Usted está aquí: jueves 17 de noviembre de 2005 Opinión La banca central: dos debates

Orlando Delgado Selley

La banca central: dos debates

El Banco de México cumplió 80 años. En ese largo lapso, aunque corto para una institución de esa envergadura, ha cumplido diversas tareas. Originalmente, además de la responsabilidad exclusiva de emitir moneda, se ocupó de hacer que fuera verdaderamente de curso común. Atendió también la constitución de las instituciones financieras de fomento. En la época del desarrollo estabilizador (1954-70) fue factor fundamental en la promoción del desarrollo y en el mantenimiento de la estabilidad cambiaria y de precios. En los años 1971-82 siguió ejerciendo funciones de fomento a través de los fideicomisos que administraba (Fira, Fovi, Fomex y Fonei), junto con funciones de control de los bancos comerciales, como el encaje legal.

En cuanto se consolidaron las primeras reformas orientadas a fortalecer el papel de los mercados, en 1990 se modificó la legislación financiera y se planteó que el Banco de México tuviera un cometido único: la estabilidad económica, y que, para estar en condiciones de lograr ese propósito, fuera autónomo. Ello fue parte de la propuesta de organización del sistema financiero que deriva del Consenso de Washington. En los primeros años de los noventas prácticamente todos los bancos centrales de América Latina se hicieron autónomos y con el fin exclusivo de controlar la inflación. La excepción fue Brasil, donde se asignó al banco central la función de controlar la inflación y promover el crecimiento.

En los últimos diez años el crecimiento de precios en el subcontinente se redujo a poco más de 9 por ciento. El esfuerzo fue impresionante, ya que entre 1980 y 1989 los precios crecieron 149 por ciento y en 1990-95 los incrementos llegaron a 228 por ciento. En este logro, los organismos financieros internacionales, la ortodoxia académica y los propios banqueros centrales insisten en que la autonomía ha jugado un papel decisivo. Han desarrollado, incluso, un índice para medir la independencia del banco central. Originalmente diseñado por Alex Cukierman, ha sido modificado por Agustín Carstens y Luis I. Jácome para el caso latinoamericano ("La reforma de los bancos centrales. Avances y desafíos" El Trimestre Económico, número 288, oct-dic 2005).

En este artículo, publicado inicialmente en los Working papers del Fondo Monetario Internacional, se hace un análisis de la relevancia de la autonomía del banco central que junto con las reformas macroeconómicas logró que la inflación llegara a un dígito y que parezca posible conducirla a una trayectoria que converja con la inflación mundial (la inflación de los países del G-7: 2-3 por ciento anual). Además, se alerta sobre el cambio en las percepciones que en estos días dominan a los gobiernos que se preocupan más por promover el crecimiento económico que por el control de la inflación, luego de varios años de reducción del producto per cápita. En vista de esto, se debate entre los banqueros centrales cómo reducir "la tasa de sacrificio", es decir, el impacto de las medidas monetarias instrumentadas por los banqueros centrales sobre el crecimiento y la creación de empleos.

El seminario organizado por Banco de México para festejar sus 80 años tuvo como tema central la estabilidad y el crecimiento económico. Ello explicita otro debate: la relación entre el gobierno y el banco central. La cuestión es fundamental, ya que la posibilidad de que un gobierno ajeno a la ortodoxia neoliberal conduzca al país, implicará un mandato expreso para cambiar el modelo de desarrollo seguido en los últimos 20 años. Ese mandato requerirá que se pongan en movimiento todos los mecanismos disponibles para recuperar una dinámica de crecimiento virtuoso. La política monetaria estará, en consecuencia, sometida al examen de sus impactos sobre la actividad económica.

El debate interno ratifica la idea de que los bancos centrales deben mantener su propósito único y que para ello hace falta transparencia. Un nuevo gobierno debiera exigir que se informe sobre esa "tasa de sacrificio", al mismo tiempo que se da cuenta de los movimientos de precios. El debate externo tiene que incorporar el dato ineludible de que la elección escoge gobernante y una propuesta de desarrollo. Se trata de un mandato claro y explícito. Por ello no es aceptable que una institución del Estado se contraponga al sentido político y a las medidas económicas de un gobierno.

Con la autonomía del banco central se trata de aislar la lucha contra la inflación del ciclo político. Esto, sin embargo, puede ser contradictorio con la necesidad de crecer, crear empleos bien remunerados, para poder elevar la calidad de vida de la población. Esto es responsabilidad del Estado y de todas sus instituciones.

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