Usted está aquí: jueves 1 de diciembre de 2005 Mundo Presionado y sin credibilidad, Bush considera ya el fin de la guerra

Responde a los llamados para el retiro de Irak con su "estrategia para la victoria"

Presionado y sin credibilidad, Bush considera ya el fin de la guerra

DAVID BROOKS CORRESPONSAL

Ampliar la imagen George W. Bush poco antes de su discurso sobre la guerra contra Irak, ayer, en la Academia Naval de Annapolis, Maryland FOTO Reuters Foto: Reuters

Nueva York, 30 de noviembre. El presidente George W. Bush presentó hoy su "estrategia para la victoria" en Irak, y con ello admitió -tal vez sin saberlo- que su guerra amenaza ahora a su propia presidencia.

Con más de 2 mil soldados estadunidenses muertos y más de 10 mil heridos (no se menciona y no es parte del cálculo político, pero sí hay más, quizá muchos más, de 30 mil iraquíes muertos), con una creciente mayoría de su pueblo contra la guerra, con la aprobación popular más baja del comandante en jefe desde que ocupó la Casa Blanca; con más políticos de los dos partidos cuestionando su manejo bélico, y con escándalos sobre los engaños, manipulación y encubrimiento del manejo de su política hacia Irak, Bush fue obligado a aceptar que el fin ya debe considerarse.

Inadmisible, la derrota

Pero ese fin, igual que en Vietnam, tiene que llevar un nombre que evite a toda costa la palabra derrota y por eso en su discurso ante, una vez más, un público militar, Bush reiteró los objetivos de su guerra expresados en 2003; ese es el centro de la batalla contra el "terrorismo", dijo, y subrayó que "cuando nuestra misión de derrotar a los terroristas en Irak sea cumplida, nuestras tropas regresarán a casa, a una nación orgullosa... Permaneceremos ahí tanto tiempo como sea necesario para cumplir la misión", afirmó ante los cadetes de la academia Naval en Anápolis, Maryland.

"Esta guerra dará varias vueltas, y el enemigo tiene que ser derrotado en todo campo de batalla... los terroristas han dejado claro que Irak es el frente central en su guerra contra la humanidad, y por lo tanto tenemos que reconocer a Irak como el frente central en la guerra contra el terror", añadió.

Y no faltó la mención del 11-S: "los terroristas en Irak comparten la misma ideología que los terroristas que atacaron Estados Unidos el 11 de septiembre", afirmó, y mencionó también atentados en Londres, Madrid, Bali y Jordania. "Este es un enemigo sin conciencia... Si no estamos luchando y destruyendo a este enemigo en Irak, no se quedarán quietos. Estarían armando complots y matando a estadunidenses por el mundo y dentro de nuestras propias fronteras", advirtió. "Contra este adversario -señaló- nunca aceptaremos nada menos que la victoria completa", dijo ante el aplauso de los militares.

Insistió: "la victoria llegará cuando los terroristas y los sadamistas ya no puedan amenazar la democracia de Irak. Cuando las autoridades iraquíes puedan ofrecer seguridad a sus propios ciudadanos. Y cuando Irak ya no sea un terreno seguro de donde los terroristas puedan planear nuevos ataques contra nuestra nación".

Para lograr esta "victoria", el presidente dijo que la prioridad y el eje de esta estrategia es la capacitación de tropas iraquíes. Ayer se anunció que el Pentágono estaba solicitando 3.9 mil millones de dólares en recursos adicionales a los 10.6 mil millones ya aprobados por el Congreso para capacitar y equipar a tropas iraquíes.

La Casa Blanca presentó hoy un documento de 35 páginas llamado Estrategia Nacional para la Victoria en Irak, donde se reiteran los objetivos de la guerra, se habla de consecuencias adversas tanto para la región como para el mundo si Estados Unidos no cumple su misión en Irak y detalla algunos de los puntos presentados por Bush en su discurso de hoy (el documento se puede ver en: http://www.whitehouse.gov/infocus/iraq/iraq_strategy_nov2005.html).

En Vietnam, los derrotados intentaron calificar la fase final como "paz con honor". En Irak aún no se habla de paz con o sin honor, sino simplemente de buscar la fórmula para poder aplicar la etiqueta de "victoria". Pero el hecho de que el presidente y su equipo deban reafirmar los objetivos y justificaciones para su guerra demuestran en están jugando a la defensiva por primera vez en este campo.

El presidente y su equipo ya habían preparado el terreno para este discurso desde hace dos semanas, después que el nivel de oposición se intensificó cuando algunos poderosos legisladores de ambos partidos decidieron expresar el sentir de la mayoría de la población.

Tal vez el evento que, en un futuro próximo, podrá ser recordado como el momento que marcó el principio del fin de esta guerra ocurrió el 17 de noviembre, cuando el representante John Murtha, demócrata conservador, veterano condecorado de dos guerras, e íntimo amigo de los altos mandos militares, declaró que había llegado el momento de concluir la ocupación militar de Irak. "Nuestros militares han hecho todo lo que se les ha pedido. Es hora de regresarlos a casa", afirmó. Hoy, la representante Nancy Pelosi, líder de la minoría demócrata en la Cámara baja apoyó el llamado de su colega.

En meses recientes, el senador Chuck Hagel y otros republicanos se han atrevido a criticar el curso de la guerra y se han sumado a un coro de generales y altos militares retirados, ex altos funcionarios (incluido quien fuera el segundo del ex secretario de Estado -y general- Colin Powell) que cada día expresan sus dudas sobre si esta guerra se puede "ganar". Estos republicanos están preocupados por la creciente oposición a la guerra registrada en las encuestas ya que el próximo es año electoral para la Legislatura.

A la vez, los escándalos que parecen multiplicarse cada semana sobre los engaños y la manipulación de la inteligencia para justificar la guerra, continúan generando desencanto e ira tanto entre la opinión pública como en los circuitos políticos. Peor aún -y como siempre ha ocurrido en Washington- los intentos para encubrir los engaños y la manipulación ya han costado la baja de uno de los miembros más influyentes del círculo íntimo de la Casa Blanca (Lewis Libby, el ex jefe de equipo del vicepresidente Dick Cheney), y podría destruir las carreras y la reputación de varios más, ya que la investigación del fiscal especial, Patrick Fitzgerald, no ha concluido.

Por lo anterior, y ante la presión para presentar un plan sobre el futuro inmediato de esta guerra, y a los constantes llamados a diseñar una "estrategia de salida", Bush y su equipo intentaron responder hoy con su "estrategia para la victoria".

La consigna fue presentada por el secretario de Defensa Donald Rumsfeld ayer, cuando declaró que en lugar de "una estrategia de salida, deberíamos enfocarnos en nuestra estrategia para la victoria". El propio Bush ya había empezado a difundir su mensaje desde ayer, cuando dijo en El Paso, Texas: "yo quiero que nuestras tropas regresen a casa, pero no quiero que vuelvan sin haber logrado la victoria".

Hoy el presidente intentó una vez más responder a los llamados por el regreso de tropas al subrayar que los soldados estadunidenses no serán retiradas en respuesta a "calendarios artificiales establecidos por políticos en Washington", sino sólo en torno a las "condiciones en el terreno en Irak y el buen juicio de nuestros comandantes".

Advirtió que "establecer una fecha límite artificial para el retiro (de tropas) enviará el mensaje de que América es débil y un aliado no confiable... e invitará nuevos ataques contra América".

La Casa Blanca "generalmente engaña": mayoría en EU

Pero a pesar de repetir todos sus argumentos de cómo esta guerra es necesaria para la defensa de la seguridad nacional contra un enemigo global, el problema más grave ahora para este presidente y su equipo es la falta de credibilidad, digan lo que digan. Una encuesta Harris difundida por el Wall Street Journal la semana pasada registró que 64 por ciento de estadunidenses cree que el gobierno de Bush "generalmente engaña a la opinión pública sobre temas actuales para lograr sus propios objetivos".

Peor aún, hay indicadores de que entre los propios militares existen dudas cada vez más profundas sobre la guerra, y no pocos ligados a las fuerzas armadas, incluyendo algunos generales recién retirados, han empezado a expresarlas públicamente.

Por ejemplo, los resultados de una reciente encuesta en Carolina del Norte, sede de algunas de las bases militares más grandes del país, con una población pro militar. La encuesta realizada por la Universidad Elon registró no sólo que 57 por ciento de los residentes de ese estado desaprueba el manejo del comandante en jefe de la guerra, sino que entre militares activos, reservistas y veteranos, 56 por ciento desaprueba su liderazgo militar, y de estos, sólo 19 por ciento opinó que la guerra "vale la pena".

Por lo tanto, pocos creen que el discurso de hoy, uno de cuatro programados que ofrecerá el presidente sobre la guerra antes del 15 de diciembre, fecha de las elecciones en Irak, cambiará lo que ya es obvio para muchos: "victoria" o no, este gran juego de sangre, sufrimiento y engaño ya no coronará a Bush como campeón.

Para algunos, como dijo a La Jornada un analista y activista político en Washington, Bush no lanzó hoy una nueva estrategia para Irak, sino una estrategia para rescatar su propia presidencia.

 
Compartir la nota:

Puede compartir la nota con otros lectores usando los servicios de del.icio.us, Fresqui y menéame, o puede conocer si existe algún blog que esté haciendo referencia a la misma a través de Technorati.