Usted está aquí: miércoles 16 de noviembre de 2005 Cultura POESIA PARA LLEVAR

POESIA PARA LLEVAR

Ricardo Yáñez

Hacer/ I

SER POETA Y amar más el ser poeta que a la poesía sin duda es un contrasentido, tanto como lo sería amar estar enamorado en lugar de amar, y muy precisamente, como dice la canción, a alguien. Y sin embargo debe amarse ser poeta, o al menos eso me parece. Que ser visto como poeta en no pocas familias equivale a ser objeto de preocupaciones, cuando no de desdenes, menosprecios, burlas. Pero no debe amarse más ser poeta que llanamente ser. Ser lo que uno es: clavadista, bailarín, ingeniero, diseñador, matemático, brujo...

DICHO DE MODO general poeta es aquel que vive o vivencia la poesía, así no la exprese mediante esos objetos que tendemos a llamar poemas y que no siempre son, o no del todo, tales. Dicho de modo particular sólo será susceptible de ser llamado poeta el que tales objetos produzca. Y entonces quien aspire a tal título no tiene más remedio que intentar, no sé si melancólica o alegremente, la fabricación de esos mismos objetos.

MAS, EN MI opinión, la aspiración a ese nombre viene después, nunca antes, de la experiencia de la poesía, de la poesía en los poemas y fuera de los poemas, y no de lo poético (que allí no hay vuelta de hoja, todos lo experimentamos, el enamoramiento ejemplo el más sencillo de poner, pero también la infancia -en la que el enamoramiento escaso lugar puede hacerse-, que si mal no recuerdo Rilke propone como arcón de invaluables tesoros a la hora de la aridez del escritor de poemas).

HE NOTADO CIERTA predisposición actual a imaginar la poesía por escrito, no como habla, dicción, entonación, vibración del aire producida por la acción de un determinado sujeto. Eso, que para mí es un muy evidente error, pues vuelve objeto de visión (algo privilegiadamente espacial) y por lo tanto de intelecto algo que en sus orígenes cabe imaginar sonoro, auditivo, temporal, me inquieta en la medida en que puede muy bien distraer de esta manera: en vez de una acción requerimos, y adrede he usado la palabra antes, de un objeto.

EL OBJETO, DESDE luego, se trate de realización escrita o simplemente dicha, hablada, constata lo pertinente de la acción. Pero la acción lo hace. Y a la acción impulsa una determinada, no me atrevo a decir que especializada, pero por ahí va, percepción -si se quiere ir más a fondo, una muy específica realidad, nada menos que la realidad misma, que nombramos poética (y es que, yéndonos por donde parece que el discurso quiere irse, no hay realidad poética, poesía en lo real, que no nos aleccione sobre cómo todo en lo real es, mayormente que poético, poesía).

¿NECESITAMOS PRODUCTORES de poesía? Ciertamente; pero productores que produzcan por la necesidad que en ellos digamos materializó la experiencia de lo, comillas obligadísimas, ''inexpresable", de la poesía como realidad a la vez que ineluctable existente más allá o más acá de las palabras, pero asimismo comunicable mediante el a ellas recurrir. Necesitamos vocaciones, vaya, destinos, mejor que voluntades. Y las vocaciones y los destinos, por otra parte, de modo ideal expuesto, no requieren de más reconocimiento que el que el involucrado en ellos pueda o no tener.

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