Usted está aquí: lunes 21 de noviembre de 2005 Opinión MUESTRA INTERNACIONAL

MUESTRA INTERNACIONAL

Carlos Bonfil

Directores de la Muestra/ I

MI TESORO (Or. Mon trésor) y Perdón María (María) son dos de los momentos más interesantes de la 46 Muestra Internacional de Cine que se presenta en la Cineteca Nacional y en otras 20 plazas de la zona metropolitana. Los primeros dos títulos seleccionados tienen en común ser dos operas primas de realización muy decorosa y abordar, desde la perspectiva de un realismo muy áspero, el tema de la prostitución femenina. La inspiración en ambos casos es de orden documental.

LA REALIZADORA DE Mi tesoro, la neoyorquina Keren Hedaya, vive desde niña en Israel y ha concentrado su interés en el activismo feminista y la defensa de los derechos de las trabajadores sexuales. Su primer trabajo, Or, nombre de su protagonista más joven (en hebreo, "luz"), es una producción franco israelí que conquistó la Cámara de Oro en el festival de Cannes el año pasado y fue ya presentada en México durante el festival de Morelia dicho año, poco después en la Cineteca Nacional, y luego en la segunda edición del Ficco en enero de este año. Valga esta trayectoria para garantizar el estreno comercial de este relato notable.

OR (DANA IVGY), adolescente de 17 años, vive con su madre Ruthie (Ronie Elkabetz) en Tel Aviv e intenta por todos los medios disuadirla de ejercer la prostitución, único oficio que les permite una subsistencia precaria. Su contribución a la economía familiar mediante trabajos temporales modestos podría subsanar las carencias inmediatas, pero el problema es la renuencia de la madre a abandonar sus salidas nocturnas, un ritual en el que pareciera querer ahogar una vieja frustración amorosa.

LA ORIGINALIDAD DEL tratamiento de la realizadora radica en su análisis de la compleja conducta de Ruthie, quien elige la degradación como estrategia de evasión, mostrando de paso un desapego afectivo hacia su hija, y los intentos de esta última por hacerle recobrar a su madre algo de su dignidad, arriesgándose en el intento a perder la suya. Hay escenas notables como el esfuerzo reiterado de encerrar a su madre para alejarla de la calle y también esos emotivos intentos de Ruthie por trabajar de empleada doméstica cuando su crisis existencial dista mucho de estar resuelta. Mediante la prostitución, madre e hija consiguen una comunicación y un principio de solidaridad elemental que va más allá de las premisas sociológicas que sugiere el tema.

LA CINTA SE concentra en el punto de vista de Or, luminosidad que no tarda en apagarse cuando la fatalidad se abate sobre las dos existencias. La intervención de las figuras masculinas (el antiguo amante de Ruthie, el novio palestino de la joven) no ofrece una alternativa sustantiva. Los hombres asisten impotentes, cuando no con indolencia, al drama de estas dos mujeres cuyas existencias y desdichas llegan paulatinamente a confundirse. La realizadora no presenta salida alguna a esta situación, pero cuando todo pareciera estancarse en un escepticismo radical se insinúa el repunte de los lazos afectivos entre las dos mujeres, algo de esa "luz" que al mismo tiempo es el título original de la cinta.

Perdón María

PERDON MARIA (MARIA), del rumano Peter Calin Netzer radicado en Alemania, tiene como origen una historia real, las tribulaciones de María Tiranesi, madre de siete hijos, quien luego de padecer estoicamente la irrefrenable degradación de su marido (desempleado, víctima de la modernización postcomunista, alcohólico, mitómano adicto a la brutalidad doméstica), elige la prostitución para mantener a sus hijos cuando el esposo abandona el hogar en busca de mejores oportunidades. Calin Netzer ofrece un estupendo retrato femenino con la actriz rumana Diana Dumbrava en el papel protagónico oscilando entre la gracia de la madre absoluta (emblemática María), renuente a vender su hijo por nacer a un turista francés, y el vigor sereno de una María Magdalena vilipendiada por todo el vecindario y por su propia hija cuando decide integrarse al grupo de prostitutas que atienden a los camioneros que cruzan por el pueblo.

HASTA AQUI TODO semeja una alegoría mística de abnegación y voluntad expiatoria. Sin embargo, de pronto el caso de María interesa a una televisión local ávida de reportajes sensacionalistas, y la madre se convierte en figura estelar e instrumento providencial para la demagogia gubernamental que, con publicidad avasalladora, procura resarcirla de todas sus penurias. El drama vira así hacia una farsa social que incluye un comentario muy ácido sobre la situación económica y sobre cierto cinismo moral en los países del antiguo bloque comunista. Como en el caso de Mi tesoro, las figuras masculinas palidecen ante la prestación escénica de esta mujer cuyo caso fascina evidentemente al cineasta.

EL FOTOGRAFO MIHAIL Sarbusca captura con acierto la desolación de interiores y de un vecindario detenido en el tiempo, con los tonos grises del socialismo real, en contraste con una improvisada modernidad que devora todo a su paso. Un retrato mordaz de la realidad rumana y su incipiente sociedad de espectáculo.

MI TESORO SE exhibe este lunes en la Cineteca Nacional; Perdón María, mañana martes.

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