Usted está aquí: jueves 1 de diciembre de 2005 Opinión Remesas y migrantes

Orlando Delgado Selley

Remesas y migrantes

Los mexicanos que trabajan en el extranjero están rompiendo récords. De enero a septiembre de este año enviaron 14 mil 719 millones de dólares a sus familias, casi 19 por ciento más que en el mismo lapso de 2004. A su vez, en ese año las remesas habían sido 20 por ciento superiores a las de 2003. En 2004 estos envíos fueron ligeramente más importantes que la inversión extranjera directa (IED): 16 mil 613 millones de dólares de remesas y 16 mil 602 millones de IED. En estos nueve meses las remesas superan la IED en mil 825 millones de dólares y representan casi 80 por ciento de la inversión extranjera total. Además, las remesas son ampliamente superiores a los ingresos turísticos.

El fenómeno no es privativo de México: los emigrantes suman 3 por ciento de la población mundial, lo que significa cerca de 175 millones de personas. Básicamente se dirigen a los países desarrollados: en los setentas la variación anual en el total de migrantes en estos países fue de 2.4 por ciento, en la década siguiente de 2.9, y en 1990-2000 llegó a 3.1, de modo tal que en esos 30 años prácticamente se duplicó esta población. Ello permitió que el envejecimiento de las poblaciones europeas y la notable reducción de los nacimientos no afectara su capacidad de trabajo.

Los mexicanos en el extranjero realizaron 43.3 millones de operaciones para enviar recursos a sus familias. Por supuesto, éstas son las transacciones realizadas a través de instituciones financieras y seguramente otro número significativo de envíos se hace por medios directos, de modo que las transacciones totales son mucho mayores, lo mismo que los dólares recibidos en México. Cada operación registrada fue de 340 dólares en promedio, lo cual significa enviar el equivalente a 2.7 salarios mínimos mensuales. El volumen de operaciones realizadas implica que cada emigrante ha hecho tres o cuatro envíos en nueve meses. El impacto de este flujo de recursos ha sido significativo en la reducción de los niveles de pobreza y, por esta vía, ha sido un elemento que contribuye a la dinámica económica.

Cerca de 70 por ciento del incremento de la población migrante se encuentra en Estados Unidos y Alemania. Ello se explica en el primer caso por razones geográficas y en el segundo por las condiciones laborales. Los mayores flujos latinoamericanos se dan de México y Centroamérica a Estados Unidos, mientras que la mayor parte de los sudamericanos han emigrado hacia Europa. Los habitantes de norte de Africa, por su parte, buscan acomodo en las naciones del sur de Europa, lo que ha llevado a estos países a poner en la mesa la necesidad de definir una política para los inmigrantes acorde con el espíritu de la propia Unión Europea.

Las estimaciones más recientes de la probable evolución de los mercados de trabajo en el mundo indican que la fuerza de trabajo en las naciones de altos ingresos declinará, en tanto que en los países en desarrollo crecerá. Así la fuerza de trabajo en los desarrollados pasará de 481 millones en 2001 a 474 en 2025, en tanto que en los países en desarrollo los números serán 2 mil 596 millones y 3 mil 561 millones de trabajadores en 2001 y 2025. Ello da cuenta de un incremento en la población dependiente en los países ricos, lo que aumenta la importancia del trabajo de los emigrantes, particularmente de quienes carecen de calificación.

En México, luego de años de negativas originadas en una estimación del sentido del voto de esta población, en 2006 los mexicanos en el exterior podrán votar. Lo harán en condiciones restrictivas, ya que deberán solicitarlo contando con credencial de elector. Además, no podrán extenderse las campañas políticas en los países donde trabajan, dadas las dificultades del organismo electoral para controlar los gastos de los partidos políticos.

Los candidatos han presentado sus planteos políticos y han respondido a los cuestionamientos de los empresarios estadunidenes agrupados en la Cámara Americana de Comercio, que no pueden votar pero su opinión importa, mas no podrán hacerlo a los mexicanos en Estados Unidos que sí podrían votar. Para colmo, en esta temporada en que muchos de nuestros emigrantes regresan a pasar las navidades con sus familias, resulta que el instituto electoral plantea una tregua que impide realizar campaña desde el 10 de diciembre.

De modo que parece que se trata de mantener aislada a una población que contribuye significativamente en la reducción de la pobreza extrema, que dinamiza el mercado interno y que, pese a los exabruptos de los conservadores estadunidenses, incrementará su importancia en esa economía y a la que estamos obligados a incorporar a la vida nacional.

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