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12 de diciembre de 2005
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GARROTES Y ZANAHORIAS

NEGOCIOS DEL PODER

Hace exactamente seis años, el gobierno de Ernesto Zedillo acuñó el término blindaje para significar el hecho de que por primera vez en un cuarto de siglo se daría una transición presidencial sin crisis económico-financiera. Al entrar en la etapa final de la presidencia de Vicente Fox, esta imagen vuelve a ser usada para asegurar que la estabilidad está garantizada de cara al próximo proceso electoral y el subsiguiente cambio de gobierno. Aunque el desempeño económico entre estos dos episodios de blindaje de final de sexenio fue muy decepcionante, debe admitirse que, en la perspectiva político-electoral de 2006 no se vislumbra la posibilidad de un colapso como los de 1976, 1982 y 1995.

Ante lo que el país sigue sin blindaje es contra los usos y abusos de la clase política. Apenas iniciada la cuenta regresiva de los últimos 12 meses del gobierno y la legislatura actuales, los políticos profesionales han mostrado a la sociedad los múltiples recursos que poseen para, al amparo de la ley e invocando la utilidad pública, consumar operaciones marcadas por la opacidad y la suspicacia. Todas involucran dinero ­mucho dinero­ y poder ­mucho poder­, dos ingredientes que cuando se mezclan sin escrúpulos y con impunidad son fatales para la vida democrática y el crecimiento económico con equidad.

La decisión de la autoridad federal electoral de permitir la entrega de recursos fiscales por casi cuatro mil y medio millones de pesos para el gasto de campaña de los candidatos a la Presidencia es un escándalo. Esto se ha dicho muchas veces, pero hay que insistir. Se trata de una decisión insensata y abominable que pocos beneficios, si alguno, reportará a la sociedad. Este dinero deberá ser erogado en el primer semestre de 2006. Junto con los candidatos y sus respectivos equipos de trabajo, los principales beneficiarios serán los medios de difusión electrónicos, que además nos contaminarán, como nunca, con la infame publicidad que suele producir la mercadotecnia política. La suma que gastarán en campañas no incluye los gastos para proselitismo de diputados y senadores, y casi es equivalente al valor de las exportaciones del estado de Hidalgo durante 2004 y superior a la suma de las exportaciones de Chiapas, Colima, Guerrero, Nayarit, Oaxaca y Tabasco en ese año.

Al tiempo que el IFE tomaba tal decisión, el gobierno vendía Aeroméxico. Precedida por sospechosas operaciones bursátiles, la empresa fue finalmente otorgada a un poderoso grupo de operadores turísticos. Numerosos especialistas financieros y del aerotransporte consideran que la suma ofrecida por el Grupo Posadas y aceptada por el gobierno es ridícula. Lo que queda de la vajilla de la abuela se volvió a malbaratar. Y como sucedió hace años con los bancos, las autoridades que remataron Aeroméxico ni siquiera condicionaron la operación a criterios o requisitos que aseguren el desarrollo estratégico de la industria.

El festín de las bodas del poder y los negocios se extendió a la Cámara de Diputados. De pronto, los diputados del PRI y del inefable Partido Verde se pusieron a legislar a toda prisa. En un solo día presentaron y aprobaron varias iniciativas. No se crea que fueron víctimas de un súbito ataque de sentido de responsabilidad. Sucede que ése fue el ingenioso requisito que impusieron los verdes, con la esperanza de salvar la cara, para sellar su alianza electoral con el partido de Roberto Madrazo. Una genuina alianza de intereses en busca de poder y dinero, a la que no se puede reprochar, como a la venta de activos públicos, falta de transparencia. El gran aporte de los jóvenes políticos que enarbolan las banderas del ecologismo fue negociar esta vez a la luz pública: 'los votos que creo valer y que te pueden llevar a la Presidencia te cuestan tantas curules y puestos en el gabinete presidencial y, además, me reportarán un aumento sustancial del subsidio fiscal a los partidos'. Los habituales negocios del poder. El habitual poder de los negocios §


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