Usted está aquí: jueves 17 de noviembre de 2005 Opinión El foxismo, contra la cultura

Editorial

El foxismo, contra la cultura

A golpe de fes de erratas, es decir, a contrapelo del debido decoro parlamentario, y a espaldas de la sociedad, los legisladores panistas y priístas rediseñaron el presupuesto de egresos aprobado para el año entrante, redistribuyeron de manera facciosa las partidas y propinaron un grave golpe a la cultura en el país. Como se reseña hoy en la sección de Cultura de esta edición, tricolores y blanquiazules dejaron en 10 millones de pesos el presupuesto total de actividades culturales del Distrito Federal, redujeron a 33 millones la inversión pública en producción y promoción de cine en el ámbito nacional y, en cambio, destinaron sumas desmesuradas a proyectos específicos en Oaxaca, Guanajuato, Tamaulipas y Nuevo León ­50 millones para conmemorar el bicentenario de Benito Juárez, 30 para una sola escuela preparatoria en San Francisco del Rincón, 200 para un Foro de las Culturas a celebrarse en Monterrey­, en lo que constituye un ejercicio patrimonialista y partidista de los fondos públicos.

Este año, en suma, el Revolucionario Institucional y Acción Nacional concretaron sus intereses presupuestales ­sea para provecho propio o para golpear a adversarios políticos, como es el caso de la mezquindad contra el Gobierno del Distrito Federal y su Secretaría de Cultura­ en espíritu de alianza, a diferencia de lo ocurrido en 2004, cuando el jaloneo por los recursos llevó a un conflicto institucional entre la Cámara de Diputados y el Ejecutivo federal.

Ante esta alianza de hecho y este cogobierno por la vía del presupuesto, resulta poco creíble el enésimo reclamo formulado por el presidente Vicente Fox a una oposición que, dijo ayer, "le jugó rudo"; en lo fundamental, los legisladores priístas han respaldado los extravíos gubernamentales cuando éstos han servido a sus intereses ­es decir, casi siempre­, en tanto que el grupo actualmente en el poder ha mantenido una férrea continuidad de los dogmas económicos neoliberales que caracterizaron a las dos o tres últimas presidencias surgidas del Partido Revolucionario Institucional.

Una característica de las administraciones que siguen esa orientación es su desdén por la cultura, y el foxismo ­apoyado, en esta ocasión, por el priísmo madracista­ la ha manifestado desde el inicio de su gestión, mediante iniciativas orientadas a aplicar cargas impositivas injustificables a la industria editorial, castigos presupuestales a la máxima casa de estudios y, por otro lado, descarada promoción, desde las oficinas públicas, de establecimientos educativos privados y lanzamiento de proyectos demagógicos, si no es que irrealizables, como los "pizarrones electrónicos".

No es exagerado afirmar, a casi cinco años de iniciado el sexenio actual, que el grupo gobernante ha dejado en el ámbito cultural, por acción, omisión o ignorancia, una devastación que no tiene precedentes ni siquiera en los peores momentos de las crisis económicas del pasado reciente. En tales circunstancias, es razonable suponer que la mayor parte de la comunidad artística y cultural del país encuentre en el foxismo una sola virtud: la proximidad de su término.

 
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