Usted está aquí: sábado 26 de noviembre de 2005 Opinión ALCA: desinformación en la tormenta

Heriberto M. Galindo Quiñones

ALCA: desinformación en la tormenta

Por supuesto que no son agradables para los mexicanos las agresiones del presidente de Venezuela al de México. Con pleno respeto a la posición ideológica y política que cada compatriota o lector asuma, es de hombres y mujeres libres y de bien solidarizarse con el Presidente de la República, frente a un ataque del exterior. Sin embargo, en torno a esta situación que aún no culmina, hace falta ir a las raíces del conflicto que derivó en el retiro de los embajadores venezolano y mexicano de los respectivos países.

Primero es menester expresar que el asunto referido al Acuerdo de Libre Comercio de las Américas (ALCA), tema central de la discusión suscitada, que alcanzó adjetivos bochornosos, por lo grosero y ofensivo de las palabras del presidente venezolano, no ha sido suficientemente explicado a la opinión pública nacional. Es un asunto delicado, por la importancia que reviste para los habitantes del continente americano.

No podrá haber firma ni puesta en marcha del ALCA si antes no se conoce el proyecto del mismo, para su discusión y debate públicos, y para su eventual aprobación por el Legislativo. Ahora bien, no se trata de buscar culpables, pero sí de ir al fondo y de cubrir muy bien las formas.

Gracias a los medios de información se supo que el tema no estaba contemplado en la agenda del acto, que reunió a la mayoría de los presidentes de la región. No obstante, el presidente Fox introdujo el tema en la asamblea plenaria y ello enojó a los oponentes.

Es grave que este trascendental asunto no se haya expuesto previamente ante la nación, ni por medio de las cámaras del Congreso de la Unión ni por los medios de información. Extraña que en esta ocasión el gobierno federal no haya utilizado sus eficaces instrumentos de propaganda, que tan buenos resultados le han aportado.

Muy pocos conocen el documento que podría derivar en el ALCA, que generó esta tormenta diplomática y mediática tan lamentable. Por ello se ignora en qué consiste, o en qué nos beneficia o perjudica el ALCA, tan promovido y defendido por el presidente Fox. ¿Por qué lo apoyan unos y por qué lo rechazan otros?

La inmensa mayoría de los mexicanos y los latinoamericanos, en general, no saben las ventajas y desventajas de este acuerdo, aparentemente concebido bajo el aliento del vecino país del norte. La mayoría desconoce los pros y contras de la propuesta, los costos y beneficios que les significaría.

El hecho es que este incidente mantiene en un hilo los nexos entre México y Venezuela, y alteró los lazos con Argentina y Brasil.

En síntesis: es innegable que en México faltó difusión del tema y que hubo omisiones de la Secretaría de Economía.

Los temas públicos no pueden ni deben ocultarse, sino que deben ventilarse y discutirse a la luz del día y en casa de cristal. Está tan seco el pasto en la política, que cualquier chispa lo incendia, y eso no es benéfico para nadie.

Esto reviste tanta importancia que se requiere y exige contar con los elementos fundamentales para un debate de altura y a conciencia, como para dilucidar si conviene o no el ALCA a México y a las naciones hermanas. Es válido preguntar, ¿cuál fue la motivación del Presidente para llevar el asunto a una discusión a ese nivel sin que aparentemente hubiese estado agendado? ¿Acaso, como se ha sugerido, se lo solicitó el presidente George W. Bush, aun fuera de programa?

De ser cierta esa versión, no sería ésta la primera ni la última vez que un presidente de EU llegase a solicitar algo así a su colega mexicano. Eso no es delito ni representa falta a la moral pública o a la dignidad de los países; es política y diplomacia al más alto nivel; empero la sociedad mexicana, en pleno ejercicio de sus derechos, merece y exige estar bien informada. El gobierno está obligado a hacerlo y es válido recordarnos que el interés nacional debe estar, siempre, por encima de todo.

Lo anterior, por supuesto, que no le da la razón a la ofensa chavista cuando calificó al presidente Fox de cachorro del imperio. Es evidente que la parte grosera y vergonzosa corrió del lado del venezolano, frente a la prudencia mexicana. Eso no se lava ni se cura ni se olvida con marchas, banderas, retratos de héroes, presencia de diputados perredistas o con canciones de José Alfredo Jiménez en Caracas.

En cuanto al conflicto, lo razonable y conveniente es que el gobierno de México continúe siendo prudente, para finiquitar y resolver esta situación de la mejor manera y lo antes posible, sin radicalizar posturas, defendiendo la dignidad, sí, pero reconociendo los errores que se hayan cometido. En cuanto al ALCA es urgente su divulgación.

Romper con Venezuela en estas circunstancias no es recomendable, pues sería asumir una actitud extremista, que algunos desean; pero se ignorarían los lazos históricos de pueblo a pueblo, se afectarían los nexos comerciales y de negocios y, peor, se iría contra el espíritu plasmado en el artículo 89 constitucional, que en su fracción décima otorga el sustento a nuestra política exterior.

Sin caer en provocaciones imprudentes, sino convocando a la prudencia y a la mesura, buscando en verdad lo que mejor convenga a nuestras naciones, y en homenaje a Simón Bolívar, el ilustre venezolano universal, hoy lo vital es pugnar, con seriedad y sin demagogia, por la construcción de una América más unida, justa, libre, fuerte y soberana. Con o sin ALCA.

 
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