Usted está aquí: lunes 12 de diciembre de 2005 Política Escasa participación hace prever fracaso en el proceso para votar en el extranjero

Sólo se han recibido 3 mil 690 solicitudes, de 4.2 millones de potenciales votantes

Escasa participación hace prever fracaso en el proceso para votar en el extranjero

El IFE ha gastado más de 87 mil pesos en cada persona que se busca sufrague en 2006

ALONSO URRUTIA / I

Nadie en el Instituto Federal Electoral (IFE) reconoce que sea un fracaso esta aventura en que se ha convertido el voto de los mexicanos en el extranjero, pero las cifras son elocuentes y revelan diferencias abismales: con 4.2 millones de potenciales votantes, sólo se han registrado 3 mil 690 solicitudes. La segunda parte de la historia es el impacto en el erario: 87 mil 804 pesos por votante, tan sólo en lo que el IFE ha erogado hasta ahora, sin contabilizar el gasto del próximo año para completar el trámite.

¿Fracaso? "Sería muy injusto -responde el responsable de la Unidad Especial para el Voto de los Mexicanos en el Extranjero, Patricio Ballados-, porque nuestro trabajo es poner la mesa, y si llegan o no los invitados es una cosa que se cuece aparte. Evidentemente, a mí me encantaría que hubiera miles de mexicanos que enviaran la solicitud, pero no se nos olvida cuál es nuestro trabajo: organizar la elección; hay otros factores ajenos".

La diplomacia entre el Congreso de la Unión y el IFE ha inhibido cualquier diferendo sobre las causales de tan desesperanzadora cifra entre ambos actores de esta experiencia. Ni hay un problema en el diseño de la ley, ni la organización para instrumentarla ha fallado. Es la realidad -apuntan-, la que se ha equivocado ante tan encomiables esfuerzos de ambas partes, mismos que han sido evaluados en fechas recientes en reuniones conjuntas de consejeros y legisladores para prodigarse mutuos parabienes por el desempeño de cada uno en este proceso.

Sólo hay un elemento que implícitamente habla de un reconocimiento del fracaso: el recorte de mil millones de pesos que sufrió el IFE para el presupuesto del próximo año, un monto equiparable a la suma que se tenía proyectado gastar para el voto de los mexicanos en el extranjero en 2006: mil 62 millones de pesos.

¿Qué ha pasado? Una de las claves está en los tiempos de la reforma. "Es un factor", admite el consejero electoral y responsable de la comisión de Organización, Arturo Sánchez. Hay otros más: la modalidad adoptada para sólo recibir votos por correo, que por añadidura tiene que ser certificado; que no se haya permitido hacer campaña y no haya difusión allá.

Tras 10 años

La mención del tiempo remite a la historia de esta reforma. Para cuando se ejerza por primera vez el voto de los mexicanos en el extranjero -julio de 2006-, habrán pasado 10 años desde que se aprobó la reforma constitucional que lo convirtió en un derecho de los migrantes. Pero eso sólo abrió paso a un largo camino de discusión sobre las modalidades del sufragio que se adoptaría en la ley, estudios, análisis, encuestas y proyecciones, para terminar con un desenlace inusual:

El Senado de la República, con el aval del IFE, descalificaría prácticamente en todos sus términos la reforma aprobada por los diputados que consideraba la instalación de centros de votación; implicaba una aplicación extraterritorial de la ley; un proceso de credencialización en el extranjero, y un impacto presupuestal aún más elevado que el actual, según los argumentos vertidos entonces.

La reforma del Senado enmendó estos supuestos errores y limitó los alcances a un voto postal, cuya forma definitiva fue aprobada prácticamente en la última semana posible para realizar reformas electorales aplicables para el próximo proceso: junio de 2005.

Sólo tres meses le dieron al IFE para preparar la logística, con un universo potencial de 4.2 millones de electores.

-¿No hubo un sobredimensionamiento?

-No. Era la única cifra responsable de la cual podría partir el IFE a partir de las verificaciones del padrón -responde Sánchez.

Ballados omite cualquier recriminación y se limita a describir: lo que teníamos entonces era millones de migrantes mexicanos diseminados por Estados Unidos -98 por ciento- y el mundo, que tenían que enterarse de que ya podían votar por vía postal, tarea a la que se ha abocado el IFE. Añade: "en el sentido técnico hay tiempo; lo que hubiera servido mucho es el periodo en que la gente se enterara de que ya tiene ese derecho, eso es algo que generaría el voto".

Numerosos viajes de consejeros y funcionarios del IFE al extranjero para difundir el voto, la incorporación de figuras públicas -Los Tigres del Norte, Rafael Márquez, Javier Aguirre, entre otros-, una intensa campaña en México para que "corran la voz" quienes tienen parientes en el exterior (algunas estimaciones hablan de que uno de cada dos migrantes hablan al país una vez por semana) y un par de programas de enlace con cadenas de habla hispana ha sido la estrategia de posicionamiento ante los potenciales votantes, además de intensificar el vínculo con organizaciones de mexicanos para apuntalar la distribución de formatos, todo lo cual, a la luz de las cifras, ha sido insuficiente.

La campaña de publicidad -que lleva más de un mes anunciándose- entra en acción cuando ya han transcurrido dos meses del periodo de inscripción en el listado nominal de quienes estén interesados en votar, cuando faltan menos de 40 días y en vísperas del periodo vacacional. Ballados justifica la imposibilidad presupuestal de haber mantenido una campaña durante más de tres meses en Estados Unidos. "Serían millones de dólares".

-¿No fue muy tardía?

-No, porque primeramente teníamos que haber asegurado la distribución de los formatos en embajadas y consulados, pues de lo contrario hubiéramos generado un cuello de botella y mucha frustración entre quienes estuvieran interesados, dice Ballados.

Los contratiempos

La modalidad adoptada implica que el votante, si quiere hacerlo, debe asumir de entrada un gasto de nueve dólares para cumplir la disposición de que sólo se vale hacer el trámite por correo certificado. "Intentamos -dice Ballados- muchas alternativas para resarcir ese costo: analizamos enviar un cheque para devolverles el gasto, opción que el correo de México y Estados Unidos nos cancelaron para no desatar intentos de violar la correspondencia; se pensó en devolverlo por vía tarjeta de crédito y se concluyó que era inviable; se pensó en un acuerdo con el correo estadunidense para que fuera porte pagado y nos plantearon su extrañeza por semejante propuesta y su imposibilidad de hacerlo para esta primera fase.

"Por ahora eso ya ha tenido su impacto, pues existe una tendencia a que 30 por ciento de las solicitudes que se han recibido no cubren todas las características legales y, por tanto, se tendrían que anular. El IFE ha intentado, mediante el envío de cartas a quienes ya hicieron su solicitud, subsanar el problema y explicarles que lo deberán volver a enviar por correo certificado".

Esta situación pretende corregirse para la siguiente fase, para lo cual, explica Ballados, ya se establecen acuerdos con los correos de Estados Unidos, España, Francia e Inglaterra, entre otros, con el propósito de que el envío de la boleta sea ya con porte pagado que asumirá el IFE.

Otro problema que ha aflorado en el proceso es la carencia de la credencial de elector. En muchos casos, señala el funcionario, existe el interés manifiesto de votar, pero no se cuenta con la credencial, con la complicación de que no es legalmente posible realizar un proceso de credencialización en el extranjero ni se podría involucrar al personal diplomático en esto, pues eso implicaría involucrar al Poder Ejecutivo en la organización y habría que recordar la historia de dónde venimos para crear un organismo autónomo.

Para Arturo Sánchez, el IFE ha hecho todo lo que la ley le permite e incluso mayores esfuerzos para acercarles las solicitudes a los mexicanos que viven fuera del país. "El paso siguiente es el que cuesta más trabajo, y estamos en esa etapa que no ha sido tan automática como se pensaba ni tan amplia la participación de las organizaciones sociales en Estados Unidos", indicó.

De acuerdo con el desglose por origen de envío de las 3 mil 400 solicitudes que han llegado, 75 por ciento corresponde a Estados Unidos y 25 por ciento al resto del mundo, proporción que no corresponde con el 98 por ciento del potencial de votantes que reside en el país del norte y 2 por ciento que lo hace en otras naciones.

"Eso nos habla -sostiene el consejero Marco Antonio Gómez Alcántar- de que hay una incidencia del tipo de migrante que está interesado en votar. En Europa y otros países, de donde se han enviado solicitudes, existe un mayor nivel de estudios que en el caso de los migrantes en Estados Unidos, donde esta el grueso de la población".

La explicación, asume Gómez Alcántar, no justifica las cifras que se están presentando -eso es claro-, pero cuestiona: ¿por qué ni siquiera las solicitudes que corresponderían al cuerpo diplomático han llegado? ¿De eso también van a culpar al IFE? El instituto cumple su responsabilidad de la organización, pero hay cosas ajenas al organismo, señala.

Ballados da otra explicación sobre las abismales diferencias entre los 4.2 millones de personas y las 3 mil 690 solicitudes que han llegado: el IFE debe organizar la elección en el supuesto de que voten todos lo que pueden hacerlo, no puede darse el lujo de organizar unos comicios en el supuesto de que vote 60 por ciento.

Al final de las explicaciones subyacen siempre las cifras: hasta ahora se han recibido solicitudes equivalentes a 0.08 por ciento del universo estimado.

 
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