Jornada Semanal,  domingo  4 de diciembre  de 2005               núm. 561
MUJERES INSUMISAS
Angélica Abelleyra


OFELIA MÁRQUEZ HUITZIL: MÁS QUE SIRENAS Y OCÉANOS AÉREOS

En ella son importantes el recuerdo, la fantasía, el sueño. Y a través de esos elementos, junto con su interés constante en la cosmogonía náhuatl, Ofelia Márquez Huitzil (DF, 1959) integra un lenguaje plástico que es su forma de concebir el mundo. Un mundo que juega entre lo figurativo y abstracto para abordar el ámbito de las sirenas, los mitos griegos y el arte popular mexicano donde seres de mar y tierra conviven en valles que son océano y nubes que son ola. O todo a la inversa.

Su bisabuelo pintaba iglesias; era una de tantas manos que daban vida a las imágenes religiosas que otros veneran y se convirtió en el único antecedente familiar relacionado con el arte que conoció siendo ya mayor de edad. Porque de pequeña sólo rememora un contento supremo al ver un cuadro nevado de Bruegel e imaginarse allí dentro. Luego tuvo la suerte de que, durante la secundaria, su maestra de artes plásticas, Hilda Solís, la llevó a conocer la Escuela Nacional de Pintura y Escultura La Esmeralda. Tenía catorce años y supo entonces que sería parte de ese universo plagado de bastidores, telas, óleo y salones ampliados con luz.

Mientras en las mañanas estudiaba en el CCH, por las tardes se concentraba en la pintura; posteriormente se especializó en grabado en la Escuela de Artes Decorativas de París, estancia que no sólo le proporcionó maestría técnica en la gráfica sino que le ayudó a apreciar la campiña francesa más que adentrarse en la contemporaneidad parisina de los años ochenta.

Ya de regreso en México preparó la maestría de Artes Visuales en la Escuela Nacional de Artes Plásticas de la UNAM y comenzó su trayecto en el estudio de la filosofía náhuatl, aspecto que no ha abandonado como tratamiento pictórico.

Transitando entre lo figurativo de la década ochentera y un potencial abstracto en los noventa, Márquez Huitzil realiza ahora grandes telas de atmósfera etérea y marítima con chorreado de color y manchas dispersas que otorgan equilibrio a la superficie donde emergen pequeñas presencias humanas o divinas, luminosas y oscuras. Asimismo, confecciona paisajes inmensos donde retoma a los griegos en ambientes lacustres.

A lo largo de los años, tanto en pintura, grabado y escultura (de alambre), la mujer ha sido para Ofelia uno de sus temas reiterados: lo mismo las sirenas surgidas de la mitología náhuatl, las diosas griegas que sucumben en paisajes de Mesoamérica, las máscaras populares de Guerrero tan grotescas como hermosas o las oscuras masas corpóreas femeninas del hoy y el ahora. Mediante ellas, Márquez Huitzil se interroga quién es, qué hace, qué piensa, qué pinta. Y por eso todos los elementos femeninos constituyen sus telas: la luna, la tierra, la perla, el vientre materno, la oscuridad, la inconsciencia porque —dice— la mujer es el principio inconsciente de la vida y la pintura es proyección, reflejo de la artista.

Maestra de francés desde hace casi una década, se siente afortunada por haber escogido el camino de la pintura. Sin embargo no vive de ella porque han sido escasas las galerías que promueven su trabajo, además de que se siente relegada de los círculos artísticos y no existe un mercado del arte en México. Afirma que en estos momentos prevalece la aceptación por el video, el performance y la instalación, mientras "no hay una promoción para la pintura, todo se ha vuelto concepto y no hay más un goce sensual, matérico". O al menos es lo que no se impulsa en los espacios de exhibición pública.

En tanto su obra integra colecciones del Centro Aeroespacial de Toulouse (Francia), el Museo de Arte Moderno de Saitama (Japón), la Biblioteca Pública de Nueva York (EU), el Instituto de Artes Gráficas de Oaxaca y el Museo Carrillo Gil (México), en su país se siente "discriminada, menospreciada y obstaculizada". Y afirma con mucho desaliento que su experiencia reciente con los museos institucionales en México es que "viven una inercia marcada por las relaciones públicas, el rollo y las amistades más que la valía del trabajo en sí". Su más reciente exposición fue en la galería Casa del Tiempo de la Universidad Autónoma Metropolitana y en unos días participará en una colectiva de mujeres en el Museo del Carmen en San Ángel.

Pese al desconcierto, Ofelia Márquez continúa trabajando en su estudio de la colonia Moctezuma, dando clases de francés en la UNAM y elaborando esos valles marítimos o esos océanos aéreos que espera tengan cabida en algún sitio donde el público y ella puedan confrontarse.