La Jornada Semanal,   domingo 4 de diciembre  de 2005        núm. 561

MENTIRAS TRANSPARENTES
Felipe Garrido


EL FUTBOL A LA ESCUELA

La verdad es que en la isla sí había futbolistas. Siempre los hubo. En algunas familias la práctica de ese deporte venía del pasado remoto, de varias generaciones. En sus casas las paredes estaban cubiertas con estantes que tenían balones, botines, rodilleras, espinilleras... camisetas —a veces firmadas— de los grandes jugadores de la costa. En esas familias los niños crecían pateando primero bolitas de papel y luego pelotas y balones; en general, llegaban a jugar con destreza notable, de manera que, de vez en cuando, alguno de ellos emigraba a la costa y jugaba en los equipos profesionales. Pero todos los indicadores internacionales —tasa anual de juegos por habitante, número de canchas, nivel de competencia, goles anotados— eran francamente desfavorables y el alcalde había perdido el sueño. Quería su estadio. Consultó con los síndicos y los regidores. Uno de ellos encontró la solución: había que llevar el futbol a la escuela.