414 ° DOMINGO 27 DE NOVIEMBRE DE 2005
 

Iztapalapa, el premio mayor

Daniela Pastrana



Fotografía: La Jornada/José Carlo González
 
Las reuniones con Andrés Manuel López Obrador llegaron tarde. En esos días de finales de 1999 el perredismo iztapalapense ya no tuvo forma de amarrar el "acuerdo de unidad" conseguido en otras delegaciones para evitar la elección. Siete candidatos fueron a las urnas: René Arce y Alfredo Hernández Raygosa, entonces diputados locales, Clara Brugada y Benito Mirón, diputados federales, Víctor Martínez Bolaños, de los Panchos Villa, Mariano López, integrante de la directiva estatal y José Luis Hernández, del viejo PMT. De nada valió la intervención del candidato a jefe de Gobierno (que apoyó a Arce por ser puntero en las encuestas), ni la del entonces delegado Ramón Sosamontes (que según la gente de Arce, apoyó a Hernández Raygosa), ni de la jefa de Gobierno, Rosario Robles, que impulsó a Clara Brugada; ni de René Bejarano, que promovía a Benito Mirón.

Arce demostró su fuerza: obtuvo más de 14 mil votos, el doble de los 7 mil de Hernández Raygosa y muy lejos de los 5 mil de Brugada.

Seis años después, los integrantes de Nueva Izquierda (NI) que apoyan a Jesús Ortega tienen sus canicas puestas en la hegemonía que René Arce y su grupo han consolidado en la populosa demarcación.

No es para menos. En julio pasado, en la elección interna para elegir comités delegacionales del PRD, esa delegación tuvo 58 mil 700 votos de un total de 231 mil. Es decir, una cuarta parte de la votación.

Igual que hace seis años, Nueva Izquierda ganó dos a uno a sus adversarios.

Ahora, apoyados en la alianza con la UnyR, los orteguistas juran que ganarán 3 ó 4 a uno. "No vamos a ganar, vamos a pasarles encima", presumen.

La gran incógnita es qué hará la Unión Popular Revolucionaria Emiliano Zapata (UPREZ) de Clara Brugada en San Miguel Teotongo, que sistemáticamente ha sido lastimado por la gente de Arce.

Los votos de Clara

El grupo de René Arce tiene, "seguros", poco más de la mitad de los votos de la delegación; el resto se divide entre los grupos afines a Izquierda Democrática Nacional (IDN) y la UPREZ, de Clara Brugada (un cuarto cada uno en términos gruesos).

Si el grupo de Brugada vota por el senador, como aseguran los orteguistas la diferencia de la elección interna de julio se dispararía 3 a 1; en cambio, si esos votos son para Marcelo Ebrard, la votación en Iztapalapa se emparejaría.

De ahí la importancia de este grupo, que formalmente se alinea con la UnyR, pero territorialmente ha sido maltratado por las huestes de Arce.

Ni Brugada ni los otros diputados de su grupo (Francisco Diego, Víctor Varela y Alfredo Carrasco), firmaron el desplegado de los iztapalapenses a favor de Ortega.

La presión sobre la diputada federal, sin embargo, es fuerte.

El martes en la noche se reunió con Ortega y, según los colaboradores del senador, en los próximos días tendrá una reunión con los dirigentes de la UPREZ para hacer público su apoyo. "Ya no hay tiempo para un acto masivo, pero el acuerdo va", juran los orteguistas, quienes también ya cuentan entre sus aliados a un grupo disidente de los Panchos Villa.

En el equipo de Brugada juran que no hay acuerdo. "Es un asunto de sobrevivencia política", dice uno de sus colaboradores.

Inicialmente, incluso, habían considerado apoyar a Ortega a cambio de que les dejaran la candidatura a la jefatura delegacional, pero Arce no quiso.

Su evaluación es que tendrían más ventaja para negociar espacios delegacionales con la gente de IDN, pues sus fuerzas son similares, que con NI.

Habrá que ver. Hasta el martes, lo único que los orteguistas habían conseguido de la diputada era el compromiso de no meterse en el proceso. Pero nadie cree que las bases de la UPREZ no vayan a participar en la jornada del 4 de diciembre.

Buenas lides

El 31 de julio, en la elección de comités estatales, el ex diputado y ex director del registro Civil en el DF, quiso tomar fotos del reparto de despensas (que según él se daban a cambio del voto por Nueva Izquierda) y terminó en el hospital.

Vecinos de la unidad Valle de Luces, cerca del panteón de los Culhuacanes, le propinaron una paliza, azuzados por Bernardito García Matías, un conocido invasor de terrenos. Molina fue liberado sólo cuando llegó su sobrino, quien había sido mayordomo de la iglesia del Calvario.

"Bernardito decía que quienes no estábamos con Arce éramos unos tontos, con palabras mayores, que él tenía mucho dinero y que Arce lo apoyaba. Yo no creo eso, no directamente, pero sí hay gentes como este Bernardito que es un verdadero energúmeno, antes era del PRI y ahora resulta que es de René. Si esos tipos van a estar en la elección, sí se corren muchos riesgos de conflictos", dice Molina.

Se le recuerda que las acusaciones de compra de votos han sido la constante entre todos los grupos de Iztapalapa en cada elección interna.

"Sí, pero ellos (Nueva Izquierda) son los que tienen los recursos, porque tienen la delegación. Los otros no tenemos nada para dar. Y eso sí influye... te pongo un caso: en la elección de marzo (de la presidencia estatal) hubo casillas en las que ganamos (es decir, Martí Batres le ganó a Isaías Villas, de NI), por poco, pero ganamos, y en la de julio, que era del comité estatal, su votación se disparó 3 a 1 en esas mismas casillas". Es la prueba, dice, de que "en una buena lid no son tan fuertes como dicen".

Las internas perredistas, empero, no se caracterizan por ser "buenas lides".

Hace unos meses, el jefe delegacional de Iztapalapa, Víctor Hugo Círigo, acusaba a Molina de azuzar a los vecinos para realizar el bloqueo por el problema de agua en la demarcación.

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Célebre desde que en la interna de 1999 hizo proselitismo con botes de cemento que le consiguió su suegro, José Luis Anguiano, entonces funcionario delegacional, Alfredo Hernández Raygosa, El Camarón, sabe bien lo que será la jornada del 4 de diciembre.

"Va a ser una elección competida, pero vamos a tener una diferencia a favor. Hay que apostar a que no haya violencia, el que gana es el que mayor responsabilidad debe tener y nosotros creemos que vamos a ganar", dice.

En el lado contrario, aseguran que son simples buenos deseos: "Va a ser una paliza".