La contienda es todavía de tres y tiene puntero, coinciden expertos Los peligros de las encuestas Arturo Cano Los resultados de un sondeo de opinión pública rebotan en las agencias de noticias internacionales y alimentan la minitormenta política de la semana. El candidato del PRI es dejado fuera de la contienda. El abanderado del PAN celebra que la contienda será entre él y su adversario del PRD. La cuña que aprieta es del mismo palo: la mayoría de los encuestadores plantean serias dudas sobre el resultado que decreta un virtual empate. "Está fuera de foco", dicen. Y sostienen que el puntero lo sigue siendo y que la contienda todavía es entre tres aspirantes. El debate abre la duda: ¿serán las encuestas un factor que legitime el proceso electoral de 2006 o se convertirán en un ingrediente de la incertidumbre?
El candidato anda dale que te dale con las encuestas, al derecho y al revés, pues la comodísima ventaja de más de 20 puntos con la cual había arrancado la campaña se ha ido reduciendo conforme se acerca la elección. Una semana antes del 14 de noviembre de 2004, fecha de los comicios, el candidato escucha la pregunta "en corto": "¿Cuántos puntos, candidato, en serio?" Y el candidato jura: "Diez, lo menos, y no exagero para nada". Algunos de sus colaboradores dicen, también en privado, que la diferencia real ronda los seis puntos, pero que no ven razones para el nerviosismo. Sin embargo, públicamente todas las casas encuestadoras cierran la temporada de difusión de resultados dando una ventaja de más de diez puntos al PRI y su candidato a gobernador de Sinaloa, Jesús Aguilar Padilla, el hombre de la avioneta. La encuestadora María de las Heras le concedía 14 puntos de ventaja. Los mismos, ya más cerca de la elección, le daría El Universal: 53% de las preferencias contra 39% de su más cercano competidor, Heriberto Félix Guerra, del PAN. Todas le daban más de diez puntos. Y todas fallaron. La noche de la elección, Consulta Mitofsky, la encuestadora de Televisa, prefirió no dar resultados. Roy Campos, su director, salió a decir en la pantalla que la diferencia era tan cerrada que no se podía dar un ganador. Involucrado de manera personal en esa elección, por ser de origen sinaloense, Campos explicó entonces que los resultados de aquellos comicios son la mejor evidencia de que las encuestas no son pronósticos. La diferencia fue de apenas 14 mil votos, un punto nada más. Esa pequeña brecha permitió al PAN dar efímera vida a un "movimiento de resistencia civil" que se apagó cuando reconocieron que no tenían pruebas de fraude electoral. ¿Acaso se equivocaron los encuestadores? Un año más tarde, Roy Campos insiste en que no: "Se equivocaron quienes creyeron que las encuestas son pronósticos". Campos recurre a uno de los argumentos favoritos de los demóscopos: las encuestas son "fotografías del momento" y en materia de preferencias electorales, las cosas en este sentido pueden cambiar de una semana a otra, de un día al siguiente. El caso de Sinaloa ilustra muy bien el principal peligro de las encuestas: ¿qué va a suceder si uno de los candidatos a la Presidencia de la República llega con diez puntos de ventaja a julio de 2006 y las encuestas de salida dan un empate? El problema, vuelve a decir Campos, no es si un candidato llega con ventaja y el día de la elección hay un empate en las encuestas de salida. "Ese sería el mal menor", dice. El peligro mayor, en la perspectiva del demóscopo, es otro: "Si las televisoras salen y dicen 'no hay ganador'está perfecto, porque estarían dejando al Instituto Federal Electoral (IFE) la responsabilidad de declarar ganador con votos y no con encuestas. Lo malo sería que las televisoras tengan la irresponsabilidad, en un afán de ganar la noticia, de declarar ganador". La elección de 2000 es el mejor ejemplo, según el experto, de que el riesgo está en otra parte y no en las encuestas. En aquellos comicios, recuerda, todas las encuestas públicas daban como triunfador a Francisco Labastida. Llegó el 2 de julio y ganó Vicente Fox. "Y no pasó nada". El peligro, insiste Campos, es que las televisoras "se adelanten a declarar ganador y que luego resulte que no es cierto". Los nuevos Woldenberg Vamos al contrapunto. ¿Para qué queremos a José Woldenberg si tenemos a Javier Alatorre y Carlos Loret? No es pregunta capciosa. La noche del 6 de febrero pasado, las dos principales televisoras anunciaron un holgado triunfo de Zeferino Torreblanca en Guerrero. En ese momento murió, de haber existido, el afán de los caciques de siempre de la entidad sureña de reventar la elección. De la mano de la creciente credibilidad de los organismos electorales, las encuestas han jugado un avanzado papel en la legitimación de resultados y, en consecuencia, han contribuido a desactivar conflictos poselectorales. Aunque también pueden jugar el papel inverso. Justo seis años atrás, también en Guerrero, Tv Azteca dio como triunfador al perredista Félix Salgado Macedonio con seis puntos de ventaja. Montado en ese dato, el Toro sin cerca organizó una caravana a la ciudad de México. Las cosas no paran ahí. Guerrero tiene ejemplos para dar y regalar en materia de encuestas. La cómoda ventaja de Torreblanca se dio a pesar de que una de las encuestadoras en la lista de las "serias", la del periódico Reforma, le había dado el triunfo al PRI apenas una semana antes de los comicios. Roy Campos cuenta que uno de los operadores electorales del PRI, César Augusto Santiago, ha culpado a Reforma de esa derrota de su partido. Se trata, sugiere Campos, del uso inverso del viejo argumento de que con las encuestas se manipulan las preferencias electorales. Usualmente se dice que "si se da un dato a favor de un candidato, toda la población va a estar a favor de ese candidato". El argumento del operador priísta "dice exactamente lo contrario, que la encuesta hizo que los priístas se confiaran y por lo tanto ya no salieron a votar, y por eso nos ganaron por 13 puntos y nos pasó un tren encima". De caballos y malabarismos Otro tren agarró pasajero esta semana y bajó del vagón a uno más de los viajeros. El nuevo pasajero, el panista Felipe Calderón, celebró la nueva encuesta de Reforma, dada a conocer este lunes, con esta frase muy trillada por candidatos de su partido: "Caballo que alcanza gana". Según la encuesta de marras Andrés Manuel López Obrador tendría 29% de las preferencias, Calderón estaría sólo un punto abajo y en tercer sitio se hallaría Roberto Madrazo con 21 puntos. Un 13 por ciento de los encuestados se declaró indeciso. Estos datos dieron la vuelta al mundo y desataron una minitormen-ta política. Los candidatos involucrados y sus equipos tomaron posiciones. El panista no sólo celebró sino que dio por muerto al PRI, cuando dijo que en 2006 la disputa será sólo entre su partido y el PRD. La encuesta se publica mientras suceden otros hechos convenientes: sobrevive el eco de los nuevos videos de Carlos Ahumada; y el presidente Vicente Fox reafirma en Los Pinos su alianza con Elba Esther Gordillo al tiempo que el PAN le da la bienvenida a la lideresa magisterial. Del lado perredista, López Obrador habla de una estrategia para fortalecer al candidato del gobierno foxista. "Los que han dominado siempre en el país están en una especie de malabarismo político. Si se cae Madrazo, levantan a Calderón, si se cae Calderón levantan a Madrazo. Lo que no quieren es que yo gane la presidencia de la República". En tanto, mientras algunas encuestas lo mandan a tercer lugar y una de plano lo saca de la contienda, Madrazo opta por la vieja salida de remitirse a las urnas: "La encuesta que nos interesa es la del 2 de julio". Todas estas reacciones son de esperar, obvias cuando las encuestas favorecen o perjudican a los candidatos. Son parte de sus estrategias de campaña. Lo inusual en el debate de la semana que acaso se prolongue por el papel que seguirán desempeñando los estudios de opinión en la batalla electoral es que la ya célebre encuesta del empate fue cuestionada por la mayoría de los mismos encuestadores. La encuesta del empate, "fuera de foco" "Reforma debería explicar por qué estos resultados se contradicen con los que publicó apenas 15 días atrás", dice Francisco Abundis, director de la encuestadora Parametría.
En efecto, el pasado 29 de octubre, el diario de referencia publicó los resultados de una encuesta hecha en colaboración con el Instituto Tecnológico de Massachussets (MIT) en la cual otorga a López Obrador una "preferencia bruta" de 31%, contra 26% de Madrazo y 23% de Calderón. "El problema no es López Obrador, el problema es el PRI, pues se debe explicar por qué una caída tan abrupta pudo ocurrir en apenas dos semanas", agrega Abundis. Las críticas de Abundis no son nuevas en el mundo de los demóscopos. En diversos foros se ha cuestionado desde hace un par de años el trabajo del área de investigación de Reforma. "Durante el año pasado y el presente se equivocaron en Guerrero, dieron el segundo lugar al PRD en el estado de México (quedó en tercero) y tienen un verdadero récord de empates. Está sospechoso", dice Abundis. El empate entre Marcelo Ebrard y Jesús Ortega (en 41% para cada uno) es otro ejemplo, dice el especialista. "No es posible un resultado así tan sólo por la diferencia que traen de conocimiento entre la población (muy favorable a Ebrard), la cual era mucho mayor hace un mes, cuando fueron publicados esos resultados". La encuesta del diario capitalino otorga al Partido Verde Ecologista de México (PVEM) 7% de las preferencias. Ese es otro de los problemas que juzga Abundis: "No sabemos por qué lo pusieron fuera, si está probado que cuando aparece en alianza con el PRI muchos de sus votantes regresan al PRD". Abundis no está solo en sus críticas. En su programa radiofónico, Carmen Aristegui se hizo eco del debate e invitó a tres de los más reconocidos encuestadores: María de las Heras, quien publica sus resultados en Milenio; Guillermo Valdés, del Grupo de Economistas y Asociados (GEA); y Roy Campos. Antes de iniciar el diálogo, el pasado martes, la periodista informó a los radioescuchas que el encuestador de Reforma, Alejandro Moreno, había preferido no participar. De las Heras, quien se proclamó la outsider de los encuestadores, recordó que en la última encuesta local (Coahuila), Reforma presentó resultados que sumaban 100% de los potenciales electores. En su última encuesta, sin embargo, sumaban 87% porque se dejó fuera a los indecisos. "Es una forma de engañar", dijo, de plano. La investigadora también recordó la encuesta del 29 de octubre, que ofreció resultados, dijo, muy parecidos a los recientemente presentados por Consulta Mitofsky. "¿Qué pasó en 15 días? ¿Qué pasó para que Calderón suba ocho puntos en 15 días? Me encantaría que me dijeran qué ocurrió para que Felipe Calderón subiera y Andrés Manuel bajara. Algo tuvo que haber pasado, porque los electores no estamos esquizofrénicos". Aunque mantienen diferencias en muchos aspectos, esta vez los encuestadores coincidieron en algo: "En quince días no cambias, estoy de acuerdo", dijo Roy Campos, quien añadió que "lo sorprendente es que hayan bajado tanto al PRI, pues la tercera parte de sus votos desaparecen". Los tres encuestadores recomendaron "no seguir el posible error de una casa" y poner "todas las encuestas en una canasta para ver qué nos están diciendo los promedios". Una coincidencia más, que no es menor: la contienda aún es entre tres aspirantes, aunque al final, ya más cerca de los comicios, "seguramente va a ser entre dos". Campos concluyó y los otros convinieron: la encuesta de Reforma "está fuera de foco" con respecto a los resultados de todos los demás. La vulnerabilidad del método Francisco Abundis va más allá. Dice que esta es la hora en que los encuestadores "debemos reconocer los límites de nuestro método, reconocer que si vamos a una elección que se definirá por cinco puntos somos totalmente vulnerables con los márgenes de error que tenemos". En el escenario de una elección muy competida, completa, sólo podrían obtenerse datos más confiables con universos de "5 mil casos (el promedio es de 800 a mil 200 personas), y eso no hay medio que lo pague". De las apreciaciones del especialista se desprende que las contradicciones futuras entre casas encuestadoras podrían dar al traste con el papel que mal que bien han consolidado al dar legitimidad a los procesos electorales. "Estamos jugando a que daremos certeza y corremos el peligro de confundir", dice Abundis. Para este experto lo que revelan los resultados más recientes de la mayoría de las encuestas es que el panista "Calderón va subiendo y que Andrés Manuel López Obrador se mantiene en primer lugar". De ahí que revele su preocupación porque la reciente encuesta del diario capitalino "crea una sensación de caos, cuando sólo son un número más". Más temprano de lo que algunos preveían, los estudios de opinión están bajo fuego y se corre el riesgo de que además de utilizarse como herramientas de propaganda electoral se conviertan en factores de incertidumbre. "Hay quien dice que con mis expresiones me curo en salud, pero sí vamos a tener problemas", completa Abundis. Los incrédulos "Esa encuesta es patito". Semana a semana, personas informadas y participativas llaman a estaciones de radio o mandan cartas a los periódicos para poner en duda los resultados de encuestas. No fueron pocos, por ejemplo, quienes opinaron que los sondeos que dieron el triunfo al mexiquense Arturo Montiel en la elección interna del Tucom estaban "arreglados". Los encuestadores cargan todavía el peso del descrédito antigüo de las encuestas hechas a modo de quien las paga, cuyos datos se publican al gusto del cliente o que de plano se inventan para satisfacer sus intereses políticos inmediatos. En los años recientes, sin embargo, aun los políticos con menos credenciales democráticas usan cada vez menos los servicios de las empresas "patito", no por gusto sino porque saben que marcas no reconocidas no cuentan con ninguna credibilidad en el mercado electoral. Esto no significa que no se sigan utilizando no sólo encuestadoras de dudosa reputación, sino que incluso las "serias" conviertan toda encuesta en noticia o continúen utilizando métodos como la encuesta telefónica "En un sentido estricto no toda encuesta es publicable. Y el caso extremo es lo que están haciendo algunos medios, que es producir información (estadística) para generar primeras planas. Si un medio tiene tres primeras planas con encuesta, algo anda está mal", afirma Abundis. Las nuevas reinas de México Dice Carlos Monsiváis que las encuestas son las "nuevas reinas de México". El reinado comenzó en el sexenio de Carlos Salinas. Muchos de los más reconocidos encuestadores de hoy se formaron en la oficina de Ulises Beltrán en Los Pinos. Pero el trono de la Reina Encuesta no fue erigido sólo por el salinismo. Es muy sabido que el presidente Vicente Fox no da paso sin gráfica de barras en mano. ¿Y cómo resolvió el PRD uno de sus más rudos conflictos internos la cuestionada elección interna de 1999? La imagen de Amalia García se impuso en un sondeo a Jesús Ortega. Con una encuesta se arregló el Tucom priísta. Y López Obrador es también un asiduo de las encuestas, que usó innumerables ocasiones como presidente del PRD, como jefe de Gobierno y ahora como precandidato. El problema viene, por supuesto, cuando los gobernantes o candidatos piensan que no hay asesores ni sensibilidad política ni intuición que valgan frente a los índices de popularidad. Monsiváis lo pone así: si los políticos "quieren observar a la sociedad, mandan a hacer encuestas; si quieren saber qué tan confiables son sus encuestas, mandan a hacer otras encuestas. El trato con los demás les ha dejado de importar; al fin y al cabo ya no existen para ellos las personas sino los encuestables y los encuestados". El debate, reconoce el escritor, sigue existiendo y hay factores ajenos a las encuestas que, para infortunio de algunos políticos, siguen teniendo gran peso. Para Roy Campos, en cambio, gracias a las encuestas se han terminado los dueños de las verdades absolutas, pues ya los analistas no pueden hacer afirmaciones del tipo "todos pensamos" sin datos que los respalden. Además, asegura, las encuestas presionan a los gobernantes y los obligan a hacer rectificaciones. En este punto es donde se abusa del instrumento, porque "las encuestas no se obedecen, se interpretan". Encuestadoras y medios El debate sobre los estudios de opinión no puede reducirse al papel que desempeñan los encuestadores, pues su trabajo siempre va de la mano de los medios a través de los cuales dan a conocer sus resultados. Al examinar el papel de los medios, Abundis sostiene que muchos "no están siendo selectivos con la información que manejan" e incluso incurren en contradicciones como publicar inserciones pagadas de los candidatos que contradicen la información que ellos mismos generan. "La justificación es que tal información fue pagada. Lo que en realidad está haciendo el medio, que supuestamente es responsable, es que está desinformando a sus lectores". Los medios, sugiere, deberían rechazar la publicación de encuestas que contradigan su propia información aun con el riesgo de perder anuncios. Del lado de los encuestadores, plantea, una práctica que debe establecerse como norma es "decir de frente" si la encuesta que se publica fue pagada por un actor interesado en el tema. "Hay un tema de claridad y transparencia donde uno puede garantizar que lo que uno presenta es una información confiable, independientemente de quién la pagó, pero si no la generamos nosotros por qué no reportar quién la pagó. En términos éticos y en términos de claridad de información". Roy Campos sostiene, en el contrapunto, que los medios no debieran vetar la verdad de los candidatos, mientras éstos reconozcan abiertamente que ellos pagaron la encuesta que publican. En 2000, recuerda, Fox sacó un anuncio "diciendo que ya habían ganado. Y simularon una encuesta. ¿Los medios debieron haber vetado ese anuncio a Fox porque daba una encuesta?" Francisco Labastida Ochoa también hizo lo suyo, pues a lo largo de varias semanas hizo publicar un desplegado según el cual 36 de 37 encuestas publicadas le favorecían. "¿Por qué prohibir poner esos anuncios nada más porque el medio tiene su propia encuesta?", se pregunta Campos. El debate está abierto. En los próximos meses, en medio del ruido electoral, será preciso acudir a los estudios de opinión con lupa, sabiendo qué hay detrás de cada casa encuestadora. Duro reto para el elector promedio: comparar, como sugieren los mismos demóscopos, los resultados de todos. Porque en los ocho meses que faltan para los comicios, es difícil que cambie un hecho que Roy Campos define así: "Las encuestas han tomado un papel exagerado, han sido sobrestimadas". Algunos de los comentarios de Roy Campos y Francisco Abundis recogidos aquí fueron vertidos en la mesa redonda "Uso y abuso de las encuestas", organizada por La Jornada y Casa Lamm el pasado 30 de octubre. |