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12 de diciembre de 2005
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Ronald Buchanan

EL SENTIDO DE LAS PALABRAS

¿Qué tiene que ver Juan Rulfo con la energía? Mucho.

Conforme se acercan las elecciones, el debate sobre el futuro de la industria petrolera se acrecienta, y con ello, el uso de un lenguaje cada vez más hueco. Los políticos, con sus frases hechas y terminología rebuscada ­para presumir sus supuestos conocimientos superiores del universo­ son todo lo contrario de Rulfo. Casi sin decir nada, Rulfo revela una capacidad de pensamiento profundo; los políticos dicen muchísimo pero lo único que revelan es su incapacidad de pensamiento original.

Si no crees, echa un ojo a El llano en llamas (de haberlo escrito un político, le habría puesto Conflagración en la planicie), y compara el lenguaje que se usa allí con el último discurso de tu candidato favorito.

Ya que los candidatos empezaron a debatir el futuro de la industria petrolera, esta columna iba a sugerir un castigo para cada uno de ellos que usara las frases más entorpecedoras. Sin embargo, el castigo ­quedar encerrado dos horas en un cuarto oscuro con un disco de Thalía tocando Amor a la mexicana todo el tiempo­ fue considerado por Amnistía Internacional inusualmente cruel.

Por tanto, presentamos un glosario de las frases más maltratadas del debate petrolero, las que más focos rojos prenden:

El petróleo es de la nación. Mentira. El petróleo pertenece al gobierno; la nación es otra cosa.

Autonomía de gestión. Frase, muy de moda, que ilustra la anterior. Frente al gobierno, Pemex no tiene las libertades que se consideran normales en el mundo empresarial. No puede fijar su presupuesto ni aprobar proyectos propios; tampoco formar alianzas con quien quiera ni vender derechos si le da la gana.

En contraste, ante el pueblo tiene poderes que tal vez ninguna otra empresa en el mundo tenga, fuera de Corea del Norte. Nunca ha tenido que responder a ningún juez por accidentes que han matado a centenares de personas. Ante el gobierno es ratoncito sumiso, se vuelve león rapaz con la gente.

Detonador del desarrollo. Por tantas detonaciones, a través de los años, el gobierno ha de haber dejado sordos a muchos. Pero no llega el desarrollo. En cuestiones de tecnología nos han rebasado con creces otros países que no tienen petróleo. Y dentro de la misma industria petrolera, nos hemos quedado atrás: los trabajos más complicados invariablemente se contratan a empresas extranjeras.

Un país con energía es un país con futuro. Como grito de guerra de la Secretaría de Energía, nada más patético. Si fuera cierto ¿cómo explicar el éxito económico de Corea del Sur, Japón y otros países que carecen de recursos energéticos?

La soberanía nacional. Mucho cuidado con esta frase. Como apunta David Shields en su nuevo ­y excelente­ libro, Pemex: la reforma petrolera, tiene poco sentido hablar de la soberanía cuando el petróleo pertenece a un gobierno que, sin proyecto propio de desarrollo, depende cada vez más del de Estados Unidos.

De mucho interés es la última prospectiva para gas LP de la Secretaría de Energía, tanto por lo que dice como por lo que no quiere decir.

La prospectiva ve un incremento muy modesto en el consumo de gas LP ­el combustible número uno de los hogares mexicanos­ en los años venideros, junto con un aumento en la producción de Pemex. El resultado sería una reducción importante en las importaciones, lo cual es buena noticia.

De lo que no habla la prospectiva, salvo de manera muy indirecta, es la gran influencia que siguen ejerciendo los distribuidores para, en muchos casos, el perjuicio de los consumidores.

Como explica la prospectiva, el consumo de gas LP como sustituto de gasolina, sobre todo en camionetas, aumentó en la última década al ritmo de 28 por ciento al año. Eso porque los controles de precios ­diseñados para proteger a los consumidores domésticos­ también se aplicaban (y se aplican) para el gas que se usa en vehículos, a pesar de que producirlo cuesta lo mismo que la gasolina. Cuando Hacienda trató de acabar con este subsidio para los ­relativamente­ ricos, no pudo.

De hecho, el poder político de los distribuidores ha hecho del gas LP el último reducto del proteccionismo.

Asunto que Energía prefiere callar §


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