Usted está aquí: lunes 14 de noviembre de 2005 Opinión PRI: una simulación carísima

Editorial

PRI: una simulación carísima

De acuerdo con sus propias cifras, el Partido Revolucionario Institucional (PRI) utilizó 58 millones de pesos en una elección primaria ­la de ayer­ para confirmar que Roberto Madrazo Pintado será su candidato a la Presidencia de la República en los comicios federales del año entrante; para tal fin hizo imprimir casi 9 millones de boletas e instaló unos 20 mil centros de votación.

Los gastos fueron cubiertos con un crédito bancario que será rembolsado, a su vez, con cargo a las prerrogativas que el Instituto Federal Electoral (IFE) entrega a ese instituto político. Y el organismo electoral obtiene los dineros de las prerrogativas del presupuesto público, valga decir, de recursos que pertenecen a todos los mexicanos y que provienen, en buena medida, de los impuestos que paga la ciudadanía. De no ser por ese dato, la mascarada de ayer carecería de interés para el grueso de la sociedad; de hecho no logró atraer ni siquiera a una mayoría contundente de priístas documentados, buena parte de los cuales optaron por realizar actividades dominicales no relacionadas con urnas y casillas.

La razón de la falta de interés salta a la vista: la carrera por la postulación presidencial en el tricolor estuvo marcada, desde el principio, por la carencia de equidad, la falta de reglas democráticas y una división partidaria que no se originó en ideas y proyectos divergentes, sino en intereses pragmáticos y materiales de las diversas camarillas que se apoderaron del partido tras la derrota sufrida por éste en julio de 2000.

El único saldo positivo que habría podido obtener el PRI de su salida de Los Pinos era una democratización interna que el cacicazgo madracista evitó a toda costa. En cambio, el ahora candidato presidencial y sus aliados se empeñaron, en su gestión en el Comité Ejecutivo Nacional priísta, en ahondar los vicios tradicionales del otrora partido oficial ­verticalismo, patrimonialismo, redes de complicidad, corrupción, política entendida como accionar vergonzante a espaldas de la ciudadanía­ y en hacer del instituto político un trampolín de sus aspiraciones personales.

Pero lo hicieron con tal torpeza que fracturaron la organización y convirtieron en confrontaciones irreconciliables y enconadas lo que en los buenos tiempos presidencialistas no solía pasar de disputas coyunturales. En su afán por neutralizarse mutuamente, las facciones encabezadas formalmente por Madrazo y por Arturo Montiel recurrieron a las peores artimañas.

La primera ganó la partida al poner al descubierto las riquezas ­posiblemente mal habidas­ del ex gobernador mexiquense, el cual se retiró de la disputa por la candidatura presidencial y ésta quedó reducida, así, a mero ejercicio de simulación de democracia interna. La participación de Everardo Moreno en el proceso de ayer no fue tomada en serio ni por los militantes del Revolucionario Institucional y se entendió, desde un principio, como un jaloneo por la obtención de algunos cotos de poder y unos cuantos cargos.

Al país le ha costado muy caro este ensayo de legitimación de la candidatura presidencial de Madrazo. Pero en el contexto político actual la ciudadanía ha dejado de comulgar con ruedas de molino, y no debe descartarse la posibilidad de que el PRI se vea, a la postre, obligado a pagar un costo aún mayor que el que tuvo la farsa de ayer: el incremento exponencial de su descrédito entre los electores y la derrota en la elección presidencial de 2006.

 
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