La Jornada Semanal,   domingo 11 de diciembre  de 2005        núm. 562
 
Miguel Ángel Muñoz
entrevista con María del Corral

Bienal de Venecia: espacio presente

La trayectoria de María de Corral en el arte internacional es fuera de serie, y hoy esta figura española es una de las más influyentes en las bienales y museos del mundo. Fue directora de exposiciones de la Fundación La Caixa de 1981 a 1991, donde creó la una de las colecciones de arte contemporáneo más fuertes de Europa. En 1983 fue la curadora del pabellón español en la Bienal de Venecia. De 1991 a 1994 dirigió el Museo Reina Sofía y en 2002 dirigió el proyecto para el recién creado Museo de Arte Contemporáneo de Santander. Ha organizado más de 150 exposiciones de artistas como Antoni Tàpies, Hernández Pijuan, Julian Schabel, Francis Bacon, Agnes Martin, Jenny Holzer, Tacita Dean, entre muchos otros. Ahora es, junto a Rosa Martínez, la encargada de dirigir la Bienal de Venecia en su edición 51. Martínez, por su parte, fue directora artística de la Bienal de Barcelona. Fue co-comisaria de la Manifiesta 1, en 1996; al año siguiente dirigió la Bienal de Estambul, y en 1999 la SITE de Santa Fe. De 1998 a 2002 dirigió los Project Rooms de la Feria Arco, en España. En 2003 fue comisaria del pabellón español. A principios de este año participó en el equipo curatorial de la 1 Bienal de Moscú.

—¿Cómo es la versión reciente de la Bienal de Venecia? En algún momento comentaste que era un gran reto en tu trayectoria.

—Desde luego fue un gran reto, pues cuando me avisaron que sería la comisaria no tenía ningún proyecto en mente. Estudié las posibilidades del espacio y a partir de ahí fueron naciendo las ideas. Fue muy complejo porque los directivos querían que la exposición del Pabellón Italia fuera una muestra del presente con mirada hacia el pasado y que la Arsenale tuviera una exposición del presente que mirara al futuro. Fue difícil, pues había que conseguir piezas históricas, y para Venecia era casi imposible, por un lado, debido al poco tiempo de que disponíamos, y por otro, por las cualidades del pabellón, la humedad ambiental, entre muchas otras. Pero bueno, ahí está ya, y creo que es un pabellón excelente, con figuras históricas como Tàpies, Bacon, Agnes Martin y Hernández Pijuan, y consolidados como Bruce Nauman, Raquel Whiteread, Dan Graham, William Kentridge, Barbara Kruger o Thomas Ruff.

—¿Cómo se organiza una exposición para la Bienal?, ¿cómo te enfrentas a los múltiples espacios, muchos de ellos complicados?

—Los pabellones te piden determinadas obras, no se puede ir contra el espacio. Por ejemplo, el Arsenal es enorme, libre, con paredes de ladrillo. El pabellón Italia es un edificio de los años 1910-12, que ha sufrido muchas modificaciones, con grandes salas, con una luz muy especial y un recorrido laberíntico. Tienes que adaptarte siempre a las circunstancias. Por eso fue todo un reto. Al paso del tiempo, lo que me propuse fue resolver el espacio, es decir, que el espacio tuviera fluidez entre las obras. Los principales espacios Italia y Arsenale son muy distintos, hay cierto tipo de montajes de video y proyecciones que no se pueden hacer en el Italia y sí en el Arsenale. Pero lo principal era resolverlo, por ello creé todo el concepto de Pabellón Italia y Rosa Martínez el del Arsenale, bajo el título de Siempre un poco más lejos. También cada pabellón es diferente, cada país tiene su pabellón y la posibilidad de hacer una exposición. Me parece enriquecedor. Si verdaderamente el comisario del pabellón es válido, lo que tienes es una visión más amplia. Se añaden muchas posibilidades.

—Ambos pabellones son también muy distintos en su propuesta estética. Tú manejas más tu pasión por la pintura y Rosa Martínez se inclina más por el arte conceptual. ¿Todavía te sigue gustando más la pintura?

—Las dos propuestas son diferentes, sobre todo por el tipo de espacio y, desde luego, de proyecto. Aunque en mi pabellón no hay una exposición de pintura. Mi interés por la pintura depende del momento. Lo cierto es que hay un gran interés en que la pintura vuelva. Aunque en realidad no sé si la calidad de lo que se hace en pintura actualmente responda a ese deseo, pero sí hay este sentimiento. En la última Feria de Basilea, por ejemplo, hubo mucha buena pintura.

—No es común compartir un comisariado de una bienal tan importante. ¿Por qué decidiste compartirlo con Rosa Martínez?

—Yo no decidí nada, fueron los miembros de la organización quienes nos escogieron. Aunque como sabes he trabajado muchas veces con Rosa, desde la Fundación La Caixa. En la Documenta siempre hay un director y un enorme equipo de asesores, es una exposición mucho más grande que Venecia. Entonces no me causa malestar; al contrario, estoy feliz de compartir la Bienal con alguien que quiero y admiro.

—¿Cómo conseguiste información de los artistas, instituciones internaciones y demás cosas para proyectar la Bienal?

—Tenía mucha información, pero en los primeros meses recabé lo que pude: fui a Sao Paulo, a Latinoamérica, a Seúl… Pero nunca pretendí que hubiera gente de todo el mundo, eso te acaba obligando a seleccionar artistas por catálogo y para mí no es válido. Me preocupa la honestidad hacia la exposición, hacia los artistas, hacia las obras, hacia el espectador. Desde luego, tampoco se pueden hacer siete muestras de siete comisarios, eso no es una bienal, son muestras colectivas. En Venecia se buscó y, creo que se logró, un espíritu común y eso fue lo importante.