Usted está aquí: jueves 8 de diciembre de 2005 Opinión La OCDE tiene Angel

Miguel Marín Bosch*

La OCDE tiene Angel

El pasado 25 de noviembre se anunció en París que José Angel Gurría Treviño había sido designado director general de la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE). Difícilmente se podría haber encontrado a un mejor candidato dentro o fuera de México. Enhorabuena, Angel.

La OCDE nació en 1961 como sucesora de la Organización para la Cooperación Económica Europea que se creó después de la Segunda Guerra Mundial para administrar la ayuda de Canadá y Estados Unidos dentro del Plan Marshall para la reconstrucción de Europa. Y la OCDE sigue siendo una organización mayoritariamente europea. Sólo siete de los 30 países que la integran no son europeos: Australia, Canadá, Corea del Sur, Estados Unidos, Japón, México y Nueva Zelanda. El ingreso de nuestro país en 1994 fue una secuela de la negociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte y, como corolario, por esas fechas dejamos de participar en el Grupo de los 77 países en desarrollo.

En sus 44 años de vida la OCDE ha tenido apenas cuatro directores generales: un danés, un holandés, un francés y un canadiense, Donald J. Johnston, cuyo mandato termina en mayo de 2006. Para sustituirlo se llevó a cabo un proceso de selección.

La OCDE toma sus decisiones por consenso, es decir, cuando ningún país se opone abiertamente. Para sustituir al actual secretario general se fijó un plazo para la presentación de candidatos. A mediados de año, Australia, Corea del Sur, Francia, Japón, México y Polonia habían presentado sendos candidatos. Se le pidió al decano de los representantes permanentes ante la OCDE (el embajador de Suiza) que llevara a cabo una primera ronda de consultas para medir el grado de apoyo de cada uno de los seis individuos. Se hizo acompañar de sus colegas de Canadá y Dinamarca. En esas consultas se identificaron los tres aspirantes con más apoyos. De ahí el retiro del australiano, el coreano y el francés. A principios de noviembre, tras la segunda ronda de consultas, la candidata japonesa se salió de la contienda, dejando a Gurría y Marek Belka de Polonia como finalistas. La última consulta se realizó hace 15 días y el 25 de noviembre se anunció que el candidato mexicano tenía "una clara mayoría" de los 30 votos. Los países de la minoría aceptaron su designación. Días después el consejo de la OCDE formalizó el nombramiento de Gurría.

Gurría triunfó porque sin duda era el mejor candidato: políglota y con sólida formación profesional, así como amplia experiencia en el campo de las relaciones económicas internacionales. Desde un principio el principal rival del ex secretario de Hacienda y Relaciones Exteriores de México fue Belka, a la sazón primer ministro de Polonia. Inicialmente Belka contó con el apoyo de Alemania y muchos otros países europeos. Pero a finales de octubre, en plena campaña para la dirección de la OCDE, Belka sufrió un descalabro electoral y dejó de ser primer ministro.

Con el retiro del candidato francés, París decidió dar todo su apoyo a Gurría, con lo que Belka vio frustrada su aspiración de convertirse en el candidato europeo. Francia quizás haya tenido sus razones para hacerlo. En junio de 2003, tras la invasión a Irak (a la que se opuso Francia), Belka había sido nombrado jefe del llamado Consejo de Coordinación Internacional (CIC) de la Autoridad Provisional de la Coalición (CPA), el órgano rector de la administración civil de las fuerzas de ocupación, que incluían un contingente polaco. Belka se pasó un año en Bagdad hasta que fue nombrado primer ministro en junio de 2004. La guerra en Irak le pasó factura al polaco. España, Italia, Reino Unido, entre otros países europeos, siguieron el ejemplo francés. Inclusive, según el diario Le Monde, Alemania se habría pronunciado en favor de Gurría en la última ronda. Lo cierto es que el candidato mexicano logró dividir a los europeos y obtuvo, además, un apoyo importante de los países no europeos, empezando por Estados Unidos.

Con décadas de experiencia en asuntos financieros internacionales, Gurría era sin duda el más conocido de los candidatos. Su red de contactos en todo el mundo le sirvió para que le abrieran las puertas al más alto nivel en los otros países de la OCDE. El se encargó de convencer a sus interlocutores.

México ha tenido modesta presencia al frente de organismos internacionales. Ciudadanos de nuestro país han dirigido la UNESCO, la Organización Mundial de Turismo y la Organización de Naciones Unidas para el Desarrollo Industrial y, a escala regional, lo han hecho en el BID, la Organización Panamericana de la Salud (OPS) y el SELA.

El triunfo de Gurría, al igual que la reciente elección de Bernardo Sepúlveda a la Corte Internacional de Justicia, viene a remontar un marcador que nos había sido desfavorable en los años recientes. No se logró colocar a Jaime Sepúlveda en la OPS, al secretario Julio Frenk en la Organización Mundial de Salud o al canciller Luis Ernesto Derbez en la OEA. La victoria de Gurría fue, por lo tanto, una de cal por tantas de arena.

Cuando asuma el cargo, en junio de 2006, José Angel Gurría empezará a supervisar el trabajo de las 2 mil personas que laboran en la secretaría de la OCDE en París, incluyendo a unos 700 economistas, abogados, científicos y otros profesionistas que, repartidos entre una docena de secciones dentro de la organización, elaboran trabajos de investigación y análisis. Pero también tendrá que afrontar varios retos. Uno de ellos será sin duda el de la ampliación de la OCDE. Hace seis años, cuando presidió una reunión ministerial de la organización, invitó a varias naciones en desarrollo para que dialogaran con los países miembros de la OCDE. El llamado "club de los ricos" se tendrá que ir abriendo a otros países, algunos quizás no tan devotos de las economías de mercado y el libre comercio. Uno piensa en Rusia, China, India y Brasil.

*Director del Instituto Matías Romero y ex subsecretario de Relaciones Exteriores

 
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