berkeley -la universidad- llega desde hace seis años y se hace un festival de jazz, con varios chavos destacados".

Para Sánchez, el poco público para el jazz, en general, se debe al olvido de esta música en los medios. "Casi nunca hay programas de jazz en las televisoras y en la radio. En las grandes capitales tampoco hay mucho. Para que a alguien le guste esta música debe conocerla.

"Los músicos, por ejemplo, seguimos estudiando. El compromiso va más allá y hay que conocer de armonía, técnica, conocimiento del instrumento. Para el escucha el jazz es como algo raro. Hay que sentirlo, sin intentar entender todo.

"Entendemos de mejor manera lo que está más al alcance. Hay pocos sitios -en Jalapa- para oírlo, como La Ermita, La Tasca y Barlovento (donde se grabó Caleidoscopio). Pero existe. Cuando toco jazz se me borra todo alrededor. Estoy solo con mi bajo; me pierdo."

 
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