Usted está aquí: sábado 19 de noviembre de 2005 Sociedad y Justicia Antes que Wilma, el turismo arrasó con defensas naturales de Cancún

Dañó el huracán hasta 50% de los arrecifes de coral y 500 mil hectáreas de selva media

Antes que Wilma, el turismo arrasó con defensas naturales de Cancún

Experto de Semarnat se queja de la falta de castigos ejemplares a hoteleros irresponsables

AURELIO FERNANDEZ Y ALEJANDRA LOPEZ /II Y ULTIMA

Cancún, QR. El huracán Wilma, con vientos de más de 210 kilómetros por hora, afectó sensiblemente algunos ecosistemas de la zona. Un boletín de la Comisión Nacional del Agua informó, el sábado 22 a las 14 horas, que la precipitación en 24 horas fue de mil 637 milímetros, esto es, que en un día el ciclón arrojó agua equivalente a la que en promedio se suma en más de dos años en ciudades como México o Puebla. Y si añadimos la lentitud con que se desplazó el huracán por Cozumel y Cancún, los resultados no podían ser otros que catastróficos. La Organización Meteorológica Internacional lo ha clasificado como un "patrón energético, completamente atípico, impredecible, inmodelable y de dimensiones devastadoras para la zona costera".

La vista es asombrosa. Arboles arrancados, restos de arrecife en las playas, inundaciones y la impresionante modificación de la costa. Alfredo Arellano, director regional de Areas Naturales Protegidas (ANP) en la península de Yucatán, dependiente de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat), reporta que Wilma habría dañado, según estudios preliminares, entre 30 y 50 por ciento de los arrecifes de coral de Cancún y Cozumel. Señaló que días antes de Wilma los arrecifes se blanquearon, indicador de mayor vulnerabilidad por la elevación de la temperatura, que al mismo tiempo estableció las condiciones de la intensidad del huracán.

Según la Comisión Nacional Forestal (Conafor), casi 500 mil hectáreas de la selva media sufrieron daños de severos a moderados. El biólogo David Jiménez, de la Universidad Autónoma de Puebla, dijo que es de consideración la cantidad de arrecife afectada. En Tulum, Jiménez examinó decenas de fragmentos coralinos en sus formas de "cerebros", arborescentes, esponjas y otros individuos importantes, algunos de los cuales, días después de Wilma, seguían vivos.

Informó que comenzaron las tareas de recuperación del arrecife, como la recolocación de los trozos desprendidos en sus sitios originales, fijándolos con cemento y cinchos de plástico, o bien en sitios no originales, sobre sustrato de roca caliza del fondo marino, y asegurándolos con varillas insertadas.

Los expertos coinciden en la necesidad de conocer la situación real del arrecife, en cuanto disminuya la turbiedad del agua.

Arellano señaló que la presión de la actividad turística sobre el medio natural es enorme. La erosión costera abarca 40 kilómetros. La pérdida de playas empezó desde la construcción de los primeros hoteles; es explicable porque no se cuenta con espacio suficiente de amortiguamiento. Ahora algunos hoteles necesitan muros de contención para detener la pérdida de playas. El funcionario destacó que está planteada una inversión millonaria para recuperarlas, pero considera que puede ser un esfuerzo temporal y vulnerable a los próximos huracanes.

Citando el caso del hotel Riu -multado con unos 3 millones de dólares por haber construido sin autorización y sobredensificar otro espacio-, Arellano explica: "mientras no haya castigos ejemplares, como la demolición del edificio en casos de graves violaciones, será más redituable a los hoteleros irresponsables pagar las multas que cumplir la ley". Además, algunos prestadores de servicios turísticos presionan para aumentar en su favor la oferta de recreación en zonas de alta fragilidad ecológica, como las actividades en los arrecifes de coral o los paseos en lancha por los manglares. No es fácil tasar este impacto cotidiano ni los límites que debe tener. Así, el cuidado ambiental deviene en una lucha contra inversionistas inconscientes, que cada vez y con mayor frecuencia se dirime en los tribunales.

En menos de 30 años, desde su transformación de territorio a estado libre y soberano, Quintana Roo aumentó su población de 88 mil 150 a 874 mil 963 habitantes, según el Consejo Estatal de Población (Coespo) y el Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática. La densidad de población calculada para el municipio de Benito Juárez en 2004 -asiento de Cancún y parte del corredor turístico de la Riviera Maya- es de 252.2 habitantes por kilómetro cuadrado, en contraste con Felipe Carrillo Puerto, 4.3 habitantes, ahí está la capital del estado, Chetumal. Entre 1980 y 2000, la población del territorio nacional aumentó 50.4 por ciento; en ese lapso, en Benito Juárez se multiplicó más de 10 veces.

La estrategia de poblamiento para el nuevo estado, diseñada a finales de los años 70, consideró tres proyectos importantes: turismo, agroindustria y pesquería. La problemática estatal de concentración de población que reconoce el Coespo deriva de la actividad turística; esta piedra angular de la economía parece engullir a las otras dos, absorbiendo territorio y mano de obra.

Cancún creció sobre manglares y ganando espacio a la laguna en favor de la isla. El mangle aporta nutrientes al sistema marino, a los arrecifes y para la cadena alimentaria. De los manglares dependen hasta dos terceras partes de las especies que pueblan los mares, gran parte de las cuales son vitales para las pesquerías; estos ecosistemas además juegan un papel relevante como barrera de protección a las costas, precisamente en caso de huracanes y ante inundaciones. Donde aún hay manglar se aprecian menores daños tras el paso de Wilma, afirmó Arellano.

El crecimiento de la actividad hotelera también ha sido a costa del mangle.

La actividad hotelera, agrega, acarrea una importante demanda de obra, que al llegar, por las condiciones generales de falta de planeación, ocasiona asentamientos irregulares con falta de servicios, impactando también áreas de selva, mangle, humedales y zonas de escurrimiento, entre otras. Forman cinturones de miseria alrededor de Cancún. Cerca de 50 por ciento de los asentamientos de esa ciudad ha ido creciendo en terrenos irregulares o fuera del polígono planeado para el centro de población, incluyendo ejidos y zonas federales.

Uso del suelo

Los principales instrumentos de regulación de uso del suelo son el Programa de Ordenamiento Ecológico (Poet) y los planes de desarrollo urbanos (PDU). "Desafortunadamente, las revisiones del Poet han resultado en cambios en las restricciones del uso del suelo que permitan mayor densidad de habitaciones por metro cuadrado, lo que repercute en más impacto ambiental por el lado de los servicios turísticos y por el aumento de la población inmigrante", explicó el funcionario.

Arellano se dice preocupado por la tendencia del gobierno federal a la descentralización; para el caso de las ANP de Quintana Roo, considera que hasta el momento la figura de áreas protegidas ha permitido contener los intereses más agresivos contra el ambiente, representados en el crecimiento sin límites de las construcciones en la costa y conciliar la actividad turística con el cuidado de los recursos naturales, principal atractivo. Pero si las ANP son entregadas a los municipios sin que compaginen los PDU y el Poet, o los programas de manejo ambiental, será muy fácil para los ayuntamientos transformar usos de suelo de conservación en aprovechamiento, interesados en la obtención de dividendos a corto plazo y sumamente destructivos.

Sin embargo, las normas de la Federación también están sujetas a cambios discrecionales. El 23 de febrero de 2004, la Semarnat autorizó la tercera etapa del proyecto Costa Cancún (promovido por Fonatur) sobre 377 hectáreas de manglar destinadas a la conservación de la vida silvestre, y donde las actividades turísticas tenían "altas restricciones ecológicas". Para permitir este cambio de uso de suelo, el 7 de mayo siguiente la secretaría modificó discrecionalmente, "ilegalmente", según denunciaron grupos ambientalistas (Greenpeace, CEMDA y GEMA) la norma oficial Norma Oficial Mexicana 022, que protegía a los humedales costeros; a partir del ajuste, los daños a los manglares se consideran suficientemente resarcidos con una compensación económica.

En conclusión, más allá del éxito que representó el desalojo oportuno de los habitantes de Cancún, las condiciones de vulnerabilidad que propician el elevado riesgo frente a fenómenos meteorológicos tenderá a crecer, si todas las condiciones actuales permanecen iguales.

 
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